la cuestión:

vehículo de opinión universitaria número 42 especial, 23 de octubre de 1996

Contenido (monográfico):

Don Simón Rodríguez y la educación contemporánea
por: Freddy Ramón Pacheco

Este trabajo fue publicado en las páginas literarias de "El Impulso" Barquisimeto,09-05-93. Por su carácter literario y por el lamentable destino del país no pierde vigencia. Siempre quise que ese trabajo llegara a la Universidad Simón Rodríguez con el fin de que se pudiera publicar...
Freddy Ramón Pacheco


Don Simón Rodríguez y la educación contemporánea

Freddy Ramón Pacheco

"...Los que enseñan a muchos la justicia,
brillarán como estrellas en perpetuas eternidades".

La obra inmortal del Maestro Don Simón Rodríguez aún sigue "vagando en el olvido," mientras que más de un Vespucio le inventa falacias al derecho que tienen los hombres de convertirse en ciudadanos. ¿Quiénes pretenden señalar el rumbo de nuestra educación? ¿Acaso ilustres pedagogos, o mercaderes en busca de un orden que favorezca sus rentas?

Quizás descubran un día que privatizando el alma seamos más dóciles y productivos. Supongo entonces, seremos los ejemplares soldados del progreso que sueñan los avaros.

¿Dónde comenzó nuestra muerte moral? ¿Cuándo el espíritu inició su viaje a la obscuridad? -De nada servirá ahora establecer las causas. Cuánta historia se ha escrito y sobre todo, cuántos hombres ilustres han dedicado su vida al análisis de nuestro devenir ético y moral. Escritores notables; educadores tan valiosos como el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, acariciaron el sueño hermoso de redimirnos, infundiéndonos con su nobleza; exaltando los valores humanos como única esperanza de amar nuestra tierra. Del Maestro Prieto Figueroa, tenemos la huella de una maravillosa Ley de Educación, enclaustrada en las gavetas de un curul vergonzoso donde hace tiempo van a parar nuestras ilusiones: El Congreso de la República, en otras Epocas estelares bastión de gallardos gladiadores, héroes de nuestra nacionalidad, hoy antro de entreguistas y cobardes. Bastaría pasar la vista por la biblioteca para darse cuenta de tanta sabiduría desperdiciada. Un arsenal de ingenioso verbo... utilizado para la demagogia; para engatuzar a esos declarados "pendejos" impunemente por lúcidos cómplices de nuestra sociedad.

¡Llegamos al año dos mil! Y aún no hemos resuelto el problema endémico en ninguna de sus manifestaciones. Pero más terrible saber que nuestros hijos tampoco tendrán futuro como ciudadanos.

Revisemos algunas reflexiones sobre Simón Rodríguez, Maestro de libertadores, a través de un ensayo escrito por el profesor J.A. Cova: "Don Simón Rodríguez, maestro y filósofo revolucionario; vida y obra del gran civilizador," (Impresiones Unidas,1946). Será una simple conversación con el ánimo de encontrar una respuesta a esa actitud narcotizada que nos mantiene en el más execrable atraso y nos arrastra como manada de borregos al abismo.

Apenas convertido Maestro de Escuela, ya Don Simón Rodríguez apunta sus sentencias al destino de nuestra Educación: "Las escuelas y colegios -decía- no educan ciudadanos sino letrados. Con escritores, con letrados, con doctores, no se forman repúblicas. Los estudiantes saldrán de las clases con libros y compases bajo el brazo, a recibir con vivas a cualquiera que crean dispuesto a darles empleos en que hayan puesto los ojos ellos o sus padres. Bueno es que los jóvenes aprendan las ciencias; que estudien lenguas, literatura, legislación, física, botánica; pero hay todavía una cosa más importante que deben saber primero: Vivir en República." De estos pensamientos sólo podemos hacer una pregunta: ¿Para qué estudian nuestros hijos en este país?. Una respuesta honesta explicaría la mitad de nuestros errores contemporáneos. Y esa respuesta pueden darla con propiedad nuestros ilustres intelectuales que ahora forman parte del bodevil Cultural capitalista y la farsa democrática, puesto que fueron producto Summa Cum Laude de ese esquema educativo distorsionado. Pero en este punto valdría la inquietud: ¿Quiénes son más responsables del caos, los sabios o los necios?. No podemos eludir la responsabilidad compartida, por lo tanto no nos detendremos a establecer inútiles culpabilidades por algo que TODOS tenemos en la conciencia. Lo Unico que puede traducir el pensamiento de Don Simón Rodríguez es fe en nuestra estirpe como fuente de luz para la grandeza. En sus "Reflexiones sobre el estado actual de la enseñanza" el Maestro Simón Rodríguez expone: "Los pardos y morenos no tienen quien los instruya; a la escuela de los niños blancos no pueden concurrir. ¿Qué progresos podrán hacer estos hombres; qué emulación han de tener, si advierten el total olvido en que se tiene su instrucción?" -Esa reflexión, nos recuerda que toda una raza mayoritaria participa en el proceso educativo civilizado cien años más tarde que las clases dominantes (blancos, criollos, españoles). Este comentario casi al margen podría incidir en el estudio de rebeliones tardías, pero perfectamente justas como el veintisiete de febrero 89, por ejemplo.

