Un asunto de número

Eloy Cano Castro

(Publicado originalmente en Con Base, 1988)

Si inadvertida o distraidamente se escuchan frases o discursos como los que todos los días se dicen o escriben, sin la debida comprensión de los contextos actuantes en su locución o escritura, puede llegarse a obtener —sin haberlo pedido ni buscado— un indeseado malestar que se expresa regularmente por medio de una incomodidad física muy sensible que se pudiera denominar con un neologísmo médico como "corriente de indignación esofágica ascendente".

Es el caso de esas frases tan de moda en estos días, en las que se utiliza con profusión y énfasis la primera persona plural de los verbos incluidos en ellas.

"Debemos aumentar nuestra cuota de sacrificio para que..." tal y tal.
"Con nuestro esfuerzo contribuiremos al desarrollo progresivo de..." tal y tal.
"Todos somos responsables de ..." tal y tal.
"Nos hemos venido comportando como..." tal y tal.

Este que se comenta, es un "nosotros" que en su forma es tal como el que se usa en cualquier ocasión, cuando se quiere hacer una referencia a "dos o más, personas o cosas", pero que tiene unas connotaciones que hacen variar su sentido, de una manera que vale la pena analizar.

No es el caso del "nosotros" que normalmente utilizan algunos escritores —incluyendo compañeros de páginas— por licencia literaria o, como dice el diccionario "por ficción, que el uso autoriza" para referirse a su propia persona y a nadie más (Cosa que se ha evitado en este artículo para que no se vuelva un patuque, no por otra razón). Tampoco, es el caso del plural utilizado por conspícuos personajes de alta jerarquía, que habría hecho preguntar a algún poco precavido solicitante de sus favores ¿Cómo se encuentran vuestras excelencias? Sin embargo, parece ser que estos usos son los antecedentes en que se fundamentó la variación a que se hace referencia.

Quizás sea importante resaltar que la Lengua (con mayúscula, no la que tiene papilas gustativas) está en constante evolución, que es decir cambio. La evolución de la Lengua —y del habla— no por ser obvia es siempre totalmente percibida. Lo que ha inducido a garrapatear este opúsculo, es justamente lo interesante que resulta un cambio aparentemente desapercibido en un pequeño accidente gramatical, que tiene todos los ingredientes para llegar a convertirse en una característica normal y "definitiva" del idioma.

Pudiera ser interesante evocar —para mejor visualizar el cambio gramatical en discusión— que no siempre tuvieron las Lenguas predecesoras de esta que se habla (nótese que no digo hablamos) las dos categorías de singular y plural. Tenían también el número dual.

En las estepas del sur de Rusia, vivió un conjunto de pueblos que dejaron suficientes peroles acumulados en los escombros de sus habitaciones para que los arqueólogos pudieran encontrar y bautizar su cultura con el nombre del actual Kurgan (Oblast homónimo, en la R.S.S. de Rusia, más allá de los Urales). Dispersándose entre 4000 y 3500 a.c. —según los que saben (s.l.q.s.) en este caso Marija Gimbutas—, llegaron al área del Danubio y por otro lado hacia el norte de Irán (3500 - 3000 a.c.). La lengua que hablaban —o mejor sería decir, las lenguas— fueron distanciándose junto con sus portadores, dando origen a idiomas tan diversos como el sánscrito, el parsi, el hitita, el griego, el celta, los eslavos, y pare de contar. Es casi seguro (s.l.q.s.) que en todos aquellos dialectos —junto con los casos (8), géneros (3), y demás atributos gramaticales que aún en buena medida compartieron sus herederos—, se manejaba el número dual —además del singular y plural—. Este era utilizado para referirse a dos personas o cosas, ni más ni menos. Sin embargo, ya el Latín y el griego clásicos (s.l.q.s.) lo habían perdido, siendo como eran descendientes directos de aquel primitivo "proto-indo-europeo". No así el antiguo gótico ni los idiomas bálticos —lituano y letón— que lo conservan, según parece.

Si el singular y el plural no son categorías fijas e inmutables —aun en la restringida extensión de las lenguas indoeuropeas—, no tiene nada de extraño que se esté gestando una nueva categoría de número gramatical en el idioma. Ni tampoco sorprende que sea aquí y en esta época. Mucho menos que sean las personas más influyentes (el "liderazgo") los adalides en la difusión de la innovación.

Esta innovación gramatical "en pleno desarrollo", reforzada por un uso cada vez más frecuente y aceptado, debe entenderse como un avance en las posibilidades expresivas del idioma. Probablemente no haya otro, que utilice este recurso. Como hay que darle un nombre se le llamará el "nosotros disyuntivo".

Hay que hacer notar que este recurso idiomático tiene dos vertientes:

A pesar de eso, no se hace un artículo de esta longitud para dejar desamparado al lector. Se le suministrará una Regla, con la cual se supone podrá evitar angustias innecesarias:

Toda vez que un alto personero (¿?) utilice la primera persona del plural en sus públicas alocuciones, usted deberá atender al sentido del verbo: si el verbo expresa acciones que hacen padecer al oyente ("transitivos"), el vocero se está refiriendo a usted sin incluirse él; si el verbo expresa acciones alejadas de las posibilidades o incluso de la imaginación del oyente ("intransitivos"), se está refiriendo a sí mismo, con exclusión de usted.

No es tan complicado como esa enmarañada oración bisilogista lo hace parecer. Aunque digan que es claudicación, se anexan algunos ejemplos (las prácticas corren por cuenta suya):

  1. "Hemos sido derrochadores de recursos", "disfrutamos de una época de bonanza", "tenemos que aprender ahora a vivir racionalmente", y otras por el estilo: no se moleste lector (su salud no lo merece), son típicas aplicaciones de la primera persona del plural disyuntivo intransitivo.
  2. "Debemos apretarnos el cinturón", "sufrimos las consecuencias de un pasado que no debe volver", "luchemos contra la inflación", etc., : lector, están doblando por usted.

El colmo —o quizás, el mayor logro— de la variedad expresiva lo constituyen las frases de algunos que utilizan con el mayor desparpajo las dos versiones del "nosotros" disyuntivo:

—"El derroche y la corrupción que tuvimos nos ha conducido a esta crisis, que sufrimos con ánimo ejemplar de pueblo digno y trabajador,...": aquí se observa en la primera parte la utilización del "nosotros" refiriéndose al hablante (el derroche que tuvimos) y la segunda parte, referida a los oyentes (que sufrimos).

En ciertos casos, hasta llegan a utilizar el tradicional "nosotros" aglutinante (nosotros = yo + tú + ustedes + mis amigos), con lo cual es lógico que ocurran incomprensiones y disgustos en personas desprevenidas. Lector: no se enfurezca, estudie el caso y diagnostique el tipo de uso que se está dando a este trillado recurso gramatical. Haga como nosotros.

(Comentarios: eloycanocastro@gmail.com)

(Página base de la cuestión:)

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