Algunas notas acerca de la Educación Superior en Venezuela
Orlando Albornoz
Universidad Central de Venezuela
- La educación superior: nuevas realidades, nuevos paradigmas
- El tema de la evolución histórica de los modelos de la educación superior venezolana
- Retórica y techne en el análisis de la educación superior
- La información acerca de la educación superior
- El ethos de la educación superior venezolana
- El mapa cuantitativo-cualitativo de la educación superior venezolana
- Conclusión
Es más que obvia la necesidad de analizar periódicamente el espacio que llamamos educación superior. Dada su complejidad en este ensayo vamos a examinar algunos elementos que caracterizan este nivel escolar del sistema educativo venezolano, que nos permitan observar la actual situación de la misma, advirtiendo al inicio que no se trata de un análisis completo, pues obviamos ciertos aspectos esenciales, como el área de postgrado, que ha crecido tanto en los últimos años, pero atendemos a las líneas generales que explican la operación y funcionamiento de este sistema de educación superior en Venezuela. Esto es, la educación superior, entendida como el complejo mundo académico que se traduce en comportamientos de sus diversos actores: estudiantes, profesores, empleados, obreros y que es, al mismo tiempo, un importante mercado económico, porque la educación superior genera actividades económicas y financieras inherentes a la sociedad. Ello supone que la educación superior venezolana satisface diversas funciones, tanto las típicamente académicas, como aquellas de índole económica, pues en este sentido es un aparato, en donde interviene el sector público a través de los subsidios que el Estado otorga al sector de la educación superior y el sector privado. En todos los casos las instituciones de educación superior son un elemento instrumental, en unos casos para acceder al poder académico, en otros al poder en la sociedad abierta, en otros para lucrar y por ello ocurren casos de corrupción administrativa y académica.
En todo caso cabe señalar al inicio de este ensayo que la educación superior es una actividad académica, pero también una parte importante del área económica de los servicios, un espacio interesante para la actividad política e ideológica, un conjunto de instituciones que a veces son manejadas en forma personal e inconsulta, caso en el cual, como señalábamos, ocurren numerosos casos de corrupción administrativa, algunos de ellos debidamente registrados por los organismos competentes de la administración pública. Formas de corrupción y de negocios abiertos que operan tanto al nivel de las instituciones financiadas con dineros públicos, como en aquellas financiadas por el sector privado, caso este último en donde a veces en vez de instituciones académicas estamos hablando de instituciones que ingresan en el mercado escolar por los amplios márgenes de lucro que tiene un mercado a veces cautivo, no solamente por el prestigio o reputación de las credenciales académicas, sino porque este entrenamiento es básico para el ingreso al mercado laboral, aparte del hecho de que los estudiantes de las familias de altos ingresos e influencia están exentos de las búsquedas para ingresar al mercado laboral, por razones obvias del control que tienen sus padres en el movimiento y circulación en este mercado de empleos y ocupaciones.
La educación superior: nuevas realidades, nuevos paradigmas
El propio Khun insistía en que el concepto de paradigma no era explicativo, en modo alguno, y rechazaba su uso en la forma como se interpretó en el mundo contemporáneo, pero aun así todos entendemos que un paradigma es una forma de consenso con relación a un conjunto de conceptos que nos permiten analizar una determinada parte de la realidad y sobre lo cual si no todos la mayoría parece estar de acuerdo con esa manera de analizar una porción de la realidad. En el caso de la educación superior aparecen a finales de siglo nuevas maneras de enfocar esa porción de la realidad que es la educación superior. En todos los casos obligados porque esa realidad aparece ante los ojos de los analistas con una perspectiva común, su globalización, su universalidad, su internacionalización. En el ámbito mundial, entonces, nos topamos con el discurso unesquiano, que si bien pasa por el eje de una burocracia internacional busca nuevos caminos interpretativos, si bien por fuerza de las circunstancias se trata de un enfoque que por conciliatorio permanece a menudo en la periferia de los fenómenos, haciendo consideraciones y propuestas que útiles e interesantes pagan el tributo del falso consenso, que es como llamo todo aquel consenso al cual se llega después de eliminar todo posible conflicto. Es decir, esos consensos acerca del cual todos estamos de acuerdo, en forma artificial. Paralelamente nos hallamos frente al discurso critico, que parte del enfoque científico y que permanece autónomo e independiente de bases burocráticas que por lo tanto pierde expresarse con mayor libertad, porque básicamente no acepta el consenso como principio sino que más bien se halla abierto al consenso y a la discusión, aceptando que le realidad no acepta consensos falsos sino que se comporta tercamente al margen de esos consensos interesados y manifiesta su brutal fortaleza en forma tal semejante a los fenómenos de la naturaleza, a menudo indetenibles e irreversibles.
En el caso del análisis de la educación superior venezolana, asumiendo como propio el discurso científico, nos proponemos examinar la evolución que ha sufrido este sistema educativo, frente al cual nos colocamos en forma objetiva y procurando neutralidad valorativa. En ese sentido cabe apuntar, que frente a las nuevas realidades de la educación superior surgen entonces nuevos paradigmas analíticos. Pongo un ejemplo inmediatamente: en los primeros años de la década de los cincuenta, cuando se reabre la universidad bajo el régimen militar de entonces el problema de la institución era, primero, cómo mantener el control político de la misma, esto es, como garantizar la fidelidad o al menos la neutralidad política de los profesores y estudiantes. Los odiosos desfiles del 2 de diciembre, en nombre de la patria, eran una vitrina para observar cómo muchos de los que fueron posteriormente héroes de la resistencia caminaban pasivos y humillados las cuadras de la ciudad en donde debían colocarse los académicos, en aquella organización militar artificial en donde los venezolanos vestidos del liquilique de la vergüenza prestaban una especie de juramento fascista a la figura del dictador de entonces. En aquel momento la universidad era exclusivamente un empleo y la gerencia de la misma, eliminada la gestión institucional, era el manejo de personal. La universidad era, en este sentido, el manejo de una nómina de pago. El gobierno de la institución, por supuesto, era por designación del gobierno nacional y la gerencia de la educación superior se basaba, casi exclusivamente, en el control político del régimen, que solía instalar como alumnos a miembros de la siniestra seguridad nacional, para verificar la rectitud política de profesores y estudiantes. Curiosamente, valga decirlo, para muchos esa universidad del período de la dictadura fue una paradoja que resultó en uno de los períodos luminosos de nuestra universidad, académica e intelectualmente hablando, porque de alguna manera milagrosa quienes estudiábamos, al menos en la entonces Facultad de Filosofía y Letras, disponíamos de condiciones para el proceso de enseñanza-aprendizaje que hoy resultarían excepcionales y difícilmente repetibles.
Para el momento en el cual la mano sabia de Francisco De Venanzi, entre otros, introduce en la universidad venezolana las bases de un proceso de modernización de la misma cambia completamente la situación y si bien la administración del personal seguía siendo el eje esencial, el mismo era manejado en otra forma, de manera meritocrática, puesto que se instalaron los mecanismos propios de esa universidad moderna, según el patrón norteamericano y canadiense, de examen de ingreso a la docencia, del concepto de la carrera académica, incluyendo los beneficios sociales que entonces eran desconocidos, al mismo tiempo que se instaló el principio de la democracia académica y las autoridades de las mismas comenzaron ser electos por el claustro, un proceso que encontramos hoy en día un ejercicio en clientelismo perverso, pero no nos adelantemos en la lógica secuencial del análisis, sobre lo cual retornaremos, pero de momento es oportuno enfatizar que ahora nos hallamos en tiempos de reforma, de adecuación de la universidad al mercado laboral y a las exigencias de la sociedad. Nos hallamos, en términos conceptuales, dentro y al amparo de un nuevo criterio doctrinario, el neoliberalismo, lo cual debemos de asumir y analizar, sin emitir disposiciones ni emocionales ni de tensión política ni ideológica, sino como una manera de ver el mundo, esto es, según criterios de eficiencia, productividad, competitividad, privatización institucional, rendimiento, selección del talento y, en una palabra, según criterios de costo beneficio. Ahora bien, ¿cuáles son esos nuevos conceptos que integran ese actual paradigma contemporáneo, que se halla en la punta del estado del arte en materia del análisis de la educación superior, incluyendo por supuesto a la educación superior venezolana?.
En primer lugar un cambio total del enfoque de la institución desde el punto de vista de la gerencia, ya que si antes la misma era una nómina de personal, una cuestión tangible y cuantificable, ahora hallamos que el concepto esencial es la gerencia del conocimiento, que es, evidentemente en su forma pura, un intangible. Clark (1978) había ya incluido el saber como uno de los cuatro conceptos esenciales de un sistema educativo y en la tradición clásica esto no era desconocido, por supuesto, pero es que ahora no se trata como siempre de producir saber, sino de dedicar toda la institución a que sea una unidad de carácter intensivo destinada a aumentar la productividad en la producción del saber. Pero antes de iniciar esta parte del análisis sistematicemos cuáles son esos nuevos conceptos del nuevo paradigma:
LOS CONCEPTOS DEL NUEVO PARADIGMA DE LA EDUCACION SUPERIOR
- La educación superior es una unidad de producción intensiva de saber, la nueva ética del saber abandona su estética liberal y se asocia a una nueva noción, la institución como un apéndice de las necesidades del mercado
- La educación superior acepta como patrón tecnológico la virtualización en el proceso de comunicación y producción del saber
- No es solo menester hablar de la sociedad del conocimiento, sino que este concepto es obsoleto ya que es indispensable hablar del capital intelectual como un sector y factor de la economía y del aparato productivo
- La productividad signa la función de la profesión académica, como ocurre en los casos del PPI.
- La selección del talento se impone como el patrón en cuanto al ingreso y egreso de los estudiantes
- Se hace más complejo el entrenamiento de los estudiantes, que deben poder acceder a idiomas universales, como el inglés y la informática, en este último caso para poder adaptarse a la virtualización de las universidades y de la educación superior en general
- Se incrementa el costo del saber y su adquisición y producción
- Surge como esencial el problema de la gestión (regestión/reingeniería) de la educación superior y se plantea el problema de la gerencia desde un nuevo punto de vista, ya que no se trata de gerenciar personal y una nómina, estudiantes y un curriculum, sino que en ambos casos se trata de manejar la gerencia del saber, del conocimiento, ya que la gerencia es de intangibles y de externalidades
- Se abandona la noción de la existencia de las unidades independientes y autónomas, sino que se va a la noción de sistemas, de multicampus, de la universidad global sobre la base de los network como el grupo de los 21, el primer grupo de excelencia en el ámbito internacional
- En términos de calidad académica puedo hablar del manejo de dos conceptos antagónicos que he aplicado a la sociedad venezolana y a su educación superior: hyperlearning e hypolearning, contrastando realidades de diferencias cualitativas abismales, como son las que ocurren por ejemplo, entre universidades tales como la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Simón Rodríguez o en el caso único y espectacular de San Fernando de Apure, en donde hallo operativo el concepto del hypolearning.
- En general la aplicación a todas las instituciones de la educación superior de los conceptos ya mencionados de los principios doctrinarios del neoliberalismo, especialmente la competitividad intra y extra nacional, habida cuenta que el poder como tal escapa del entorno del campus, de su autonomía, de su indispensable ivory tower, para trasladarse a las necesidades del mercado, para cerrar así un circulo iniciado en este esquema, el predominio del mercado por encima de los objetivos del Estado.
- Aceptar nuevas formas de la gerencia académica (Balance Score Card) y sobre todo la universal inclusión del concepto de evaluación (accountability) para medir como funcionan los diversos actores de la educación superior, en busca de afirmar los diversos conceptos mencionados de la doctrina neoliberal y desarrollar nuevos mecanismos de gestión, aplicados del mismo modo a los mismos citados diversos actores, internos y externos a la educación superior, que por fuerza de necesidad debe operar como un sistema, tanto al interno en si como hacia el resto de los otros niveles de la escolaridad y con la sociedad abierta en general.
- En esencia, la nueva educación superior se aborda como un problema de KM (Knowledge Management), gerencia del saber y no en la forma tradicional de gerencia de la institución; es decir, es menester pasar de gerenciar lo tangible y concreto a manejar lo intangible y abstracto, de alto riesgo y de incertidumbre cada vez mayor en la medida en que el criterio de ocio disciplinado cabe solamente en esta poderosa institución que el hombre ha ideado para generar y reproducir el conocimiento humano, la universidad.