Como dije antes, no pretendo ensayar sobre un ensayo, sino discernir las apreciaciones aun vigentes de Don Simón Rodríguez; pero es difícil evitar las calificaciones a nuestra contemporaneidad por la deliberada amnesia que sufren algunos intelectuales en sus diagnósticos histriónicos y soberbios, donde ellos hacen el papel de cisnes mitológicos o cándidos salvadores, con sus fatuas maestrías debajo del brazo.

Sabios buenos son los que reconocen su ignorancia y por ello son prudentes; necios malos son aquellos infelices que confunden su ignorancia con la humildad y la creen una virtud.

Cuando sentenciamos culpables a los políticos deberíamos ser mas específicos. En nuestro país ese oficio lo asumieron los intelectuales y científicos, en sus orígenes, por ser notables, autoconsiderarse sabios y predestinados a dirigir la sociedad. Por sus antecedentes bolivarianos, antibolivarianos, coloniales; por su estirpe hidalga, por su heredad, su parentesco con Dios o la Virgen, etc. Por toda esa gama de bienaventuranzas pusieron sus conocimientos universales en las cuestiones de la administración y justicia de las masas analfabetas de la Epoca. MEdicos, botánicos y abogados brillantes sintieron el deber de dirigir los destinos de la nación para encaminar ese "atajo de pata en el suelo" que había conquistado la Independencia.

Innumerables ejemplos de esos preclaros hombres registra nuestra historia republicana hasta hoy. Imponderables benefactores de la humanidad, que "sacrifican" sus propios destinos por la causa republicana. Pero forman una casta que se arraigó en la conciencia como la CLASE DIRIGENTE NACIONAL, que no sabemos por qué naturaleza, paradójicamente son los más grandes terratenientes del país, los amos del ganado y los mejores cultivos; accionistas principales de la red de seguros, consorcios industriales y poderosos banqueros. Humanismo y Poder, dos cualidades de aparente contradicción en sus principios, armonizan en nuestro medio con sospechosa tranquilidad. Craso error colectivo que nos conduce a una inevitable confrontación civil permanente. Esa casta de "elegidos" se alió con otra fuerza más poderosa que una vez descubrió una veta muy lucrativa en esos anágrafos, y que sería muy fácil de explotar: el alma. Algo nunca visto, pero "la obediencia tendrá como premio una muerte felíz, gloriosa y casi anhelada" reza su evangelio, mientras los "salvadores" terrenales amasan grandes fortunas sacramentales.

Fue así como la autoridad del saber heredado de los conquistadores, en las mentes neocolonialistas criollas, unida al látigo y el temor a Dios, arrancaron sudores y diezmos al desvalido mestizo. En esta etapa de nuestra historia (l942-1996) no se conoció un planteamiento, una propuesta o proyecto humanista más civilizador en el sentido exacto, que el sustentado por el Maestro Don Simón Rodríguez. Por lo tanto, el invariable oscurantismo protagonizado por esos factores "dirigentes" en quinientos años, ha creado ese adefesio social conformado por prisioneros de una gigantesca cárcel imaginaria: el miedo. Una sociedad de mitómanos engañados que no se atreven a quemarse en las pailas del infierno en busca del amor. No irán a la gran guerra necesaria de la civilización para probarse. De esta data responden nuestros temores hasta hoy y al final no salvaremos nuestra "alma," ni seremos sabios, porque hemos sido educados para serviles. "Servir a Dios y a los hombres" reza el código moral de la enseñanza omnipotente, de quienes cortan nuestras venas para drenar el necesario veneno que sí podría ungirnos de paz. La civilización, contrariamente a lo que creemos, no está representada en los computadores importados ni en los maravillosos misiles, sino en la filosofía de que dispone el hombre para crear esas sofisticadas herramientas y en la concepción elevada de supervivencia que lo estimula a evolucionar, superándose a sí mismo. El arte de su permanente invención, está en el poder infinito que genera el objeto creado y sin embargo, siempre Este es supeditado a los dominios de la mente humana. De allí que Don Simón Rodríguez no necesitó diseñar un "chip" para demostrar su gran obra civilizadora. Tenía el concepto claro de lo que debía ser un ciudadano y cómo debía ser educado para abordar el futuro. Nada más. Esta era suficiente luz para construir la modernidad que hoy, a ciento cuarenta y dos años de su muerte, ha sido imposible alcanzar, porque despreciamos su pensamiento, y el de Gil Fortoul, de Pérez Bonalde, Cecilio Acosta, Arístides Rojas, Miguel José Sanz, de Luis Beltrán Prieto Figueroa y de centenares de hombres que quisieron ilustrarnos con su verdad. Preferimos el miedo como el bálsamo santificador de las criaturas obedientes y sumisas, a la razón humana.

