Desde hace semanas he estado recibiendo visitas (internéticas, quiero decir) que tienden a concentrarse en unas pocas de las notas que se han ido acumulando en este diario de excesos mentales. Se trata de visitas puntuales y localizadas, y en muchos casos simplemente extravíos de buscadores desesperados que más bien preferiría evitar. Sería interesante reseñar de cuáles se trata pero encuentro que si menciono las palabras que corresponden a esas búsquedas no estaría haciendo más que agregar magnetismo al imán; entonces ¿cómo referir el asunto sin mencionar la clave que ha sido utilizada para llegar hasta este sitio perdido en la maraña informe, como he dicho en alguna otra parte? Pues utilizando eufemismos o quizá perífrasis antibuscadores.
Con mucho, las visitas más frecuentes parecen interesarse en un señor que aparece con sus hijos en una estatua justo cuando una gigantesca culebra los devora. Este señor era un sacerdote de una muy popular ciudad sita en el estrecho de los Dardanelos y que se hizo famosa por obra de un antiguo poeta ciego. Los visitantes llegan mayoritariamente por el mecanismo de búsqueda de imágenes de los buscadores más populares.
Siguiente en el interés de los buscadores de tesoros está el de un ingenio utilizado por cierta población aborígen del área andina que servía para sacar cuentas, una especie de ábaco a todas luces, y cuyo funcionamiento no parece estar muy claro.
Para no salir del área geográfica mencionada, hay otra nota muy encontrada que trata -brevemente y por encima, hay que decirlo- de unas cuerdas anudadas que también servirían para sacar cuentas o llevar registros mucho antes de que los europeos pisaran América.
Procedentes también de los buscadores de imágenes llegan incontables curiosos a una nota que trata de cierta supuesta simbología oculta por un pintor y escultor renacentista muy renombrado. Pero este caso es llamativo porque el término que utilizan para obtener la imagen en la que Dios aparece a punto de transmitir vida a Adán es el del órgano contenido en el cráneo, y dado que la imagen -o al menos su miniatura- está a la vista, no se entiende qué es lo que buscan o qué es lo que quieren encontrar.
No sé cuántas imágenes de un instrumento que tiene seis cuerdas habrá en Internet, pero parece que la gente que busca una imagen del susodicho se interesa justamente en una que publiqué hace algún tiempo y en la que aparece bastante tapado, ya que se trata de un experimento de ’tañido mecánico’. Con seguridad que hay mejores imágenes de este descendiente de la vihuela y el laúd.
Finalmente, una cierta cantidad de gente llega buscando información acerca de un supuesto embalse situado entre los estados venezolanos de Lara y Portuguesa, que además cuenta con un sistema de trasvase de agua constituido por un túnel de varios kilómetros. Este caso no me extraña tanto, porque el fulano embalse no existe, sino que está en construcción perpetua y se entiende que la gente intente encontrarlo aunque sea en Internet después de casi treinta años oyéndolo nombrar sin lograr verlo, como una especie de dios (¡y es que hasta en mapas sale!)