Nuevos conceptos en el análisis de la educación superior
Naturalmente, el análisis acerca de la educación superior no acepta sugerir que un modelo académico es mejor o más ventajoso que otro, excepto en la medida en que cada modelo, independientemente de su diseño institucional, acoja los principios básicos elementales y esenciales de lo que es una institución de educación superior, cuyos objetivos descansan en las necesidades de la sociedad, de entrenar recursos humanos, de prestar servicios a la comunidad y de buscar nuevo saber, nuevo conocimiento, a través de la investigación científica, tecnológica y humanística. Cabe acotar como la universidad no ha cambiado sus objetivos, desde que fue creada hasta ahora, pero, ciertamente, se ha adaptado a las nuevas tecnologías aplicándolas de forma tal de hacerse eficiente y andar a la marcha del tiempo. Dos tendencias se observan en el diseño de la universidad contemporánea: por una parte la generación de un network académico de carácter universal, gracias a los enfoques de la globalización y de hecho a finales del Siglo XX aparece por vez primera, gracias a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la educación superior y en especial la universidad, puede ser, efectivamente, una institución universal y adaptada a las nuevas tecnologías, como ocurre con la aparición de la virtualización de las universidades. Por la otra el hecho de que comienza a operar en el mundo la unidad de sistema, más que de institución.
El nuevo paradigma de universidad y de educación superior, que observamos a finales del Siglo XX, eso que en genérico podemos denominar el modelo neoliberal, no es otra cosa que la adaptación de las instituciones escolares, de cualquier nivel, a las exigencias de la sociedad, porque es la sociedad la que dicta las pautas a las instituciones, no estas a aquella. La sociedad latinoamericana ha visto mermar sus ingresos de capital, al mismo tiempo que debe atender las demandas de una población en expansión, que reclama satisfacer diversas necesidades, una de ellas el entrenamiento en el nivel superior de la educación. La propensión actual es reducir el papel de los sistemas públicos y estimular aquellos del sector privado, a través de la reducción del aporte presupuestario al sector público y la participación creciente de las instituciones privadas al subsidio estatal, como ocurre en las instancias de la Iglesia Católica en algunos países de la región. Estos objetivos se logran a través de los procesos de descentralización, que trasladan la responsabilidad del Estado a los usuarios, que terminan privatizando los servicios escolares. Se exige mayor eficiencia de los dineros públicos invertidos/gastados en la educación superior y se impone el criterio de destinar más fondos a la escuela básica que a la superior. El aparato escolar opera bajo los principios de rendimiento e incluso de rentabilidad, caso en el cual aparecen mecanismos permanentes de evaluación y supervisión de los procesos escolares del sector público, que de hecho el sector privado logra mantenerse al margen de estos mecanismos, como se puede observar en el ejemplo venezolano. De hecho se habla con relación a la educación de los conceptos típicamente empresariales, como el de costo/beneficio y el sentido del lucro en la prestación del servicio escolar y educativo. La teoría pedagógica subyacente habla, entonces, no del estado docente, desmontado por el neoliberalismo, sino de la sociedad docente, un eufemismo para racionalizar el desmontaje del aparato público en educación, acusándole de un estado hipertrofiado, el famoso ogro filantrópico de Octavio Paz. Aparece, según mi criterio, un proceso descentralizador de carácter populista conservador, que arguye otorgar a los usuarios de los sistemas escolares la responsabilidad de dirigirlos, obviando las necesidades de la ciencia y de la técnica en el manejo de la cosa escolar, sobre todo, como expresa Puiggros. La descentralización puede tener efectos perversos, porque "existe incapacidad de las provincias para financiar las escuelas que se les transfiera, incumplimiento por parte del gobierno federal de los compromisos de ayuda financiera a los gobiernos provinciales, (pero, sobre todo) la inexistencia de una sociedad civil en condiciones económicas y culturales para hacerse cargo de suplantar al Estado en materia educación" (Puiggros, 1994, 292). El discurso neoliberal, sin embargo, afirma que es a través de la educación como se logrará el progreso social, una ecuación incorrecta, sin duda, porque la escuela no genera diseños sociales estructurales, sino que estos contienen los elementos que diseñan las instituciones, en este caso la escuela. Sociedades desiguales solo pueden generar instituciones que se comporten de la misma manera y de hecho es la desigualdad de oportunidades lo que define el comportamiento de los sistemas escolares en América Latina y el Caribe, proceso histórico del cual un país como Venezuela no se escapa e incluso, más aun, como sociedad petrolera que es, genera mayores niveles de desigualdad, que se observan, del mismo modo en cómo se organiza la escuela y la educación, la cultura y la ciencia. En la era neoliberal surgen nuevos actores, entre otras causas por el vacío ideológico dejado por el desplome del marxismo como doctrina. Estos nuevos actores no lo son tanto, pero es el fenómeno mediante el cual la Iglesia Católica ocupa espacios que de hecho probablemente consideraba perdidos. Por ello he hablado en el caso venezolano de un neo-clericalismo, entendiendo por ello la redimensión del papel de la Iglesia Católica en el país, por varias razones: el debilitamiento de las izquierdas, la agresividad ideológica de los jesuitas, la privatización del servicio escolar caso en el cual esta institución del sector privado interviene con más fuerza en la disputa por fondos estatales y, por último, el hecho de que el gobierno venezolano entre 1994-99 ha sido presidido por un líder socialcristiano, si bien el gobierno en si haya sido de alianza entre este líder y diversos grupos políticos, entre ellos la antigua izquierda. Del mismo modo aparece un actor que es visto desde otra perspectiva, cual es el caso de los Estados Unidos de América, que simultáneamente con la desaparición de la URSS como una contrapartida hegemónica se constituye como una hegemonía única (Krauthamer, 1997) En efecto, el "antiimperialismo" dejo de ser una bandera legitima y más bien hoy en día, en la era neoliberal, ser pro-norteamericano es parte del "paquete ideológico" de la región, sobre todo de los estudiantes que aspiran seguir estudios profesionales en ese país. (Albornoz, 1998) .
Podría añadir que las posturas neoliberales discriminan en el plano de las políticas públicas a la escolaridad de la educación y ésta de la cultura de masas. Me explico: en un enfoque lógico es menester asociar en un solo criterio la escuela, la educación, la cultura y sobre todo los medios de comunicación, así como los ejes sociales que son transversales al proceso escolar. Cabe decir, entonces, que la escuela es consecuencia de la organización de la sociedad no viceversa. Por ello no es posible un cambio en la forma de organización social de la escuela, incluyendo lo pedagógico en sí mismo, si no hay un cambio en la organización de la sociedad. Un buen ejemplo de ello es cuando se quiere que la escuela eduque (entrene) para el trabajo, sin tomar en cuenta la necesidad de redefinir el concepto de trabajo, porque de otro modo la escuela es una institución meramente instrumental. Pero según las posturas neoliberales la reforma escolar es ajena a la reforma de la sociedad y en esa reforma se privilegia lo pedagógico formal, sin tomar en cuenta, por ejemplo, el poderoso papel de los medios de comunicación social, que tiene su propio discurso, dirigido a estimular el consumo, no la reflexión crítica acerca de los productos que anuncia, incluyendo, ciertamente, los productos políticos que se ofrecen en las oportunidades en las cuales se abre el mercado electoral, ergo elecciones. En este discurso neoliberal se margina el debate social. En estos casos se hace énfasis en el diseño curricular, pero se marginan las variables sociales, como aquellas referidas a la violencia urbana, la explotación social rural, la situación de los servicios públicos sobre todo de la salud, las enfermedades endémicas y flagelos como el SIDA, el elevado consumo de alcohol, los embarazos juveniles y otras situaciones que afectan la calidad de vida de quienes reciben menos del ingreso nacional, puesto que se expande la diferencia social entre ricos y pobres, con aumentos descomunales de la riqueza y empobrecimiento acelerado de la población.
Habida cuenta de estos factores la desigualdad del desarrollo económico y social, entre los países y al interno de los mismos, nos permite, sin duda alguna, hablar de sistemas escolares (educativos) profundamente desiguales, desigualdad que incluso aumenta en los últimos años, como consecuencia del alto costo de las nuevas tecnologías, que hace que estas sean prácticamente inaccesibles a las masas de la región, excepto que sus miembros se convierten en activos manejadores de esas tecnologías, cuando las mismas acceden a la vida laboral cotidiana, en el área de los servicios, cuyos empleados y obreros son miembros de las clases populares. En consecuencia, el análisis de la escuela, de la escolaridad y en general de la cultura, en América Latina y el Caribe, pasa por el eje de un enfoque pedagogizante de la educación, que omite los problemas sociales, las diferencias étnicas, el papel de las minorías y que mantiene una situación de imperialismo interno y, no obstante suene extraño mencionarlo, en estos años de la hegemonía norteamericana, del imperialismo externo, que mediante la inevitable instrumentación de la globalización construye un discurso unidimensional, de pensamiento único, autoritario, en el sentido marcusiano de la palabra, tal como éste expresó su pensamiento en One-dimensional Man (1964).
El tema de la evolución histórica de los modelos de la educación superior venezolana
En la era industrial surge, efectivamente, la universidad liberal. Esa universidad desarrolla un modelo, expresado este concepto en términos de los principios filosóficos y pedagógicos que apoyaban y sustentaban tanto la concepción como la praxis del caso. Este modelo de universidad concebía a la universidad como a una institución dedicada a la búsqueda del saber por el saber mismo, una institución pública autónoma cuyo papel era el regular el ocio disciplinado y creativo, dedicada al cultivo de todas las áreas del saber unas idénticas a las otras en importancia y era la evolución de la universidad medieval adaptada a los tiempos en los cuales era posible hablar de un excedente, de capital para adquirir los bienes del saber, de tiempo para poder dedicar ese recurso para las tareas desinteresadas del pensamiento. La universidad liberal se caracterizaba por las siguientes cuestiones, entonces:
ENCUADRE Nº 2
CARACTERISTICAS DEL MODELO LIBERAL DE EDUCACION SUPERIOR
- Una institución dedicada al entrenamiento de los profesionales, con escaso papel de la investigación científica, tecnológica y humanística, excepto en el sentido de satisfacer las necesidades del aparato productivo.
- La institución elabora un discurso esotérico simbolizado en el especialista y en consecuencia en las profesiones llamadas liberales
- La universidad es autónoma, en capacidad de enseñar los contenidos del saber sin ninguna otra limitación que la acordada por los miembros de la profesión académica; esto es, prevalece en la universidad la libertad académica
- La universidad es una entidad universal y cada institución debe acomodarse a establecer sus niveles de evolución en la medida en que se acerque a un nivel teórico de punta, que a su vez está determinado por un consenso universal de tipo conceptual acerca del saber, lo que hoy en día llamaríamos un paradigma.
- Cónsono con el periodo de modernización de la humanidad, como consecuencia de la revolución industrial, el mundo se expandió, frente a las necesidades de hallar nuevos mercados y materias primas para alimentar la maquinaria del mundo industrial, la universidad asume ese criterio de universalidad, no solo del saber sino de los hombres y mujeres que pueblan el mundo, esto es, un proceso de globalización iniciado por la expansión europea
- Ello nos lleva a señalar que dos características esenciales de la universidad bajo el modelo liberal son su función democrática, abierta a todos aquellos competentes para seguir estudios, así como la universidad liberal hace énfasis en el cultivo de las humanidades, en forma tal que proporciona ese autentico humanismo propio del liberalismo como doctrina política, un humanismo abierto al periodo de los descubrimientos y las invenciones.
- Universal como plantea su ethos la universidad liberal se propone, por una parte, asumir la universalidad del hombre, pero, del mismo modo, construye la dimensión histórica del mismo a través del estudio de los clásicos, de sus lenguas, costumbres y características, en general.
Esta es la universidad que hemos tenido en Venezuela, desde 1828 hasta 1958, con las modificaciones habidas en ese largo trecho histórico como, por ejemplo, la fase positivista del Siglo XIX, pero en general una institución liberal, en el pleno sentido de la palabra. El siguiente cambio fundamental no va a ocurrir sino en 1958, cuando emerge la universidad moderna. De acuerdo con esta concepción la universidad asume nuevas tareas y nuevas funciones. Este modelo de universidad se propone adecuarse a las necesidades del mercado, al menos sintonizando el entrenamiento de los profesionales según las necesidades del mercado laboral. Fue le época de los estudios de los recursos humanos y de la universidad como una institución instrumental, que abandona el laissez faire de la universidad liberal para comportarse más como una unidad de entrenamiento, formando las elites profesionales y políticas, para dirigir, en ambos sentidos a la sociedad, esto es, el aparato productivo y la organización política de la sociedad. Ello supuso cambios dramáticos en la organización de la propia institución. Así surge en la universidad venezolana una concepción profesional de la misma, en términos de sus programas de formación de los estudiantes, aparece la investigación científica como una obligación institucional y la extensión como un deber social. No solo profesionaliza a la profesión académica, introduciendo ese perfil tal como conocemos hasta hoy en el papel, sino abriendo los canales de la participación política, a través de las organizaciones políticas de los profesores, empleados y estudiantes, estos últimos el eje del movimiento político universitario entre 1958 y la intervención de la universidad en 1970, en el lapso del primer gobierno del Presidente Rafael Caldera (1968-1973).
