La gente de Continuitas (vía) ha cambiado recientemente su denominación, de ’teoría de la continuidad paleolítica…’ a Paradigma de la continuidad paleolítica para los orígenes de los lenguajes indoeuropeos.
Y como encuentro que es una de las cosas más simpáticas que se han oído últimamente pues me he puesto a leer el trabajo introductorio que hace uno de sus principales representantes, Mario Alinei (1926-); a continuación un resumen.
Comienza diciendo que la idea de la continuidad paleolítica, i.e. que los pueblos neolíticos habitaban los mismos lugares que sus ancestros paleolíticos y hablaban su misma lengua (o descendiente), es cosa normalmente aceptada en todos los continentes y que sólo en los años noventa del recién terminado siglo ha aparecido un grupo de arqueólogos y lingüistas que aceptan ese hecho también para los lenguajes indoeuropeos.
Luego revisa los dos modelos existentes para explicar el origen de los lenguajes indoeuropeos.
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El modelo “tradicional”, postulado por Marija Gimbutas en 1956, sintetizado en la idea de invasión, y que atribuye a unos indoeuropeos conquistadores la creación de los kurgan, por lo cual sería en la ’edad del cobre’, unos 4.000 años a.C.
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Un modelo alternativo corresponde a lo que Alinei llama ‘discontinuidad neolítica’, postulada por Colin Renfrew en 1987 y que adjudica a los pueblos indoeuropeos la llegada de la agricultura, por lo tanto iniciando el neolítico en Europa, unos 7.000 años a.C. Renfrew situaba el origen del lenguaje pre-proto-indoeuropeo en Anatolia unos 6.500 años a.C y la cuna del proto-indoeuropeo -alrededor del 5.000 a.C.- sería el área balcánica.
Los inconvenientes que ve Alinei en la teoría de Renfrew son:
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a) que no hay una discontinuidad efectiva entre el mesolítico y el neolítico; claro, según Alinei;
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b) los agricultores provenientes del medio oriente que introdujeron el neolítico en Europa son precisamente los portadores de los elementos no indoeuropeos en los genes del área;
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c) la asociación entre las culturas y tecnologías por un lado y las terminologías y topónimos germánicos o urálicos, apuntan a la continuidad en el lenguaje;
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d) siempre según Alinei, un análisis no tendencioso del indoeuropeo refiere a una profundidad paleolítica para las primeras capas del vocabulario proto-indoeuropeo, como mínimo el último período del paleolítico.
Los argumentos a favor de la continuidad son:
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a) suponer continuidad sería lo más sencillo, por lo tanto, cualquier otra teoría debe demostrar su validez con pruebas, de este modo Alinei obliga a los defensores de los modelos discontinuistas a ofrecer pruebas contundentes, lo que resulta cuando menos cómodo para los ‘continuistas’;
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b) el lenguaje sería mucho más antiguo de lo que se estima, llegando su origen quizá a los australopitecos; la conservación es el rasgo más prominente del lenguaje en lugar del cambio ; los lenguajes evolucionan más lentamente de lo que se supone; la diferenciación de los lenguajes indoeuropeos implica una historia de más de 7.000 años;
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c) un análisis del léxico indoeuropeo mostraría que las palabras básicas y comunes a todos los lenguajes son su capa más antigua y que las referidas a oficios, animales, etc. mesolíticos ya muestran la diferenciación de las ramas principales; por otra parte, el vocabulario agrícola está muy diferenciado y eso sería justamente otra prueba de que la agricultura llegó a Europa cuando los lenguajes indoeuropeos ya estaban allí desarrollados; y finalmente,
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d) las fronteras arqueológicas coincidirían con las fronteras lingüísticas, por lo tanto existirían “órbitas” culturales ya desde el paleolítico que se corresponden con los lenguajes europeos tal como eran ya hace más de 2.000 años; Alinei cita varios casos, como la frontera franco-alemana y la de los lenguajes germánico y latino en Suiza, que reflejarían diferencias encontradas en culturas arqueológicas meso o paleolíticas.
Alinei ve una convergencia de distintas disciplinas que se enfocan en el desarrollo del lenguaje, una convergencia que requeriría una nueva concepción del origen del indoeuropeo:
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la lingüística: el lenguaje humano es innato ;
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la paleo-antropología: la capacidad de hablar está en todo el género homo y posiblemente en algunos australopitecos;
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las ciencias cognitivas: el “instinto del lenguaje” se habría desarrollado cuando los humanos se separaron de los chimpancés, postulando más de cinco millones de años de desarrollo;
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la genética: en relación con el lenguaje:
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la distribución de los principales marcadores genéticos corresponde con la distribución de las familias lingüísticas
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la diferenciación del lenguaje habría ido a compás de la dispersión humana desde África
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según algunos genetistas, el 80% del inventario genético europeo retrocede hasta el paleolítico
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la arqueología: por vía de las nuevas técnicas de datación y ampliación de excavaciones:
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no hay evidencia de ninguna invasión a escala continental que hubiese causado un cambio lingüístico de gran envergadura
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las culturas neolíticas de Europa son continuación de las mesolíticas o bien fueron creadas por grupos mesolíticos tras su neolitización…
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Para afirmar su caso, Alinei apela a dos elementos más:
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la teoría de la continuidad urálica, desarrollada en los años setenta y referida a los lenguajes fino-ugrios y samoyedas, establece continuidad desde el paleolítico para los pobladores del oriente de Europa y que en tiempos mesolíticos tras la glaciación llegarían a sus territorios actuales
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la historia de las ideas reflejaría el contenido etnocéntrico, colonialista y pangermánico de los primeros estudiosos de la lingüística que verían -quizá inconscientemente- a un supuesto pueblo indoeuropeo conquistador y portador de innovaciones técnicas (“superior”)
Esta introducción concluye remarcando que la llegada de los indoeuropeos a Europa y Asia debería verse como un episodio de la llegada de homo sapiens a esos territorios y no como un evento de la prehistoria reciente; y que la diferenciación de las diferentes ramas indoeuropeas (proto-céltico, proto-báltico, proto-eslavo, proto-germáncio, etc.) debe haber tomado un muy largo tiempo, para lo cual menciona Alinei algunos casos, de los cuales el más llamativo para mí es el de los celtas, quienes habrían sido los habitantes del occidente de Europa desde siempre y cuya expansión colonial habría sido justamente al contrario de lo que se cree, de oeste a este.
Esta idea es muy atrayente y por una parte refuerza ciertas visiones que he comentado anteriormente, como el origen antiquísimo del inglés (y galés) y la supuesta muerte del latín en tiempos anteriores a César; por otra, invalida una cantidad importante de ideas sobre el desarrollo de la cultura y el lenguaje; queda entonces por ver si ganará aceptación general.
Alinei también ha escrito un libro (Etrusco: una forma arcaica di ungharese, 2003; sumario (PDF)) que supongo derivado de la teoría de la continuidad y de su conocimiento de la relación entre el indoeuropeo y el urálico, en el que supone un origen urálico para el etrusco…