Sentimos frustración por ese bagaje de palabras huecas que ostentan los discursos políticos con el Unico fin de mantenerse en el poder. La masa informe de medusas aún creyentes, hipnotizadas por una clave tan simple en la que ni siquiera sus artífices creen, pero representa el sustento de sus carnes. Terrible que sea esa premisa de caníbales la filosofía que nos sustente como país.

En las bibliotecas yacen las verdades del Universo y mi particular crematorio apenas contiene unos cien cadáveres despreciados por la sociedad, por "locos" y "extravagantes." De ellos tomo Este libro hermoso de J.A.Cova, con olor a corazón de tierra enternecida por los años de olvido, y me reconforta en sus páginas la posibilidad de ser. El historiador le dedica esta obra al doctor Andrés Pietri, por la fundación del Instituto Benéfico Simón Rodríguez... "...no viaja con Bolivar sólo como acompañante, sino que el Libertador lo nombró Director e Inspector General de Instrucción PUblica y Beneficencia. En Arequipa el Maestro fundó su primera escuela y se quedó al lado de Sucre en el Alto Perú organizando los establecimientos educacionales." Ya de esta experiencia podemos tomar los funestos antecedentes administrativos que ha arrastrado la educación venezolana. Asi mismo, la historia de contradicciones sobre la orientación de la enseñanza tiene sus primeros enfrentamientos por esos días: La inconformidad de los "padres de familia" (notables del pueblo), e incluso, incomodidad del mismo Sucre, con los métodos educativos de Don Simón Rodríguez y la insuficiencia de recursos oficiales destinados a la educación desde el siglo pasado, conforman las luchas contemporáneas y han dejado como saldo una gran incertidumbre en los principios y la adopción de concepciones adecuadas para la formación integral de los ciudadanos del mañana.

Es muy importante encontrar al Maestro Simón Rodríguez en el Alto Perú a los cincuenta y cuatro años, cuando un hombre de la época ya debía estar de retirada, cansado de bregar con la terquedad humana después de recorrer medio mundo en busca de sí mismo. Sin embargo, Don Simón Rodríguez era el mismo rebelde de los veinte años, empecinado en convencer a sus congéneres de las innovaciones pedagógicas para renovar los métodos arcaicos de enseñanza con la creación de una verdadera Escuela Modelo. Refiere J.A. Cova, que en la primera escuela fundada por Don Simón Rodríguez en Chuquisaca con seis mil pesos... "Fueron tantas las innovaciones realizadas por Don Simón, que nadie, comenzando por el Mariscal Sucre, quedó conforme con su sistema. Además, los gastos que ocasionaba eran tan crecidos, que Sucre con las escasas rentas de que disponía, no encontraba medios de sufragarlos [...] Don Simón intentaba educar a todo el mundo, sin distinción de razas y colores, y Sucre temía la confusión en las escuelas, porque ello equivalía a herir de lleno los prejuicios que imperaban en Bolivia. El clero, que tampoco veía con muy buenos ojos las iniciativas del sabio pedagogo, comenzó a escandalizarse y hasta hubo sacerdotes que predicaron en los templos, que se consideraba pecado asistir a los nuevos establecimientos de enseñanza."