Este modelo de universidad es el que caracteriza el proceso de expansión de la educación superior, desde 1958 y que se pone de manifiesto ante el hecho de que a partir de ese lapso se bifurca el sistema de educación superior, ya que en forma paralela a las universidades autónomas existentes para ese año se crea todo un subsistema compuesto, por una parte, por universidades experimentales, ergo, dependientes directamente del gobierno nacional y, por la otra la creación del sector de colegios e institutos universitarios, así como, un tercer elemento, la expansión de la participación del sector mercado en el lucrativo mercado académico correspondiente a la educación superior. Es decir, la universidad moderna transforma su papel al interno de la misma, pero del mismo modo y si bien mantiene su autonomía la creación de nuevas universidades, experimentales, así como la bifurcación del sistema de educación superior y la propia participación del sector privado disminuyen el sentido de la autonomía de la universidad venezolana, autonomía que en la práctica es hoy en día un concepto que parece obsoleto, porque las formas de gobierno de las diversas instituciones permiten un manejo gerencial de las mismas ajenas a los mecanismos reguladores del Estado. El modelo de la universidad moderna padeció desde su creación con los efectos propios de las organizaciones políticas y gremiales de sus actores. Durante la década de los años sesenta el papel predominante lo tuvo el movimiento estudiantil, posteriormente en la década de los ochenta fueron los gremios de los profesores y de los empleados los que han movilizado a la universidad, en busca de mejoras salariales, sin ahondar mucho en su papel político, que nunca ha ido obviado, ciertamente.
Un modelo de universidad que se coloca en un momento dado de la evolución de la universidad moderna, es la universidad populista, una interesante manera de ver a la universidad, basada en postulados que es oportuno plantear en este ensayo, en donde no estamos tratando, obviamente, de hacer una historia de la evolución de la educación superior en Venezuela, pero si es menester elaborar este esquema, a fin de poder interpretar el estado actual de la institución en el país, bajo el entendido de que las instituciones son la consecuencia de acciones y reacciones de índole histórica y como el ethos de la educación superior en el país no es un valor abstracto que pueda definirse a partir de una experiencia contemporánea, sino que es la consecuencia de una evolución histórica que para que sea debidamente interpretada, debe contener el examen de los diversos modelos de educación superior que hemos tenido en Venezuela.
Lo que podemos llamar el modelo populista de universidad es la obvia consecuencia de los movimientos del mayo francés y sus repercusiones. En Venezuela esta revuelta se expresa a través del movimiento universitario denominado la renovación. Este movimiento tiene fundamentos bien explícitos en la obra de los líderes ideológicos de la renovación, Héctor Silva Michelena, Heinz Rudolf Sonntag y J. R. Nuñez Tenorio (Silva Michelena, Sonntag, 1969). Roa y Nuñez Tenorio enfatizaban cuestiones referidas a, por ejemplo, al neocolonialismo norteamericano:
"La metrópoli norteamericana tiene ideas muy claras acerca de lo que nos conviene en el plano universitario y cultural y promueve sus movimientos y personeros para ganar conciencias neocoloniales en nuestro país. No podemos mantener una simple actitud de indignación moral ante estas interferencias extranjeras y menos aun predicar que el fatalismo de nuestro atraso nos obliga a aceptar aquella intromisión. Detrás de esa penetración imperialista, de esas donaciones, de esas fundaciones internacionales que patrocinan la investigación y la docencia, detrás de esos préstamos dadivosos, de esos intercambios de profesores, de esas becas y cursillos, existe toda una maquinaria bien aceitada para la formación de una conciencia neocolonial enajenada" (Roa y Nuñez Tenorio, 1969,19).Roa y Nuñez Tenorio aspiraban a que el movimiento estudiantil
"...debe ir hasta el pueblo con su mensaje de transformación difundiendo y enseñando en forma extra-cátedra y para las grandes masas una visión científica del mundo y el hombre y una cultura nacional y popular que eleve sustancialmente el nivel ideológico del pueblo, que le imprima un nuevo tipo de educación formativa ante la explotación imperialista de nuestras riquezas, en fin, que lo estimule para una conducta ciudadana de unidad, organización y combatividad en la lucha por realizar la revolución venezolana" (Roa y Nuñez Tenorio, 1969, 25).Por otra parte, Roa y Nuñez Tenorio definían a la renovación (reforma) como:
"...un problema político real de todo el país, como un sacudimiento serio de la lucha ideológica que se desenvuelve a escala nacional, como una cuestión que se proyecta en concreto en la problemática pedagógica en torno a la doctrina y organización de la educación nacional... en fin como una elevación sustancial del nivel científico y técnico y de la capacidad cuantitativa y cualitativa para impartir la enseñanza y ejercitar la investigación", todo ello en una universidad "... de masas y no de elites" (Roa y Nuñez Tenorio, 1969, 34).El pensamiento de Roa y Nuñez Tenorio nos permite observar con precisión los objetivos de la universidad que estamos llamando modelo populista:
"En esta lucha necesitamos atacar ideológicamente las tendencias prácticas que subyacen en los modelos teóricos que se diseñan para reorganizar la Universidad. A nuestro modo de ver, las más importantes son las siguientes: el humanismo (como residuo de la universidad colonial). El cientificismo (como reducción todavía del positivismo o bien de los modelos neopositivistas), el tecnicismo (como expresión de la penetración neocolonial norteamericana) y, en fin, el filosofismo universalista (la influencia de los modelos europeos). En cada una de estas tendencias se exagera el aspecto de los distintos fines de la universidad: humanidades, ciencia, técnica y en todas ellas subyace una concepción empírica o teoricista que impide encontrar el verdadero sendero para forjar nuestro modelo nacional" (Roa y Nuñez Tenorio, 1969, 42) .El modelo populista de universidad, en la versión de Roa y Nuñez, plantea revisiones drásticas en la práctica pedagógica, como por ejemplo:
"La obligatoriedad de la asistencia a clases no puede seguir existiendo... la libre escolaridad debe ser un principio elemental de la enseñanza superior... El contenido temático expuesto por el profesor en su cátedra se encuentra en los libros. Cualquier estudiante puede perfectamente prepararse en el mismo y dominarlo tan igual como el profesor".Este igualitarismo entre estudiantes y profesores es interesante, como lo es el retorno al cogobierno propuesto en Córdoba: "Nosotros planteamos un gobierno a partes iguales entre profesores, estudiantes y egresados" y en el párrafo final de su documento Roa y Nuñez Tenorio expresan lo siguiente, en consonancia con lo anterior: "Las fuerzas revolucionarias y progresistas en la universidad tienen que concertar una estrategia común pro-reforma universitaria y una táctica inmediata que haga viable las primera medidas de renovación universitaria y académica en los próximos meses. En esta perspectiva, presentamos estas ideas a toda la población universitaria a fin de oír sugerencias y opiniones, confrontar ideas y marchar unificados en la lucha por la renovación. Llamamos pues a profesores, estudiantes, egresados, obreros y empleados de nuestras universidades, a participar activamente en los trabajos y luchas que conduzcan a la realización de la Reforma Universitaria. Todos unidos, por una Universidad de servicio a la nación venezolana" (Roa y Nuñez Tenorio, 1969, 64-65) (Subrayado en el original), añadiendo los autores de este documento que "En el plano ideológico, los revolucionarios tenemos la obligación de la defensa, difusión, enseñanza y aplicación creadora del marxismo-leninismo... Por eso, para poder realizar los planes de renovación universitaria, los revolucionarios necesitamos en la universidad cumplir un conjunto de tareas ideológicas, políticas y organizativas, que permita diseñar una nueva imagen de nuestra actividad, en consonancia con la nueva situación y las nuevas exigencias planteadas" (Roa y Nuñez Tenorio, 1969, 6-69) .
En cuanto al pensamiento de Silva Michelena y Sonntag estos expresan la doctrina de la renovación de la siguiente manera:
"Queremos expresar con absoluta claridad que no opinamos que la universidad sea o pueda convertirse alguna vez en un nuevo "foco" de irradiación revolucionaria que se propague por toda la sociedad; también opinamos que toda transferencia positiva de las estructuras internas de la universidad, sea ella radical (revolución universitaria) o tímida (reforma), será siempre parcial si la estructura socioeconómica en la cual esta inscrita la universidad no es totalmente subvertida; por ello igualmente no pensamos que las nuevas estructuras universitarias que puedan conquistarse bajo el empuje de la Renovación garantizarán o asegurarán la formación de un verdadero revolucionario, de un hombre que no se incorpore al sistema establecido; en ese sentido pensamos más bien que las organizaciones políticas revolucionarias deben cumplir el papel decisivo. A nuestro juicio, el lugar de la universidad en la revolución puede compararse al de una institución revolucionaria que por su contenido y formas especificas puede anticiparse a la revolución misma y, por lo tanto, contribuir, mediante sus instrumentos particulares al pleno "advenimiento" de la revolución" (Silva Michelena, Sonntag, 1969, 10 .Al interno de la institución Silva Michelena y Sonntag proponían medidas efectivamente radicales, que suponían un cambio institucional cónsono con la propuesta de un cambio total, que llegaba al punto de hablar de un "hombre nuevo", instrumentado a través de cómo "El movimiento universitario muestra una clara tendencia a profundizar el extrañamiento positivo. Esto se manifiesta en el desarrollo de los movimientos de renovación universitaria, que al volcarse sobre las estructuras internas de la universidad persiguen reconstruirlas de manera que facilite la formación técnica y del desarrollo del espíritu crítico en las universidades autónomas" (Silva Michelena, Sonntag, 1970, 64) . En el área interna de la universidad era en donde se iban a producir los cambios esenciales de la renovación, especialmente referido a los estudios de las ciencias sociales, porque, en efecto "El programa se circunscribe (la renovación), por ahora, a la Facultad de Ciencias Economices y Sociales". Por cierto, la universidad populista era concebida como parte de un proyecto latinoamericano, ya que como expresaban Silva Michelena y Sonntag "Actualmente, una conmoción recorre los pasillos y jardines de las universidades latinoamericanas" , e incluso al hablar de la reforma curricular, se afirmaba que el científico social era, en esencia, "un revolucionario", aunado ello al hecho de hacer desaparecer las disciplinas sociales y unirlas en un solo haz de conceptos, la ciencia social genérica. El modelo populista de universidad se podía observar en el hecho de que la nueva facultad iba a estar dirigida por 21 miembros, 7 profesores, 7 estudiantes y 7 empleados, advirtiendo que estos, reunidos en un Consejo, gobernarían la facultad dirigida así: "El consejo tendrá un presidente-coordinador; este nombramiento podrá recaer indistintamente sobre un profesor, un estudiante o un empleado, con la única condición de que tenga 18 o más años". La nueva facultad estaría dividida en unidades y no en escuelas y una de esas unidades es de "carácter permanente, irremplazable por la naturaleza de la función que esta llamada a cumplir. Esta unidad es la unidad de la nueva sociedad y del hombre nuevo. Todo estudiante debe trabajar al menos un año en esta unidad que, para disipar todo malentendido, no es una unidad de futurología sino del desarrollo de lo antes hemos llamado utopía-concreta". Los elementos más importantes de la renovación consistían en la eliminación de la llamada clase magistral, porque estas solo formaban "seres pasivos", pero en donde se presentaba una propuesta radical era en el terreno de la evaluación. Sobre este particular expresaba la universidad populista que los exámenes eran una propuesta "obsoleta" y establecían los siguientes principios:
"El examen será evaluado por el profesor de la siguiente manera: revisará cuidadosamente, con la asistencia de un estudiante, la prueba escrita. Las calificaciones son solo dos: APROBADO o APLAZADO (esperamos que ningún estudiante resultara aplazado dentro de nuestro plan). Una vez asignada la calificación, el profesor discutirá con el examinando su prueba escrita, en presencia de otro estudiante; después de esta discusión la calificación podrá ser modificada. Una cosa debe quedar absolutamente clara en este proceso: el profesor es un compañero del estudiante, y este siempre tendrá derecho de apelación sobre la calificación obtenida, ante un cuerpo que se compone de dos profesores y dos estudiantes de la respectiva unidad. Este cuerpo será designado cada año por el Directorio de la Unidad. También podrán estar presente, si así lo solicitasen, dos empleados administrativos de la Unidad" Silva Michelena y Sonntag, 1969,55) .Estas posturas no tuvieron éxito pero de alguna manera permearon la educación venezolana y desde entonces quedó lesionada la idea de la clase y se ha impuesto, al menos en las ciencias sociales, esta especie de profesor-compañero, a menudo convertido en una "facilitador", en una persona que establece una relación igualitaria, de "amigo", una relación planteada en términos afectivos, de hecho. La clase magistral en verdad, tal como se la concebía, ha visto disminuida su influencia, en parte porque al hacerlo se elimina un compromiso y se facilita el trabajo de aula. Los exámenes cayeron en desuso, del mismo modo y la sola palabra examen despierta sospechas de "autoritarismo", en la educación superior venezolana, sobre todo en las áreas mencionadas de las ciencias sociales y educación. Por ello he examinado la substancia de la universidad populista, un modelo que no logró imponerse en si mismo, pero que tuvo un impacto que no puede ser negado, en la organización del trabajo académico venezolano. De hecho la universidad populista se oponía al modelo de "la universidad funcionalizada" y proponía que fuesen los estudiantes "el único motor de hacer remontar el vuelo revolucionario: la masa de estudiantes progresistas" y planteaba que "... la acción para llevar a término la construcción de una Nueva Universidad debe concebirse con extensión continental. Las más recientes agresiones a diversas universidades latinoamericanas son prueba fehaciente de que la alienación positiva tiene ante sí un enemigo, poderoso aunque no imbatible, también de extensión continental. Este enemigo no es otro que el imperialismo norteamericano y sus aliados locales de clase... por eso esperaremos que la acción de la masa estudiantil venezolana conquistará inevitablemente su Nueva Universidad: la Universidad critica, racional y revolucionaria" (Silva Michelena, Sonntag, 1969,60) .
