la cuestión:

vehículo de opinión universitaria
8 de diciembre de 1999, número 107

Contenido:

Elucubraciones referendarias

Adalberto Rodríguez R.

El calor que está tomando la campaña por el Sí y por el No conducirá ineludiblemente a una macropolarización, lo que permite prever algunas consecuencias: en primer lugar se observa que se levanta la ola del No y si esa opción obtiene un alto porcentaje, aun perdiendo, significa el surgimiento de una oposición que anda en la búsqueda de espacios de poder que se encuentran más allá del 15 de diciembre, es decir, en las elecciones de relegitimación de gobernadores y elección de alcaldes y parlamentarios para los nuevos cuerpos legislativos y en el caso de que gane el No, la derrota será en primera instancia para el presidente Chávez y en segunda instancia la destrucción automática del polo patriotico.

El triunfo del Sí en condiciones de amplia mayoría conduce a la consolidación del liderazgo de Chávez y al blindaje de su piso político, pero si el resultado del referendum le otorga al Sí poca ventaja, surge la posibilidad cierta de un parlamento y un mapa político nacional heterogéneo, con gobernadores y alcaldes de diversas tendencias políticas.

El triunfo del No tiene varias posibilidades para el análisis: un autogolpe tipo Fujimori, la renuncia de Chávez, una seria y violenta confrontación social, un giro de 180 grados en los propósitos políticos del presidente, cada una de las cuales puede analizarse e interpretarse de diversas maneras.

Lo que sí tiene en la actualidad una factibilidad de análisis es la característica que ha tomado la campaña, donde el uso de altisonantes planteamientos de parte y parte, ha sacado a la superficie una serie de sentimientos que eran desconocidos para la mayoría de los venezolanos o por lo menos estaban ocultas en sectores muy reducidos de la sociedad: el antimilitarismo, el antindigenismo y el antibolivarianismo.

La presencia de militares en posiciones de poder tradicionalmente ocupados por el sector civil ha despertado un sentimiento antimilitarista que no había tenido expresión en el país y que en esta campaña electoral se usa como bandera.

Hace algunos años ocurrió una masacre de indígenas en un hato del estado Apure y la persona acusada del hecho se defendió diciendo que "los maté porque eran indios". Ese hecho, aun cuando conmovió a la sociedad venezolana, no fue asumido como una caracterización sociológica, pero en la actualidad, los mensajes que se emiten en contra de los beneficios que le otorga el proyecto de Constitución a las etnias indigenas, indican que existen posiciones antindigenistas en el país.

La polémica entre santanderistas y bolivarianos, cuyo escenario se presentó en el siglo pasado, parece haber revivido. Recordar La Cosiata, la Convención de Ocaña y/o la Convención de Valencia, es traer a los escenarios actuales un conflicto que para la mayoría de los venezolanos no tiene sentido y además, desconocido en sus orígenes y profundidades. La propuesta de dividir al país en bolivarianos y antibolivarianos, es una forma de revivir hechos que en la actualidad no tienen razón de ser.


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O cambiamos o tendrán que hacernos cambiar

José Miguel Delgado Q. (ULA)

A pesar de los vientos transformadores que soplan por los cuatro costados del país, la Universidad venezolana permanece impasible, a la vera del camino, limitándose a gemir a media voz un falso deseo de cambio. Las declaraciones oficiales formuladas a propósito del proceso constituyente que vive el país proclaman entre líneas la curiosa intención de "cambiar pero para que nada cambie". Mientras tanto se está evidenciando crudamente la necesidad impostergable de revisar a profundidad nuestras Universidades. Nuestras Instituciones Universitarias se alejan cada vez más del cumplimiento de su misión fundamental: formar recursos humanos con conciencia crítica y competentes para resolver problemas sociales e interaccionar en forma solidaria con el entorno donde están inmersas, en el marco del proceso de generar conocimiento.