Podemos ubicarnos en la época o revisar el presente y veremos con tristeza el mismo cuadro desolador: los conservadores de antaño, reaccionarios de hoy, el acuciante e inexplicable arreo de dogmáticos, los miserables presupuestos para la educación, los siniestros establecimientos escolares; los "notables" de espaldas a la posibilidad de profundizar las transformaciones necesarias. Ante esa realidad y la impotencia de los pedagogos para influir hoy en los planes de enseñanza, reparamos un futuro sin esperanzas de civilización. No es lo mismo asistir o participar, que crear esa civilización. Como apunta Don Simón Rodríguez: "Los bienhechores de la humanidad no nacen cuando empiezan a ver la luz; sino cuando empiezan a alumbrar ellos."

Para que nosotros como pueblo tengamos ese calificativo tendríamos que empezar por liberarnos de muchas taras imaginarias que nos esclavizan: el síndrome de la identidad, que resolvería de una vez por todas nuestro rumbo; el miedo a las transformaciones históricas asumiendo los riesgos que involucran. Deberíamos volver con humildad a la naturaleza y extraer de sus fuentes la sabiduría. Reformar la fábrica de profesores y transformarla en verdadera escuela de maestros humanistas dispuestos a predicar el civismo como apostolado: convertir esa factoría ruinosa en Pedagógico. El civismo por sí solo conduce los pueblos a encontrar (por cualquier medio) su naturaleza. Las universidades y pedagógicos actuales, sólo garantizan técnicos y profesionales aptos para ingresar al caos social que hemos creado. No son más que "condimentos exquisitos" (PhD, etc.) de este pasticho o como dicen irónicamente los mismos rectores: "tienen las herramientas necesarias para defenderse" (??). Don Simón Rodríguez aró en el mar como todo genio y como tal murió depauperado; eso sí es casi una ley universal en las sociedades humanas. Pero en otras latitudes pareciera que los pueblos tardan menos en reconocer su error y corrigen su rumbo, anteponiendo sus destinos de libertad a cualquier sacrificio; como que los hombres son menos timoratos y celestinos. Estamos en las estadísticas mundiales apenas sobre los países desvastados de la tierra por el hambre y hasta nos solazamos por no estar en el subsuelo. No falta un mamarracho que declare nuestras "ventajas providenciales" como si esas ventajas nos hicieran más dignos. Da coraje seguir reflexionando perogrulladas, cuando comenzamos a leer el relato de J.A. Cova sobre el ocaso del gran Maestro, que es el ocaso de la República. La agonía de Don Simón Rodríguez, después de muerto el HEroe de América, es harto dolorosa y desesperanzadora como para izar banderas de moralidad republicana, o invocar ese ideario de la integridad latinoamericana, en estas circunstancias de oprobio en que vivimos. No podemos regresar al recetario de Carreño ni establecer la escuela modelo concebida por Simón Rodríguez, porque las sociedades no admiten conceptos estacionarios debido a la dinámica de los tiempos. Cada día se genera infinidad de propuestas contemporáneas perfectamente válidas como factibles para incorporarnos al desarrollo educacional. SOlo que en nuestro país no hay voluntad ni interés político en esa problemática. La "dirigencia" de nuestro país en todas las Epocas no puede llamarse política; lo que hemos tenido como gobierno no ha sido dirigente de nada, puesto que jamás hemos tenido un rumbo conocido, orden o estructura que indique alguna dirección. Hemos padecido una clase patriarcal de caudillos, fabricados por el despojo colonial, con mentalidad de arrieros. Intelectualidad traducida de los textos prerrenacentistas, sin capacidad para vislumbrar el futuro, mucho menos para crearlo.

¿Que era loco Don Simón Rodríguez? ¡Claro! cómo no iba a serlo si era un genio. Un ser extravagante que se desnudaba en su cátedra de Anatomía, para que sus discípulos conocieran el cuerpo humano, a falta de láminas y equipos sofisticados de video. Reverón se amarraba las bolas y pintaba semidesnudo. Esa conducta que para algunos era inmoral exibicionismo o desquiciamiento, en los enajenados espirituales por la acción glorificadora de la Idea, es elemental descubrimiento de libertad y sólo cuando hay pureza podemos mostrarnos desnudos. Cuando tenemos "las partes" podridas debemos ocultar su pestilencia con trapos y esencias aromáticas. Don Simón Rodríguez sentenciaba sobre la condición política de los colonizadores: "La Europa es ignorante, no en literatura, no en ciencias, no en artes, no en industrias; pero sí en política. Un velo brillante cubre en el viejo mundo el cuadro más horroroso de miseria y de vicios. La grande obra de Europa se ha hecho sin plano, se ha fabricado a retazos- y las mejoras, se han ido amontonando, no disponiendo: el arte brilla más en los amaños que en la combinación; las cosas más sublimes confundidas con las más despreciables hacen un contraste... bello por la perfección de las partes; pero desagradable por la propiedad del todo. LAstima da el ver tanto ingenio infructuosamente empleado en reformar, trabajos tan bien calculados, produciendo poco o ningún efecto [...] Nunca reformará Europa su moral como reforma sus edificios; las ciudades modernas son modelos de gusto y de comodidad -muchas de las viejas van cediendo puesto a las nuevas,- pero los habitantes son siempre los mismos, -saben más que antes; pero no obran mejor- merecen elogios por lo primero, sin ser culpables por lo segundo." ¿Estaremos condenados a ser un subproducto de esa mentalidad mediterránea?.