ENCUADRE Nº 3
CARACTERISTICAS DEL MODELO POPULISTA DE EDUCACION SUPERIOR
- Coparticipación de los diversos actores en el manejo y gobierno de la institución
- La universidad convertida en instrumento de cambio revolucionario
- Subsidio total del Estado, sin limitaciones, para el funcionamiento de la institución
- Gratuidad absoluta del pago de matrícula y servicios estudiantiles y seguridad social para los profesores, bajo el principio de la necesidad de la estabilidad laboral
- Mantenimiento de la autonomía en forma completa, incluyendo el concepto de territorialidad
- Manejo académico y administrativo sin control externo, caso en el cual se omiten fórmulas dirigidas a la evaluación, de cualquier género
- Intenso papel de la universidad y del movimiento político generado en la misma para estimular la revolución y el antiimperialismo
- Supresión de los exámenes y de las clases magistrales
- Creación de una verdadera comunidad universitaria, con los profesores, estudiantes y empleados con los mismos derechos académicos; esto es, no solamente populismo sino igualitarismo.
- Los estudiantes y su movimiento político e ideológico como instrumento de la revolución, cuyo objetivo era el de construir un "hombre nuevo".
La universidad neoliberal, por su parte, es la universidad que vivimos actualmente en Venezuela, cuyas características pugnan por imponerse, sin dejar de advertir que tal como ocurre con otras instituciones que generan varios modelos estos coexisten en la sociedad venezolana actual y así podemos identificar universidades liberales, modernas, populistas y por supuesto neoliberales, pero ningún modelo se produce en "estado de pureza" sino que las características de los distintos modelos suelen sobreponerse unos a otros en híbridos que a veces ocultan sus verdaderas características, bajo el entendido, como añadido, que la universidad ha ido, es y será una institución en el centro de las presiones ideológicas y políticas, independientemente del modelo que asuma en un momento dado. La universidad neoliberal se halla comprometida con las necesidades del mercado, como nunca antes y la institución se plantea como obligada a generar recursos propios para aligerar la carga financiera por parte del Estado y aparece, de hecho, una visión mercenaria de la universidad y los profesores tienden a aparecer como consultores y asesores o ejerciendo paralelamente sus actividades profesionales, al mismo tiempo que mantienen sus cargas académicas, livianas, ciertamente, pero conservando un empleo tan atractivo como el empleo académico venezolano, hablando de las instituciones financiadas por el sector público. La universidad neoliberal disminuye su papel político y aumenta su vinculación con el mercado productivo y laboral. Por ello el modelo se expresa con mayor nitidez en las universidades privadas del país, especialmente de aquellas creadas por la empresa privada para que cumplan una función instrumental. La universidad neoliberal se caracteriza por una serie de elementos conceptuales derivados de la concepción doctrinaria del neoliberalismo, que a su vez significa una versión radical del capitalismo expansionista, expresadas dichas ideas, con la mayor precisión, por el venezolano Carlos Ball. En efecto, Ball propone que las ideas del mercado prevalezcan en el funcionamiento de la educación superior, eliminando cualquier participación del Estado, que denomina "Estado Frankenstein" (Ball, 1992, 283-306) . Una universidad bajo el modelo neoliberal aplica a la institución las reglas de operación de una empresa, eliminando el ocio, por ejemplo, y todas las características de la universidad moderna. El estudiante se convierte en un "cliente" y el profesor prácticamente abandona su papel como intelectual para asumir aquel de un "facilitador", así como los dirigentes académicos se convierten en "gerentes" y en todos los casos se produce un esfuerzo despolitizador, procurando eliminar las asociaciones de estudiantes, profesores y empleados. Así como en la universidad bajo el modelo populista vincula a la institución según los objetivos de cambio de la sociedad, la universidad neoliberal se plantea como una institución de cooperación con los objetivos del aparato productivo. En general, se aplican a la universidad los principios doctrinarios del neoliberalismo:
ENCUADRE Nº 4
CARACTERÍSTICAS DEL MODELO NEOLIBERAL DE EDUCACION SUPERIOR
- Globalización de la economía y de las instituciones, a través de las posibilidades de la virtualización de la universidad, unidas a través del cable de las nuevas tecnologías. El concepto de aula es sustituido por el de aula virtual y todo el lenguaje de los criterios de enseñanza-aprendizaje son transformados estableciéndose nuevas formas de interacción entre los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje.
- En lo posible se aplican los conceptos del mercado: privatización, rendimiento, eficacia, competitividad y cancelación del costo del servicio por parte de los usuarios, así como pago de los profesores según su rendimiento por hora de servicio prestada.
- Creación de empresas universitarias (científicas y tecnológicas) que permitan la participación de la institución en el mercado, caso en el cual la universidad se convierte en un agente de gestión empresarial, con todas sus consecuencias.
- Se introducen en la mecánica de la vida académica todos los elementos propios del control de calidad y los miembros de la vida académica en si, estudiantes y profesores, pasan por el tamiz de la productividad, así como en todos los casos se impone la ideología de la selección del talento como el mejor mecanismo para usar los recursos escasos en forma óptima, según las expectativas del mercado, obviamente
La universidad neoliberal, entonces, es el último modelo en incorporarse a la coexistencia de varios de ellos, originados y desarrollados en los quinientos años de existencia del país, desde las primeras instituciones creadas en Venezuela para entrenar clérigos, pasando por la universidad nacionalizada a través del proceso emancipador, el surgimiento de la universidad moderna con sus antecedentes en la reforma universitaria argentina, el interregno de la universidad populista consecuencia de las revueltas parisinas y finalmente la universidad creada bajo el prisma de la tecnocracia y de una visión del mundo que distinta, no es ni mejor ni peor, sino una manera diferente de ver a la universidad, que en sus diez siglos de existencia ha ido cambiando con los tiempos, adaptándose a las nuevas circunstancias y con sus momentos de florecimiento y decadencia, en ciclos spenglerianos que no dejan lugar a dudas de cómo la institución avanza progresivamente a estadios más elaborados, en la búsqueda del saber, infinita y compleja como es.
Retórica y techne en el análisis de la educación superior
Para quienes estudiamos a la educación superior es indispensable advertir el hecho de que seamos parte de la educación superior, como docentes o investigadores, no impide el análisis objetivo, serio y profundo acerca del funcionamiento y operación de la educación superior en el país. Pero, por otra parte, esa educación superior como la educación en general, es manejada con criterios políticos que de una u otra manera representan intereses creados en la sociedad. Es decir, el análisis no es ni puede ser neutro, porque hay inevitables enfoques ideológicos y técnicos, acerca de la educación superior, en el espacio nacional y en aquel de índole internacional. Naturalmente, hay mucho escrito sobre la educación superior venezolana y especialmente acerca de la universidad. Sin intentar ser originales analizamos a la educación superior y específicamente a la universidad tratando de ir mas allá del análisis convencional, aquel de índole retórico que alude a que la institución es "la casa que vence a las sombras" o al análisis más convencional que se apoya en cifras estadísticas pero no en datos empíricos, porque estos últimos no se hallan disponibles, por lo demás; queremos ir mas allá del carácter preposicional que es común y en efecto mas allá del "deber ser" de ese nivel de la educación superior y tratar de englobar en un solo propósito analítico profundo y no convencional un nivel escolar en donde, además de producir egresados y conocimiento, ocurren faltas graves a la ética académica, a lo administrativo y el cuido de los fondos que el Estado otorga para su pulcro uso y que a menudo deviene en corrupción simple y llana, como ocurre en las instituciones del sector privado, en donde se lucra sin fines y se hacen negocios evidentemente ilegales y abusivos, por la enorme demanda que existe por títulos y credenciales, obligadas las personas por la presión de los empleadores, que exigen esos títulos y credenciales y sin los cuales se hace difícil el acceso al mercado laboral. En otras palabras, como expresaba Kolakowski, tratamos de examinar el otro lado de la luna, aun cuando no tenemos ni siquiera los instrumentos de que dispuso van der Berhge para su estudio de la universidad africana (Berhge, 1973) . De hecho, como he ensayado en otro sitio, el mismo principio de la gobernabilidad se halla bajo cuestionamiento, en la educación superior venezolana (Albornoz, 1997, 41-88) .
En cuanto al fundamento analítico de la educación superior venezolana debemos tomar en cuenta dos cuestiones básicas para la comprensión de este vasto sector de la educación venezolana, habiendo ya señalado que el conjunto de instituciones de educación superior labora como tales, como instituciones aisladas unas de las otras, sin formar un sistema y que estas instituciones se comportan según el criterio de desigualdad cualitativa y diversidad institucional. Pero, al mismo tiempo, subyacen dos elementos que, dijimos, son esenciales, como son, por una parte, el hecho de que la educación superior venezolana busca el poder más que el saber y que, por la otra, el que al menos en la década de los noventa el eje de ese poder son, uno, las propias autoridades institucionales, electas en procesos políticos en donde priva por encima de otros criterios el clientelismo y, otro, el propio papel de los gremios y sindicatos que se han organizado en la educación superior venezolana. En la década de los años sesenta y parte de la década siguiente el eje del poder en la educación superior eran los estudiantes, pero desde ese mediados de la década de los setenta hasta el presente el eje de la movilización está en manos de los profesores y de sus gremios. El ethos de la educación superior, entonces, se construye alrededor de estos elementos, que no alrededor de la idea del saber, que no obstante deba de ser la razón de ser de las instituciones de este tipo es secundario en la actividad institucional y de hecho en algunos casos completamente marginal en la praxis cotidiana. En este sentido la retórica amplia su esfera de influencia. Dos ejemplos recientes me permiten manejar esta idea de la retórica. Es el caso de una autoridad de una universidad pública, de quien me permito transcribir tres frases, que constituyen un notorio ejemplo del desvarío de la retórica:
- "Al renovar nuestras prácticas pedagógicas, las reflexiones que le sirven de marco y las estructuras que le sirven de soporte, los maestros tenemos hoy la posibilidad de incidir de manera fundamental en la redefinición del proyecto socio político de nuestros países". En verdad no existe ningún país de los "nuestros" en donde los maestros incidan, en modo alguno, en la "redefinición de los proyectos socio políticos", cuyos fundamentos se originan en otras áreas del acontecer, generalmente aquellas vinculadas a quienes producen bienes, sobre todo de capital, en el ámbito global, en eso que llaman las multinacionales.
