Coleccionistas u Orfebres

Eloy Cano Castro
(julio, 1998)

"Mira, Sócrates,
ya había yo oído antes de conocerte que tú no haces otra cosa que confundirte tú
y confundir a los demás; y ahora, según a mí me parece,
me estás hechizando y embrujando y encantando por completo,
con lo que estoy ya lleno de confusión"
Menón
(en el diálogo de Platón)

La llamada explosión informacional que coincide con el abandono del subsidio a Internet por la National Science Fundation de EEUU, en 1995, se puede dividir tranquilamente (al menos en un 90%) en una de dos categorías: comercial o trivial. La "explosión" también se refiere a medios de producción y transmisión de información, lo cual pareciera conducir a una "democratización" de la información a escala planetaria. Pero un análisis somero encuentra que la información realmente valiosa (científica, política) está escondida o innacesible.

El caso de las publicaciones en el área de química (1) y similares, evidencia que sólo un pequeñísimo grupo del pequeño conglomerado de especialistas a nivel mundial pueden costear el pago de las publicaciones respectivas. Lo que hace pensar que el verdadero propósito de las sociedades científicas no es difundir ampliamente el conocimiento, sino generar un beneficio comercial a través de su publicación restringida (2).

En el otro sentido, para poner un ejemplo cercano, el artículo de Luis Ugalde "Maestros fantasmas se comen a los niños" (3) deja establecido cómo una información tan insulsa y sencilla como el número de docentes reales existentes en una circunscripción, ha requerido una investigación independiente para poder ser conocida.

Aparte del acceso, la situación tampoco es distinta en la producción: en el caso de EEUU, sólo 6 o 7 consorcios producen -controlan- el 90% de la programación televisiva nacional (y eso es seguramente exportable) (4).

La producción de equipos informáticos parece haberse establecido ya como una prerrogativa de los países más desarrollados por intermedio de las compañías transnacionales, que son quienes realmente producen "nuevas tecnologías" (5). Sin embargo, en el campo informacional más cambiante y de mayor desarrollo (y donde aún pueden hacer algo nuestros países) que es la programación de computadoras (el software), existe una confrontación notable entre dos tendencias y concepciones de creación y difusión de programas informáticos. La bien conocida opción comercial, cerrada, secreta, amarrada a un fabricante, y otra, menos publicitada, pero tenaz, abierta, insegura. Y en esta última no hablamos de cosas menores: los casos de Richard Stallman con el proyecto GNU; Larry Wall con Perl; y Linus Torvalds con Linux (6), constituyen ejemplos poco imitados en nuestras universidades (aunque no inexistentes).

Y parece que a estas tecnologías les falta bastante para llegar a lo que quizás sea su ideal y que con ser tan sencillo, se ha ido perdiendo: la relación maestro-aprendiz (interactiva, multimedia, presencial), el diálogo, y la tradición intelectual resultante. Una de las fallas fundamentales de nuestras universidades se encuentra en la poca construcción de tradición, con el resultado de que se empieza de nuevo, o casi, en cada generación, y junto con la incomunicación existente -a pesar de las tecnologías- entre las instituciones, el producto está a la vista: dependencia intelectual, atraso, desconocimiento mutuo.

Tenemos entonces una sociedad, en la que el flujo de información está tergiversado y a la cual no ha ayudado la proliferación de tecnologías. Mientras, nuestras universidades, perdida la vanguardia (como en otros campos) en la producción tecnológica física, se encuentran en la disyuntiva de decidir entre un par de enfoques para la producción y difusión de información: uno de patentes, secreto, restricción, comercio, etc., y otro de amplitud, apertura, difusión, gratuidad y solidaridad. Y los dudosos caminos intermedios.

  1. Alexandru T. Balaban en American Scientist, junio 1997, reportado en Science-Week, 8 May 97.
  2. Reportaje en Science-Week 24 Jul 98.
  3. Luis Ugalde, en El Universal, 21 de julio de 1998.
  4. Mark Crispin Miller, The Nation 8 Jun 98, reportado en The Monday Review, 15 junio 1998.
  5. ver p.e. el artículo de Udo Flohr en BYTE, julio 98, acerca del Centro para la Cooperación Humano-Máquina de Siemens.
  6. www.gnu.org; www.perl.org; www.li.org, respectivamente

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