Transcribe el historiador J.A. Cova los objetivos prioritarios de la Escuela Modelo propuesta por Don Simón Rodríguez... "Habría personas ocupadas e instruidas en sus deberes morales y sociales; los campos estarían cultivados, y los labradores tendrían casas bien construidas, mobladas y limpias; estarían decentemente vestidos, se divertirían con moderación y entenderían de sociedad... en una palabra, serían ciudadanos." Bien podría señalar ese estrato social de "pobreza crítica" en nuestro país como ignorancia crítica y realizar una urgente campaña de alfabetización para los pedagógicos, a ver si formamos educadores con los principios de ese loco de Rodríguez: "Educar es enseñar al hombre a tratar con las cosas e infundirle ideas sociales, esto es, enseñarle una industria que asegure su subsistencia y una moral que regule sus relaciones con los demás." "El Director de un plantel no ha de estar colgado de libritos, ni de mapas, ni de recetas, ni los que lo necesitan han de estar esperando a que salga del coro, del tribunal, de la aduana, o de la Secretaría del Estado. Ha de tener cabeza y manos; con cabeza sólo sabrá lo que es menester mandar y con manos solas, lo hará cuando se lo manden...".

"Si los padres de la actual generación americana quieren que sus hijos les hagan honor en la carrera social, envíenlos a la Escuela Republicana..." Sólo en escuelas dirigidas por venezolanos laicos tendremos posibilidad de crear el hombre nuevo, de lo contrario, continuaremos formando un ejército de esclavos ilustrados al servicio de intereses ajenos a la patria. Nos pasó por encima la revolución industrial sin que atináramos a fabricar una piche lavadora. Ya la revolución de las computadoras nos está atropellando sin que demos respuestas, para dar paso a la Guerra Galáctica en pleno cosmos... y nuestros estudiantes en todos los niveles, claman por un presupuesto decente que les garantice una bombilla para descubrir la conductividad en las ranas. AUn los liceistas no tienen acceso al universo cibernético, mientras las 486 y las Pentium quedan obsoletas cada vez que un transbordador realiza un paseo de rutina al espacio sideral. La eufemística "dirigencia política" encargada de velar por nuestra educación y las cofradías (carteles) narcotraficantes del pedagógico encargadas de velar por sus "dietas" partidistas, en un patriótico frente civico nacional, unidos con las fuerzas "vivas" del país, están muy ocupados en la heróica tarea de dilucidar el puesto Nº 25 correspondiente a un importante concejal de Bucare Abajo.

Los genios de nuestra educación comprendieron la importancia estabilizadora de sus discípulos en este sistema y sólo los utilizan para el chantaje, para obtener sus beneficios sociales, sin importarles que esa masa inocente, hijos de la misma República, perezcan en la oscuridad de la ignorancia o en las calles en manos de las fuerzas represivas. Por cada estudiante muerto en manifestaciones provocadas por esos "encapuchados" narcotraficantes de la educación, ¿cuántos profesores pierden la vida... o por lo menos sus jugosos cargos burocráticos? El movimiento estudiantil es hoy utilizado vilmente por los factores de poder. Se ha desvirtuado totalmente la lucha. Es una masa que ofrenda su inocencia al sacrificio inútil en aras del confort de la pedagogía sindicalera. Cuando uno de esos seudopedagogos contemporáneos compra una parabólica o envia a sus hijos a las universidades extranjeras a expensas de la ruina moral y la ignorancia de su pueblo ¿se plantean problemas de conciencia? ¿piensan en el atraso de la Patria? ¿sienten algún remordimiento por sus vidas chantajistas y recuerdan que la educación fue en el principio un apostolado?.

"Pobre filósofo y soñador - escribe Gil Fortoul - a quien un sólo hombre en América, el Libertador, supo comprender y amar."


--la cuestión--número 42 especial-- --aniversario de Simón Rodríguez--
--Editor: Eloy Cano Castro-

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