- "En este tiempo de imperios agotados, de desesperanza nórdica, de violencia insensata, esta élite integrada por los maestros latinoamericanos puede recordar al planeta que la felicidad es posible".
- "Vamos, como dijo el poeta, "todos juntos, a rehacer lo roto" y sobre todo "a preparar las vísperas": las de ese tiempo, afortunado y pleno, en que las inequidades serán solo un recuerdo borroso, ese tiempo en que el mundo será un aula y Latinoamérica una maestra dando su lección de tolerancia y prosperidad, de "saudade", de amor" (Rodríguez, 1998) .
Un segundo ejemplo es la frase pronunciada por un Rector de una universidad, según quien, en una universidad fundada hace dos décadas decía que "Ya medimos, ya limpiamos y emparejamos el terreno; ahora hay que construir la casa", que no es solamente una frase retórica, sino que es un enfoque positivista de la educación que desconoce la dinámica de la misma, porque hacer educación superior no es análogo a construir una casa (Carrera Damas, 1998). En la educación superior venezolana se mezclan elementos de gestión populista con aquellas de la demagogia y la retórica. Un ejemplo está contenido en un aviso del Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, quien invitaba a un acto para discutir el tema de "¿Reforma Constitucional o Constituyente?", y mencionaban una serie de "comunidades organizadas" entre las cuales se hallaban la "Asociación de vecinos de la Calle Anzoátegui" y el Club de Boxeo "Pelo E' Cochino (sic)".
La información acerca de la educación superior
No es posible hacer un análisis del sistema educativo de la educación superior que sea definitivo, porque la información que se tiene es limitada y errática, lo cual se evidencia más cuando se trata de profundizar en algún tema en particular. Las dependencias administrativas de la educación superior, como la OPSU, han dejado de publicar, desde hace varios años, los resúmenes estadísticos correspondientes y en general las informaciones hay que solicitarlas en cada institución, pero en general las mismas operan bajo aquel concepto de Simule del secreto. Solicitar un simple vitae de una autoridad institucional de la educación superior, acceder a los archivos para verificar datos de una persona que estudie o haya egresado de una institución, averiguar los detalles de presupuesto y asignación de partidas del mismo género, en fin, la diligencia más sencilla topa con un clima interesante, en donde los datos son difíciles de adquirir. El crecimiento explosivo de la educación superior venezolana, es un factor que contribuye a la dificultad de recuperar datos estadísticos y de recuperar datos empíricos. En la práctica, de hecho, existen escasos estudios empíricos de la educación superior venezolana; esto es, se dispone de numerosos análisis y propuestas, pero en la casi totalidad de los casos no existe el conjunto de evidencias empíricas que pudieran orientarnos a expresar juicios técnicos y no solamente juicios de valor. Incluso, ocurre en la vida académica venezolana un aislamiento interesante, de modo tal que en las instituciones en donde pueden hallarse informaciones estas se comportan en forma muy celosa, de modo tal que no solamente no proporcionan los datos que puedan mejorar la comprensión de las mismas, sino que ocultan, de hecho, información. Esto es, las instituciones de la educación superior venezolana no aceptan el principio del accountability y en ese caso es imposible evaluar y estimar el comportamiento de las instituciones. Aquellas del sector privado, por ejemplo, se comportan como empresas, con mucho celo y secreto, mientras que en las instituciones públicas existe un desorden generalizado, que hace improbable acceder a informaciones supuestamente sencillas. Para emplear el alibi de costumbre la sociedad venezolana no es una cultura moderna, en cuanto sea una cultura de la información, pues en todo caso es mas bien una sociedad de la noticia, pero no de la información. Al margen de apreciaciones e interpretaciones cargadas del más sano nivel emotivo e independientemente de las diversas posiciones y posturas ideológicas, doctrinarias y académicas que puedan tomarse de nuestra educación superior, no cabe duda, al menos para los especialistas en el campo, que la nuestra es una instancia escolar de nivel postsecundaria de mayor originalidad en el mundo. Por ello quizás hasta sí debemos preservarla y estudiarla, a nivel macro y al correspondiente nivel micro. Al menos así parece ocurrir al nivel de quienes tienen en sus manos formular las políticas del sector, porque no existe ninguna tendencia hacia un cambio hacia una racionalización del sector, sino que, todo lo contrario, tal como ocurre al nivel de las individualidades, psicológicamente hablando, nuestras unidades de la educación superior, públicas y privadas, metropolitanas y de provincia, buenas y malas, según quien opine, todas preservan sus características.
El ethos de la educación superior venezolana
El ethos académico de la educación superior venezolana tiene que ver con los objetivos de la misma, pero más que ello con sus funciones especificas, con lo que pudiéramos denominar la operatividad institucional, porque en el papel todas las instituciones tienen las mismas funciones y objetivos. Por ejemplo, una universidad venezolana, de muy baja producción académica, define su papel como: "La Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez es una institución orientada hacia la búsqueda de la verdad y el afianzamiento de los valores trascendentales del hombre, que realiza una función rectora en la educación, la cultura y la ciencia, mediante actividades de docencia, de investigación y de extensión", definición que pasa solamente por el eje de la retórica, porque los niveles de producción de las universidades experimentales venezolanas es sumamente bajo, comparado con las universidades autónomas. Esto sin entrar a discutir si el papel de una universidad es "la búsqueda de la verdad", que es un valor absoluto, o si se dedica a explorar la realidad, natural y social, y tratar de explicarla, en tanto la ciencia es explicación causal y la búsqueda de la verdad un principio teológico y filosófico, pero ello ha de quedar fuera de nuestra argumentación, en esta oportunidad. Cabe añadir que el primer objetivo que se plantea la universidad aludida es el siguiente: "Formar y capacitar recursos humanos que a corto, mediano y largo plazo demanden las áreas prioritarias para alcanzar el desarrollo del país", un objetivo impreciso y no exactamente un objetivo institucional, porque una universidad está obligada a formar recursos humanos, ciertamente, pero no tiene porque atenerse en forma acrítica a las demandas de la sociedad, porque esta puede hallarse mediatizada y la universidad se define como una institución, precisamente, autónoma y que puede decidir formar recursos humanos que no necesariamente coincidan con "las áreas prioritarias para alcanzar el desarrollo del país", sobre todo porque la noción de desarrollo es una interpretación ideológica, no necesariamente un objetivo abstracto (De Venanzi, 1997,11-41)
Caben muchas maneras de interpretar a la educación superior, bien en el ámbito internacional o nacional, pero es oportuno, definir con absoluta propiedad lo que es una universidad, para mencionar y tomar la institución decisiva de la academia. No significa ello que vamos a entrar en esta oportunidad en un análisis de la teoría de la universidad, que abarcaría ya en el mundo moderno desde Newman hasta Kerr. Pero si es oportuno definir conceptualmente lo que es una universidad o por extensión qué es una institución de educación superior. Es bastante probable que la Magna Charta aprobada en Bologna por los rectores de las universidades europeas sea apropiada en esta oportunidad. Según este documento se elaboran ciertos principios principales que deben apoyar la vocación de la universidad:
ENCUADRE Nº 5
PRINCIPIOS DE LA MAGNA CHARTA DE LA UNIVERSIDAD CONTEMPORANEA EUROPEA
- "La universidad es una institución autónoma en el corazón de sociedades organizadas de distinta manera por razones de su geografía y herencia histórica. Produce, examina, evalúa y transmite una cultura dedicada a la investigación y a la docencia.
- "Para alcanzar sus logros la investigación y la docencia deben ser moral e intelectualmente hablando independiente de cualquier autoridad política y poder económico"
- "La investigación y la docencia deben ser inseparables para garantizar los avances en la búsqueda del saber"
- "La libertad tanto en la investigación como en la enseñanza es el principio esencial de la vida universitaria y estas deben garantizar poder ejecutar ese principio. Rechazar la intolerancia y estar abiertas al diálogo, la universidad es el lugar ideal para que los docentes impartan su saber y preparados para avanzarlo, mediante la investigación y la innovación y despertar en los estudiantes el amor por el cultivo del saber"
- "La universidad es el recurso fundamental de la tradición humanística europea. Su objetivo permanente es el de alcanzar conocimiento universal, satisfacer su vocación trascendiendo fronteras políticas y geográficas y afirmar la necesidad vital de las distintas culturas para conocerse e influirse mutuamente"
La Magna Charta, firmada en Bologna (Italia) el 18 de septiembre de 1988, plantea en forma inequívoca que el principio rector de la universidad es que la docencia no puede ni debe estar separada de la investigación, un principio que cabe discutir con extensión en el caso venezolano, porque la diversidad institucional ha especializado a las mismas, de modo tal que hay instituciones dedicadas exclusivamente a la docencia y otras exclusivamente a la investigación, quebrantando el principio aludido. Diversidad que señala un mapa complejo, en donde cabe instituciones de carreras cortas, medianas y largas, públicas y privadas, metropolitanas y de provincia, dedicadas unas a la docencia y otras a la investigación y así sucesivamente (CRE, 1988)
Cabe añadir, por cierto, que las instituciones escolares (educativas) operan y obedecen principios filosóficos pertinentes. Cuando hablamos de neoliberalismo es obligado comentar que este enfoque de la educación y por ende de la sociedad es en este caso un enfoque utilitarista de la educación, esto es, la educación para un objetivo, el trabajo, por ejemplo, la utilidad del saber, las credenciales como prueba de ello y así sucesivamente. En verdad la educación, bajo los principios del liberalismo, no es utilitaria. Cabe señalar que Herbert Spencer, en su famoso ensayo La educación intelectual, moral y física (1861), comenta una observación hecha por Alexander von Humboldt: "Un indio del Orinoco que no se preocupa por el confort físico trabajará durante dos arduas semanas en pintarse la piel para lucir mejor frente a los otros; una mujer india que no vacilaría en salir desnuda de su choza no se atrevería a violar las costumbres de su grupo dejándose ver sin las pinturas adecuadas en su cara y cuerpo", metáfora para argumentar como el saber tiene un valor en si, de carácter estético y moral, que no es un valor utilitario. Este es el sentido del saber en el modelo liberal, pero que va a desaparecer en el modelo neoliberal, así llamado. Es cuasi religioso porque el amor a Dios es desinteresado, en el catolicismo y en las religiones, en general. Es un saber esotérico, en el modelo liberal, pero exotérico en el modelo neoliberal. Ese principio es el que Rüegg traslada al ethos de la universidad, el desinterés en cuanto a que cuando el saber es interesado estaríamos hablando sí de educación superior pero no de universidad. Por ello la universidad ideal en el modelo liberal es la universidad elaborada a partir de una estética, mientras que, obviamente, la universidad neoliberal, se apoya más bien en una ética de la producción y por desviación de la productividad en sí misma, mensurable como la producción y productividad de una empresa. En una palabra, la universidad liberal es el concepto del ivory tower, cuyo fin es planteado por una institución concebida al amparo de los principios de una cadena de producción, la universidad neoliberal.