Tenemos una Universidad de espaldas al país. Pensando y actuando, no en función de lo transcendente de su misión, sino en coyunturas electorales. Estamos frente a una Universidad que en general no forma un recurso humano con conciencia crítica y competente para resolver los problemas sociales de nuestro pueblo. Revisemos la calidad de los educadores, médicos y abogados que egresan de nuestras Universidades, para sólo señalar a quienes interaccionan predominantemente con el cuerpo social más necesitado del país. Para hacer más desolador el panorama, en nuestras Instituciones ya resulta imposible ocultar las llagas de la corrupción administrativa. Por ejemoplo en la Universidad de Los Andes, se han evidenciado claramente actos de corrupción electoral (como el fraude cometido en la elección del Vicerrector Administrativo), de corrupción académica (como la permanencia de un Decano que ingresó a la Institución sin el título requerido), y administrativa (como las irregularidades que aparecen en el Informe de la Contraloría Interna de la misma Universidad sobre la administración del Fondo de Jubilaciones del Profesorado: adquisición por más de 916 millones sin autorización expresa del Consejo Universitario de unos terrenos que el vendedor había adquirido recientemente por 43 millones de bolívares, entre otros). Con mayor o menor grado, situaciones similares existen en el resto de nuestras Universidades. Ante esta realidad, pudiera afirmarse que lo que existe es una suerte de anti-universidad y que lo que debería hacerse es precisamente construir la casa de las ideas y del compromiso social: LA UNIVERSIDAD.

Como universitarios tenemos la obligacion de catalizar y participar activamente en los procesos de cambio que inexorablemente tendrán que adelantarse en los distintos frentes universitarios en los próximos meses. En esos procesos, debemos incorporar a todos aquellos que no pertenezcan a la red de cómplices que domina el quehacer universitario actualmente. Aquellos que estén dispuestos a entregar lo mejor de sí mismos y que con grandeza de espíritu puedan responder a los más altos intereses de la Universidad y del país. Si fracasamos en este empeño por no acometerlo, o por hacerlo inadecuadamente al permitir su control por la sociedad de cómplices, no será preciso llamar a otros para efectuar los cambios que se necesitan. Alguien tendrá que venir a hacer la tarea por nosotros.


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Sin pena ni gloria

Eloy Cano Castro

Ha fallecido burocráticamente otro "Día del profesor universitario". A sus deudos, mientras tanto, sólo les duelen las deudas.

Algo ha pasado desde los tiempos de la 'renovación' y allanamiento de la UCV alrededor de 1970. Y digo ha pasado, porque ahora no pasa nada.

Los profesores universitarios han cedido prácticamente todos los frentes donde una vez fueron vanguardia. Aunque por supuesto hay excepciones, la generalidad del profesorado significa poco para la sociedad, y la universidad y la sociedad significan poco para ese profesorado.

El único elemento de consuelo en estos días de apatía ha sido la publicación del mensaje alusivo a la efemérides por la APUCV, el cual después de bosquejar la situación (calificada acertadamente como de "hipotermia académica") plantea brevemente los principales retos que enfrenta la universidad actual. Su invitación final es a

"repensarnos como docentes e investigadores y así evitar que se nos transformen [las universidades], por causa de sobornos, paquetes y chantajes, en viles establecimientos de compraventa, en... supermercados académicos..."
Me pregunto si no llega algo tarde esta advertencia, cuando ya están funcionando y creciendo esos supermercados o taguaras académicas. Y, peor que eso, con la absoluta indiferencia del profesorado que el domingo 5 "celebró" su día.

Mercaderes y politicuchos han infiltado las universidades desde hace ya más de dos décadas (coincidencialmente, el tiempo que han existido las "experimentales"), y quizás -como con el cáncer- ya no tenga remedio la situación. En cualquier caso, siempre es posible creer en curaciones milagrosas o en medicinas alternativas, lo que no parece estar en duda es el diagnóstico.


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Breves Universitarias

Héctor Freneites

La presidenta del Consejo Superior de la USR, prof. María E. Castellano fue nombrada viceministra de Educación. Se esperan decisiones.


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