Dicho lo anterior es menester afirmar que existen numerosos indicadores que permiten evaluar con objetividad el comportamiento no solo de un sistema de educación superior sino sus componentes en términos institucionales o bien a través del examen y análisis de sus actores, como hacemos en el caso de este libro, examinando algunos aspectos de la profesión académica. Técnicamente hablando, como destaca Walter Rüegg, la universidad es una institución en donde los miembros de la profesión académica se hallan en una posición intermedia entre los que son sus propios empleadores y los que son empleados comunes en el mercado laboral (Rüegg, 1986) . Nada es más autónomo que el aula en donde labora el profesor, en donde el mismo es un "jefe", en términos del poder, no solo porque supuestamente tienen ese ingrediente que no tienen los alumnos, el saber, sino porque se halla en posición de poder, análogo al del sacerdote que en su momento imparte penitencia y mucho mas allá del médico, que suele estar bajo la posibilidad teórica de la segunda opinión, pero en todo caso más cerca del tipo de decisiones de cualquier árbitro en un deporte, que de hecho es infalible. En el ethos académico venezolano existe una relación de poder entre el profesor y el alumno en donde el primero tienen todo el poder, excepto en las instituciones privadas en donde el poder se halla en manos del propietario, quien dicta las normas y las impone o las incumple, según su voluntad. En la academia venezolana el profesor no tiene que pasar por supervisión de su actividad, excepto a partir de las externalidades, en este caso la producción académica, que es incipiente en el país. No es evaluado en forma técnica por sus alumnos ni por sus pares. En este caso y en los términos de Herzberg desempeña un empleo pero no un trabajo y en todos los casos un empleo de baja exigencia, que puede permitir como de hecho lo permite que el profesor tenga más de un empleo e incluso tenga la flexibilidad para ausentarse de sus actividades en forma periódica, hasta el punto de que muchos profesores dictan clases en más de una institución o tienen otros empleos o tienen negocios y empresas, que manejan incluso desde la propia universidad o pueden dedicarse a tiempo completo a la actividad política fuera de la universidad o institución en donde laboran, aun cuando hoy en día se ha logrado convertir al campus académico en una arena política, pues los procedimientos de elección de autoridades académicas son análogos a aquellos del mundo político externo
La profesión académica en la sociedad venezolana es el mejor ejemplo de una clase ociosa, en el sentido que le daba Veblen a este término (Veblen, 1951) . El profesor tiene que dar un máximo de doce horas de aula y de resto es prácticamente dueño de su tiempo, porque se le cancelan sueldos y honorarios según su función, independientemente de la performance de la misma. Es decir, la evaluación actual se hace, en el mejor de los casos, a través de las externalidades pero no por medio de las internalidades, que se hallan libres de supervisión y control. En este sentido el empleo académico es tal que Rüegg puede calificarlo como un "appointed man of leisure". Con relación a la universidad alemana éste decía que "Even today the opinión is widespread that a professor has to teach only six classes a week, can take a three-month holiday and is paid for his position until he is 70 years of age and does not work but sits as his desk". Es de insistir en que el ocio no es nocivo per se y que, más bien, tal como decía Aristóteles, el bios theoretikos es solo posible cuando existe ese ocio propio de la académica, una institución que, contraria a una empresa común, puede absorber el ocio, en función creativa, más que el hacer en si mismos como expresión de quehacer. Probablemente en este mismo orden de ideas es que Marx, en su Ideología Alemana (1845) hablaba de una visión del futuro en donde el hombre estuviese libre de toda alienación y libre, ergo ocioso, pudiera dedicarse a tareas creativas e intelectuales, en consecuencia el intelectual es un hombre de ocio, contrario esta visión del neoliberalismo actual, que ve al hombre como un homo faber y no como un homo academicus y de hecho propone criterios de productividad, performance, rentabilidad y eficiencia, en una actividad en donde, probablemente, el ocio es un factor esencial y el riesgo en términos de la renta de la inversión es alto y a veces intangible. De hecho no existe ninguna otra profesión, en el mercado laboral, que tenga tanto tiempo libre y menos responsabilidades públicas que la profesión académica y esto ha provocado numerosos estudios criticando los abusos a que ello conduce (Sykes, 1988) . El ocio en el sentido de ocio disciplinado es "a situation of action without any direct purpose, leisure as time that does not have to be accounted for, is therefore an essential condition for the effectiveness of the university and the university teacher (and for this reason) he can do this best (teaching and doing research) if he keeps at a distance from the enviroment. Only then is he capable of critically observing social processes, of developing criteria, of intellectually mastering the unforseen or of developing, testing and transmitting methods for the orientation, regrouping or rearrangement of social processes where that is necessary" (Rüegg,1986,395)
Esto me sugiere comentar otro elemento del ethos de la académica venezolana, cual es que la actividad de los profesores no es solamente liviana en cuanto a la exigencia laboral y en consecuencia es un empleo, sino que es un empleo de por vida, puesto que llegada la edad de la jubilación, que acontece alrededor de los 50 años de edad, el profesor continúa percibiendo sus sueldos y salarios hasta su muerte y de hecho si le sobrevive el cónyuge o hijos menores de edad éstos reciben la pensión hasta que el cónyuge contraiga nuevas nupcias o los hijos lleguen a los 21 años de edad o hasta 25 años si están estudiando carreras universitarias. En todo caso la jubilación es al parecer un síntoma de ansiedad de los miembros de la academia y en este sentido es importante examinar los pro y los contra de un sistema de jubilación que permite que a los 50 años una persona se desincorpore de una institución y quede libre de desarrollar una segunda carrera, recibiendo ingresos idénticos a aquellos que permanecen activos y de por vida. Mis estudios parecen señalar que los miembros del personal docente y de investigación tienen tres lapsos motivacionales, en el desempeño de su carrera. Diez años iniciales en donde se hace un esfuerzo relativamente alto para estabilizar el ingreso y acomodares a las áreas de preferencia, un según lapso de consolidación y un tercer lapso de retiro prematuro, caso en el cual los mencionados profesores están esperando el lapso de jubilación y cinco años en los cuales preparan su acceso a otro empleo. Esto es interesante, porque precisamente estos profesores abandonan su institución en el inicio probable de su madurez intelectual y entonces pasan a prestar servicios en otro sitio, en donde han de iniciar un proceso de adaptación que no siempre es lo mejor para la institución receptora. Más aun, obsérvase en el mundo académico venezolano lo que pudiéramos denominar la bijubilación, esto es, la persona que al borde de los 50 años de edad tiene una jubilación y puede esperar otra, antes de los 70 años.
Cabría una discusión acerca del hecho de cómo los profesores tienen una carga laboral liviana, pero, curiosamente, no se cultiva el ocio como una característica de los profesores, quienes deben estar o aparentar estar ocupados, aun cuando sea en forma falsa. De este modo los profesores suelen decir que aparte de sus horas de aula se dedican a la investigación, cuando la tasa de productividad es relativamente muy baja, a pesar de que disponen de tiempo suficiente para dedicarse al ocio creativo y creador. Podríamos hablar de la necesidad de un ocio disciplinado y la necesidad de abordar la profesión académica como una profesión intelectual, porque de otro modo se convierte en una actividad burocrática. Observo, por ejemplo, que en mis estudios sobre la profesión académica la mayor parte de los profesores dicen estar "muy ocupados", no obstante que observaciones erráticas ponen de manifiesto que los profesores se ocupan casi exclusivamente de la actividad de aula. En una universidad situada en Caracas, por ejemplo, se examinaron las fichas de lectura de los asistentes a la biblioteca principal de la misma y solamente el 4 por ciento de los profesores de la misma, unos mil profesores, habían hecho solicitudes en la biblioteca; esto es, la casi totalidad de los lectores eran los estudiantes, quienes requerían materiales de lectura asociados con sus actividades de aula, caso en el cual, probablemente, la calidad del trabajo de aula sea baja, porque, por otra parte, se examinaron 76 tesis de licenciatura en el área educación, en otra institución, y se halló que la bibliografía se repetía en forma reiterativa en todas estas tesis de grado, girando la misma en alrededor de once títulos, citados en todas las tesis, amén del hecho de que los tutores de las mismas eran prácticamente cinco profesores, todo lo cual señala el carácter burocrático del proceso de enseñanza-aprendizaje en algunas unidades de la educación superior venezolana, pero no existen datos para avalar esta hipótesis, mas allá de lo referido al azar.
El papel de la universidad es, entonces, el de un ocio disciplinado. Ninguna otra institución de la sociedad permite esta noción y por ello, por cierto, es que los principios de la gerencia de una empresa no pueden ser aplicados a una universidad y del mismo modo los principios del neoliberalismo fallan en capturar este sentido del ocio, ya que los principios de esta postura ideológica suponen una ocupación permanente, que tiende por fuerza de necesidad a hacerse burocrática y por ende poco creativa. Por ello este sentido del ocio disciplinado supone una alta capacidad de riesgo e incluso, desde el punto de vista de un empresario, una pérdida de tiempo y de dinero. En el ethos de la educación superior venezolana, entonces, no pareciera caber el ocio disciplinado, sino lo contrario un ocio circunstancial que no es sino una evasión del trabajo, esto es, una masa laboral que al perecer se atiene exclusivamente a sus deberes de empleo, solamente. Teóricamente hablando concebir a la universidad como una institución del ocio disciplinado supone al menos aceptar que el factor de alto riesgo ya señalado se refiere a la incertidumbre del trabajo académico, porque de las dos funciones básicas de la universidad, transmitir saber de punta y concebir nuevo conocimiento, en ambos casos es menester una dosis elevada de incertidumbre. Mas aun, la búsqueda de nuevo conocimiento supone la disminución de la incertidumbre, al tratar de encontrar soluciones a problemas que en el futuro conduzcan a la producción de bienes y servicios destinados al bienestar de la sociedad, no obstante el efecto perverso, en algunos casos, de bienes concebidos para un propósito que tienen un efecto dañino y distinto a la ideología del bienestar. Los profesores son, entonces, la clase ociosa de Veblen, pero este concepto no es análogo a la noción vulgar del concepto de ocio, que es el de "Cesación del trabajo, inacción o total omisión de la actividad", sino más bien, en otra acepción, entendido como "Obras de ingenio que uno forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones". Naturalmente, lo que la universidad no es, es un sitio de ociosidad, que quiere decir "Vicio de no trabajar, perder el tiempo o gastarlo inútilmente", frase que alude al refrán de data bíblica, "La ociosidad es la madre de todos los vicios". Cabe apuntar en esta oportunidad que la universidad venezolana es un espacio privado y público y el ocio disciplinado puede ocurrir solo en la universidad pública, porque la privada se rige por el principio del costo-beneficio y no hay nada más costoso que el ocio y, porque no decirlo, mucho más costoso es la ociosidad, caso en el cual la universidad debe propiciar el ocio disciplinado pero evitar la ociosidad, obviamente. Cabe, entonces, hablar de un tiempo académico que se debe abrir al tiempo de reflexión y por ello el académico, en el ámbito estudiantil y de los profesores, debe incluir ese tiempo que por razón obvia es distinto al tiempo que pudiéramos llamar tiempo social, para distinguirlo del tiempo académico. La sociedad, en todo tiempo y lugar, crea estas instituciones ociosas, que son las que por su propia naturaleza pueden dedicarse a tiempo de reflexión, lo cual no quiere decir al dolce far niente, que es el tiempo de la ociosidad. El ocio tiene en la universidad, entonces, una función social, permitiendo que un grupo de personas se dediquen en forma completa, exclusiva, a la búsqueda y transmisión de saber, de aquello que es nuevo, de innovación y por ende a menudo contrario o rechazado por la sociedad. No deseo interrumpir mi argumentación, pero es oportuno desde ya adelantar que la diferencia esencial y fundamental entre la universidad pública, autónoma, y la universidad privada, en la sociedad venezolana, es que la única que puede promover el ocio disciplinado, aun con todos los abusos que a veces llegan a tiempo ocioso y a actividades llenas de ociosidades, es la universidad autónoma, puesto que la universidad privada venezolana, a menudo sin proyecto académico sino con proyecto comercial, de lucro, no puede subsidiar porque su interés es estrictamente comercial, no obstante aun así presten un servicio a ciertos sectores de la demanda que por sus propias condiciones son excluidos de las universidades públicas. Esto es, el tiempo académico en la universidad privada está sujeto al concepto de costo-beneficio, de lucro, como dije, porque incluso, de hecho, he dicho en más de una oportunidad, haciendo un fácil juego de palabras, que muchas de estas instituciones son de lucro sin fines, esto es, de lucro incesante, favorecidas entre otras cosas no solo por la demanda sino por el hecho de que son instituciones que no cancelan impuesto sobre la renta, precisamente porque aluden ser sin fines de lucro, cuando en verdad, efectivamente, se lucran en forma abierta y en muchos casos abusivas, sin responder para nada a las múltiples exigencias de una universidad, porque se reducen a producir profesionales, sin hacer ni investigación, ni extensión, ni servicio y ni siquiera forman parte del mundo académico venezolano, por todas las razones mencionadas.
Cabe retomar los planteamientos de Veblen en cuanto a su teoría de la clase ociosa, en la medida en que la sociedad especializa su división social del trabajo de modo tal que un grupo especifico se dedica a las tareas de pensamiento y se apoya en esta concepción del ocio disciplinado. Naturalmente, Durkheim ha elaborado una teoría del trabajo en la sociedad industrial que precisamente plantea como la sociedad procede a esta especialización y división social del trabajo, publicada en 1893, al mismo tiempo que F. W. Taylor publicaba su libro Principles of Scientific Management, ambos libros procurando proporcionar una racionalidad a los efectos de la sociedad industrial. Para Durkheim una inadecuada división social del trabajo conduciría a la anomie y por ello no solamente es sencilla aceptar esa división y especialización, sino que es menester coordinar las distintas actividades para evitar efectos negativos (Durkheim,1983) Los académicos, entonces, son parte de este complejo proceso de división del trabajo, en donde unos hacen y otros piensan, para ponerlo en forma dicotómica (Comte, 1929) Comte, por cierto, había hablado de la necesidad de permitir "la redistribución del trabajo humano" que no debía llevar la situación a estados de anarquía y que las distintas ocupaciones debían obedecer grados elementales de supervisión, porque de otro modo las ocupaciones entrarían en "dispersión", caso que probablemente ha ocurrido en Venezuela con la profesión académica, a menudo excesivamente libre e indisciplinada, como fuerza laboral. Taylor, por supuesto, en su análisis del trabajo industrial procuraba eliminar los momentos "vacíos" y la empresa debería impedirlos y ese supuesto es absolutamente indispensable de cumplir en la empresa-factoría contemporánea, pero no cabe en la universidad, excepto, por cierto, en el mecanismo que aplica la universidad privada venezolana, que típicamente cancela honorarios por hora de aula y que opera como una empresa-factoria-fábrica, sin "vacíos", porque estos aumentan evidentemente los costos de operación. Por ello se pudieran mencionar casos, en universidades del sector privado, en donde no solo se cancela el trabajo por hora-aula, sino que la supervisión de la asistencia del profesor es controlada por personal no académico, específicamente los mismos empleados de la empresa de seguridad que custodia las instalaciones de la mencionada universidad.
Veblen plantea la noción de clase ociosa desde otro punto de vista, esto es, el ocio no disciplinado, no constructivo, ocio producto de manejo del tiempo como un bien propio de lo que Veblen llamaba la clase cuyo pecunio le permitía evadir el trabajo. Estamos hablando, por supuesto, de las dos obras clásicas de Veblen sobre el tema, Teoría de la clase ociosa (1899) y especialmente su libro critico y agudo The Higher Learning in America (1918). La universidad y por extensión la educación superior no están diseñadas para ser instituciones burocráticas llenas de empleos, sino una institución devota y dedicada al trabajo académico e intelectual. Por ello, debe cultivar el ocio pero evadir lo ocioso, en el sentido de Veblen. Este distingue claramente entre el ocio como capacidad de creación autónoma e independiente, excepto del valor económico de la actividad, y lo ocioso, esto ultimo caracterizado como:
"...el caballero ocioso (...) no solo consume las cosas de la vida por encima del mínimo exigido para la subsistencia y la eficiencia física, sino que su consumo sufre también una especialización por lo que se refiere a la calidad de los bienes consumidos. Gasta sin limitaciones bienes de la mejor calidad en alimento, bebidas, narcóticos, habitación, servicios, ornamentos, atuendo, armas y equipo, diversiones, amuletos e ídolos y divinidades. En el proceso de mejora gradual que se produce en los artículos de consumo, el principio motivador y la finalidad próxima a la innovación es, sin duda, la mayor eficiencia de los productos mejores y más elaborados para la comodidad y el bienestar personales. Pero ese no es el único propósito de su consumo. Está presente aquí el canon de reputación y se apodera de las innovaciones que con arreglo al patrón por el establecido son aptas para sobrevivir. Dado que el consumo de esos bienes de mayor excelencia supone una muestra de riqueza, se hace honorífico; e inversamente, la imposibilidad de consumir en cantidad y cualidad debidas se convierte en signo de inferioridad y demérito" (Veblen, 1899, 63) .Este párrafo de Veblen nos refiere a la necesidad de distinguir entre el ocio y el ocioso, lo primero unido a la producción, lo segundo al consumo. La educación superior no escapa a los conceptos envueltos en esta interpretación. Vale decir, en muchos casos en la educación superior venezolana las instituciones han desarrollado alrededor de espacios de producción y de espacios de lo contrario, de lo ocioso, caso en el cual los promedios de producción disminuyen considerablemente. Esta argumentación nos indica y señala que probablemente la educación superior de Venezuela sea excesivamente ociosa y muy disminuida en el terreno del ocio disciplinado, entre otras cosas porque el modelo de educación superior neoliberal, que prevalece, aplica a la institución universidad conceptos derivados de la concepción de una empresa, en donde el tiempo y el rendimiento son elementos cuantificables y en donde no cabe ni lo ocioso ni el ocio mismo. La empresa, como institución, tiene un objetivo esencial, el lucro, mientras que la universidad se dirige hacia la contemplación y el ocio y en donde la utilidad y productividad han sido ajenas a mediciones y controles. Veblen sugiere, entonces, que la educación superior es un producto del aparato productivo para liberar a un cierto número de personas de la obligación del trabajo productivo, caso en el cual la sociedad asume el riesgo de que unos produzcan y otros no, ecuación insostenible en el mundo empresarial. Naturalmente, según Veblen, ocio no significa ni indolencia ni quietud, sino la orientación del uso del tiempo en el propio tiempo necesario de reflexión y pensamiento que se traduce en la obra académica, intelectual y artística. Es decir, el trabajo académico no es trabajo productivo en tanto produzca bienes tangibles, sino que precisamente la educación superior genera bienes intangibles, como de hecho es la búsqueda del saber, a menudo una utopía y un acto profundamente inútil, comparado con los productos de la empresa. Pero, por otra parte, el ocio de la educación superior es un ocio ostensible, legitimado por la división social del trabajo.
La universidad es una ocupación permanente pero no continúa mientras que en una fábrica cualquiera, el trabajo se divide en lapsos de trabajo y descanso, tiempo de trabajo y tiempo libre y en verdad nadie criticaría a un ejecutivo o gerente de una empresa que se dedique al ocio como juego y distracción, pero un hombre/mujer académico se supone que está permanentemente en función de trabajo, caso en el cual no puede ver su actividad como un empleo (Friedman, 1961) . Sin embargo, cuando se examina a profundidad la masa laboral de la educación superior venezolana se puede decir que el personal de la misma es una masa de empleos no de trabajos. Una de las hipótesis que puede formularse, entonces, acerca de la profesión académica venezolana, cuando se juzga baja su productividad, es que no es una cuestión de orden individual sino organizacional lo que conlleva a esa supuesta baja productividad. Es decir, el clima organizacional no conduce al trabajo, sino al cumplimiento en forma flexible de un empleo. Cuando se observa que se empleo tiene un bajo nivel de supervisión y que el rendimiento del mismo es en general de carga laboral liviana, podría argumentarse que el empleo académico venezolano es una actividad atractiva, porque con salarios y beneficios relativamente competitivos son empleos flexibles, con condiciones de trabajo que difícilmente se hallan en otras actividades del trabajo laboral venezolano.
El mapa cuantitativo-cualitativo de la educación superior venezolana
Venezuela tiene un sistema de educación superior excepcional en cuanto único y en este ensayo acerca del ethos de nuestra academia nos proponemos señalar algunas de las características que definen ese ethos académico. En forma errática señalo algunas de las características que avalan este excepcionalismo. En primer lugar es perfectamente funcional, pues satisface las demandas de la sociedad. Por funcional quiero decir que es un sistema legal, legitimado, aceptado y apreciado por la sociedad venezolana. Si bien las mayorías de la población se hallan al margen de pisar una institución de educación superior, en su vida, estas instituciones acogen de una u otra manera a una proporción importante de nuestra sociedad y de una u otra manera todos los miembros de las élites dirigentes y del proletariado profesional han tenido algún contacto con la educación superior. Tanto así que como se sabe en el lenguaje coloquial venezolano se atribuye el titulo de doctor a cualquier persona que tenga aspecto de "ejecutivo" e incluso las propias instituciones académicas cuando publican sus avisos institucionales suelen llamar a todos "doctores", para evitar susceptibilidades. Este trato generalizado que atribuye un titulo académico a cualquier persona ha sido interpretado como un rango de igualitarismo social común en la sociedad venezolana, pero ocurre que el ethos de la academia venezolana sugiere al menos dos principios de igualitarismo que cabe destacar y analizar: por una parte el principio de la homologación, por la otra el de la academia como un recinto de gobierno democrático. No deseo, al menos en esta oportunidad, sino destacar el papel de ambos principios en la configuración de lo que en genérico denominamos educación superior en el país. Pero en todos los casos estos conceptos nos permiten afirmar que el espacio de la educación superior venezolana es, en esencia, un espacio de índole burocrática, en el sentido clásico del término, en donde las funciones están preestablecidas y legitimadas, en consecuencia aceptadas.
Lo interesante y fascinante del análisis en este sentido es como los principios que podemos denominar del estado burocrático, de subsidio ciego, como la homologación en el pago de sueldos, salarios y beneficios y la democracia como sistema de atribución de méritos, soportan la instalación de otros principios, esta vez de la doctrina del neoliberalismo, como son aquellos de la productividad, la eficiencia, la competitividad y, de hecho, la meritocracia sobre la base del rendimiento individual y no colectivo. En este caso hablar del ethos de la academia venezolana debe hacerse desde el punto de vista histórico, para poder captar en ese sentido una perspectiva correcta. Del mismo modo, me permito introducir en el análisis del ethos de la educación superior venezolano un proceso que juzgo importante, cual es lo que he dado en definir como un proceso dual de dispersión y transferencia/traslado de los problemas. En el primer caso pretendo sugerir la desaparición de la universidad como unidad de referencia, sustituida por la idea y realidad operativa del núcleo, en el terreno físico, y la transferencia/traslado de la escolaridad al nivel de postgrado, repitiendo allí los mismos problemas del nivel de pregrado. Un tercer nivel de la dispersión lo vamos a encontrar en la creación de las fundaciones, proceso mediante el cual se produce una mitosis o partenogénesis académica, como en el caso de la Universidad Virtual, creada por la Universidad Simón Rodríguez, un caso del mayor interés, según mi criterio.
Pero es oportuno movernos hacia otros elementos que caracterizan eso que hemos dado en llamar el ethos de la educación superior venezolana. Dos aspectos adicionales que debemos discutir son los siguientes: las formas de gobierno de la educación superior venezolana y lo que daríamos en denominar la criticidad de la academia. Comencemos por lo segundo. Por criticidad entendemos la capacidad del académico y de la propia academia de definir su conducta y comportamiento según los objetivos naturales de la misma, esto es, prescindiendo de intereses y externalidades que puedan comprometer el juicio y la propia techne de la academia y de los académicos. Es decir, mercado y opinión pública son irrelevantes en el juicio técnico, porque de darles espacio debilitan la fortaleza crítica, añadiendo que crítica, en este caso, es la capacidad de elaborar un pensamiento autónomo desvinculado de intereses circunstanciales. No se trata de proponer un ivory tower, por supuesto, pero si de defender la existencia de un espacio incontaminado de presiones y valores del mercado, de la opinión pública y de otros que examinamos de seguidas. Esto es, la academia y los académicos no pueden elaborar su discurso en atención a corrientes ideológicas y/o doctrinarias, provengan de la moda o de los dictámenes del Estado o del gobierno de una institución. Del mismo modo no puede, no debe aceptarse el imperio de un partido político o grupo de presión de la misma índole, como, finalmente, no debe aceptarse la presión de la opinión pública, que a menudo se halla tergiversada por las presiones del mercado a través de los medios de comunicación social, publicidad y propaganda, así como admitir la existencia de los intereses del mercado, tangenciales a la opinión técnica y dirigidos a intereses empresariales que no necesariamente coinciden con los intereses académicos, de carácter técnico. Criticidad no equivale a criticismo, sino a crítica, "Conjunto de opiniones expuestas sobre cualquier asunto", pero que en sentido académico equivale, por su parte, a una opinión técnica, esto es, avalada en hechos empíricamente recolectados y con bases teóricas, lógicas y epistemologías, válidas y verificables, ajenas, en todo lo posible, a juicios de valor, a interpretaciones subjetivas, sino precisamente a interpretaciones objetivas. La capacidad critica no sugiere apreciaciones convencionales y por lo contrario se halla dispuesta al debate y a la controversia, si es menester, no obstante que evita el protagonismo, el sensacionalismo y la falsa interpretación que pueda hacerse de un juicio técnico, porque la ética de la academia es la verdad, teológica, filosófica o científicamente considerada. Naturalmente, el académico y la academia suelen ser descalificadas por la visión convencional, calificándola de "polémico", "excesivamente crítico", para no mencionar aquellas connotaciones de "amargado", lleno de "rencor" y hasta "enfermo" o ya los ataques ad homini, que suelen en la sociedad venezolana referirse a menudo a aspectos de índole muy personal, como la vida sexual de las personas.
Ahora bien, ese espíritu crítico se ha ido debilitando en la sociedad venezolana en la era del neoliberalismo, un tema que es oportuno plantear en este ensayo. Existen razones históricas, para explicar ese complejo fenómeno, a las cuales voy a aludir. En la década de los sesenta la situación de la académica era distinta a la actual y en consecuencia, para efectos del análisis, vamos a hablar de la academia rebelde y de la academia convencional. Bottomore ha analizado este fenómeno histórico, en tanto el pensamiento radical se mueve, por así decirlo, ejemplo de lo cual fue en los Estados Unidos de América el fenómeno MacCarthy, como consecuencia de la guerra fría y ahora el quieto campus dirigido a los intereses vocacionales. Es decir, la rebelión de Berkeley, la lucha contra la intervención norteamericana en Viet Nam, la protesta de Martin Luther King y otros fenómenos paralelos vis a vis el campus asociado a la hegemonía del período del Presidente Bill Clinton, quien encarna no solo la hegemonía militar y política de los Estados Unidos de América, sino el mimetismo del líder de la Casa Blanca que parece salido de un film de Hollywood y que se aproxima al ideal del macho man que nos es tan familiar en los países de América Latina y el Caribe.
Para apreciar y estimar con cierta precisión objetiva el mapa de la educación superior venezolana cabe establecer como principio técnico que habida cuenta de la relativa ausencia de datos es improbable arribar a conclusiones relativamente ciertas, en la materia. Para ensayar una aproximación objetiva cabría elaborar una serie de tablas con índices variados, tales como los siguientes:
ENCUADRE Nº 6
INDICADORES DE CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES DE EDUCACION SUPERIOR
- Indice/escala de producción/productividad académica
- Indice/escala de producción académica en términos de horas/aula/año
- Indice/escala relativo a la planta física, medido en área de terreno disponible, área de construcción, equipamiento para actividades deportivas
- Indice/escala de equipos bibliotecarios y recursos técnicos para el acceso a información. Número de computadoras personales e institucionales (per capita)
- Indice/escala de movilidad social vertical
- Indice/escala de utilidad social, extensión compromisos con la comunidad
- Indice/escala de formas de gobierno y principios de la gobernabilidad académica institucional
- Indice/escala de prestigio/reputación
- Indice/escala de empleabilidad
- Indice/escala de "conflictividad"–política, social e ideológica
- Indice/escala de libertad académica
- Indice/escala de publicaciones (libros, revistas, videos, películas, periódicos)
Ocurre que a veces no es posible levantar este tipo de información, habida cuenta de la ausencia de datos confiables, pero en todo caso es menester establecer que la calidad no es una variable abstracta, sino relacionada con la práctica cotidiana de las instituciones. En este sentido en cualquier país de América Latina y el Caribe una institución, al interno de un país, o un país en relación con los otros, se hallará en una u otra posición en cada uno de los indicadores a medir Es decir, es indispensable aplicar una metodología comparada, que evalúe el papel de cada institución dentro de cada índice/escala, pero, del mismo modo puede evaluarse cada país en tanto se halla o no un sistema integrado de educación superior. En el caso venezolano este sistema no existe, y más bien hallamos un conjunto no integrado de instituciones de educación superior, aisladas las unas de las otras.
El ethos de la educación superior venezolana, en términos de su calidad, entonces, debe referirse a estas diversas posibilidades enunciadas en la forma de índices/escalas, de distintas variables, caso en el cual no es posible hablar de un criterio único y común de institución de educación superior, sino que ello depende, evidentemente, de cómo se mueve cada institución en cada una de los posibles instrumentos de medición señalados anteriormente. Todo ello conduce a lo que denominaba Shils, un ethos académico under strain. Al margen de posturas emocionales o ideológicas Venezuela tiene uno de los sistemas de educación superior más originales del mundo. En esta oportunidad no se trata de decir si es bueno o malo, tienen de todo, pero sobre todo el excepcionalismo, es un sistema excepcional, soporta huelgas, paros de vacaciones colectivas oportunidades en las cuales cierran hasta las bibliotecas
Como elementos críticos del sistema puedo señalar, sin que la mención sugiera, en modo alguno, un juicio de valor sino de hecho, que tenemos los venezolanos, en la ciudad de San Fernando de Apure, un ejemplo de la originalidad que señalamos anteriormente. En efecto, es bastante improbable que exista en el mundo otro caso en donde una ciudad que se halla en el lugar 26 en el país, en calidad de vida, en donde no existen los elementos de una vida cultural moderna (cine, teatro, bibliotecas, librerías y otros), con una población de menos de doscientos mil habitantes, operen seis o siete universidades, a saber: Universidad Simón Rodríguez, Universidad Experimental de los Llanos Occidentales, Universidad Pedagógica Libertador, Universidad Bicentenaria de Aragua, Universidad de Carabobo, Universidad Nacional Abierta y Mejoramiento Profesional, una unidad de la misma UPEL, que al parecer opera en forma separada. Es decir, una universidad por cada 30.000 personas. Es evidente de suyo que en este caso la oferta excede a la demanda, generándose un ejemplo interesante de hypolearning.
Por otra parte, la operación de algunas unidades del sector privado dejan mucho que desear, pero ponen de manifiesto la ausencia de supervisión y los costosos errores conceptuales en los cuales hemos incurrido, al calificar a las instituciones de educación superior. Por ejemplo, existe una institución denominada el ISUM (Instituto Universitario de Mercadotecnia). Esa es una institución que califica lo que entre colegas llamo "buhonería académica", porque sus condiciones son absolutamente marginales. Carece de aulas salobres, no tiene biblioteca, sus profesores son todos a tiempo convencional, los estudiantes ocupan los pasillos públicos, carecen de todo lo que se supone es "superior", pero funciona, nadie la cierra, nadie protesta y al parecer debe ser un negocio excelente, porque se observan centenares de estudiantes que con certeza cancelan sus matrículas con regularidad. No tiene nada de "universitario", por supuesto. En verdad esta y otras instituciones análogas deberían eliminar el uso de "universitario", como otras instituciones que se denominan según nociones simbióticas, como "universidad tecnológica", por ejemplo, porque simplemente una universidad no puede ser "tecnológica"; ello es una aberración conceptual, pero nadie protesta, nadie dice nada.
El acceso estudiantil está diseñado para que los aquellos de mayores ingresos tengan mayor posibilidad de ingreso, incluyendo las universidades públicas, algunas de las cuales son en la práctica instituciones privadas financiadas con dineros públicos, como es el caso más notorio, el de la Universidad Simón Bolívar, en donde el 90 por ciento de sus estudiantes provienen de sectores de altos ingresos. Hay una profunda discriminación social y exclusión social, en la sociedad venezolana, aceptada por el sistema social. Es más difícil hallar un indígena o una persona de origen africano en la Universidad Metropolitana que en el mismo espacio celestial. Sin embargo, se mantiene vigente el mito de la "gratuidad" de la educación, cuando en verdad se trata, en todo caso, de la gratuidad del costo de la matrícula; los profesores tienen empleo de por vida y una vez que terminan se jubilan y buscan otro empleo, no se cumple la dedicación exclusiva, ya que todos aquellos que pueden, que son la mayoría, tienen otros empleos, paralelamente con sus obligaciones académicas, que pueden ser organizadas para satisfacer estas situaciones de doble empleo. La jubilación es muy atractiva, entre otras cosas porque no pagan impuesto por ese ingreso y al mismo tiempo, en edades activas alrededor de los cincuenta años, puede obtener un segundo empleo y eventualmente incluso una segunda jubilación.
En otro orden de ideas, cabe señalar que a pesar de los esfuerzos efectuados la educación superior venezolana continua desarrollando, en su generalidad, una tecnología educativa del aula, con la investigación y las otras actividades propias de estas instituciones como cuestiones de orden marginal. Existe escasa investigación empírica en este sector de la educación y de hecho ni siquiera estadísticas confiables. Probablemente, es un tema interesante, la educación superior venezolana no es una actividad intelectual y académica, sino una actividad de orden burocrático y no solamente hay una baja productividad académica, sino un bajo consumo de los bienes de la cosa intelectual.
Conclusión
Todo lo anterior no impide que la educación superior venezolana sea extremadamente útil a nuestra sociedad. Entrena a los profesionales que de una u otra manera conforman ese espacio social denominado, con cierta soltura conceptual, la clase media, al mismo tiempo que legitima la posición social de los hijos de las clases adineradas. Permite la estabilización política del sistema, porque estos sectores de clase media son sumamente radicales en la defensa de sus intereses y por ello, si acaso, no van más allá de la protesta informal, porque son sectores interesados en aquello que en los años sesenta se llamaba "el mantenimiento del status quo". Las unidades del sector llamado a veces con elegante ironía "superior" son instituciones que emplean a una buena porción de ese sector ya mencionado, la clase media, y sus beneficios sociales, incomparables en otras sociedades, proporcionan seguridad y estabilidad a sus miembros. Personalmente dudo que haya otro empleo mejor remunerado y menos exigente que los que genera el sector público en ese nivel superior de nuestra escolaridad. Por ello es una situación con muchos defensores, lo cual conduce a la estabilidad política del sistema, porque aparte de los famosos y célebres encapuchados nadie quiere cambio alguno. Por todo lo antes dicho debemos prepararnos para una larga estabilidad de nuestra educación superior. Hemos inventado el mejor de los mundos posibles y ello es en si meritorio y contrario a las críticas que suelen hacer los cínicos de ocasión es algo plausible de lo cual podemos vanagloriarnos los venezolanos. En otras palabras, nuestro excepcionalismo es algo vigente y activo, como estable e indispensable. Mi argumento, entonces, es que es inútil tratar de señalar deficiencias para a su vez tratar de modificarlas. El sistema es perfecto, según todas las evidencias. De ser imperfecto las protestas no se harían esperar, pero estas, cuando ocurren, son exclusivamente por aumentos de sueldos y salarios no por exigencias académicas. La educación superior venezolana es anticuada (cursos, aulas presenciales, tiza y borrador) no forma un sistema y es de baja calidad o al menos de calidad desigual. No hay cultura académica ni de la investigación. Hay aislamiento institucional, por ende ausencia de un sistema integrado de educación superior, como de hecho hay desvinculación entre los distintos niveles de la escolaridad.
¿Qué se puede concluir acerca del ethos de la educación superior venezolana dentro del esquema de la doctrina neoliberal? ¿Cuál será el papel del Estado en esta materia en los próximos años y cuáles presiones podrá ejercer el sector privado para legitimar y expandir su espacio de influencia? ¿Cuál es el destino de la intelligentsia en nuestra sociedad? ¿Serán los académicos e intelectuales venezolanos un ejemplo de la truhison des clercs, esa deserción de los intelectuales de su papel de crítica a la sociedad y se convertirán más bien en pasivos rentistas de un modelo académico conservador, en donde se impone lo que pudiera llamar la cohesión de los sueldos, para significar a los académicos como los miembros de una burocracia surtidora de empleos y ausente del trabajo intelectual? ¿Podremos eventualmente racionalizar nuestra educación superior y hacer de ella un sistema que impida el aislamiento institucional que resulta un costo social demasiado elevado de acuerdo con las crecientes dificultades del país para cubrir las demandas de gasto interno? En todos los casos, sin embargo, cabria concluir este ensayo comentando cómo es bastante probable que las tendencias se mantengan, con un sector público con baja capacidad de crecimiento institucional –más bien se crearán nuevas dependencias de las instituciones ya creadas, en la forma de núcleos y el crecimiento del sector privado se frenará, igualmente, porque la capacidad financiera del mismo es baja y el mismo mercado que demanda educación superior crecerá ya solamente a un ritmo lento, porque quizás se halle relativamente saturado. Quiere decir esto que el sistema de educación superior venezolano se halla en un punto de estabilidad institucional, de equilibrio y de tendencias que cambiarán poco, en los próximos años, hasta donde puede decirse. Esto es, las tendencias actuales se van a mantener, sin posibilidades de transformación, a corto plazo. El sector público se halla en dificultades, por los problemas de presupuesto y por mantener diseños institucionales costosos y de bajo rendimiento, amén del hecho de formas de gobierno que tienden hacia el manejo personal de las instituciones. El sector privado es sumamente complejo, con instituciones que tienen un concepto, un proyecto de educación superior, mientras que otras instituciones ingresan al mercado con fines de lucro, descuidando los aspectos académicos. Las presiones por la modernización del aparato escolar superior se mantienen, pero del mismo modo el conjunto de resistencias al cambio. La nueva Ley de Educación Superior legitima distorsiones de este sistema y no ofrece lugar para cambios necesarios. De modo, entonces, que estas notas ofrecen una perspectiva general de la educación superior venezolana, en una era convencional y de presión neoliberal, de modo que los cambios, en todo caso, marchan en esa dirección.
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