Cambises II, hijo y sucesor de Ciro el Grande, entró -y no de visita- en Egipto en 525 a.C.; tras conquistar Menfis asesinó al faraón Psamético y se hizo coronar con los símbolos y prosopopeya egipcia.
No conforme con el delta del Nilo envió tropas al sur a conquistar Kush, una aventura que terminó mal por falta de alimentos y agua, aunque el ejército diezmado pudo regresar a Tebas.
Un segundo destacamento fue enviado contra el oráculo de Amón en el oasis de Siwa (al oeste y lejos de Menfis) del que nunca más se supo. Prácticamente la única fuente que resta del destino de esa gente es la que hace Heródoto (quien dice se componía de 50.000 hombres):
De las tropas que fueron destacadas contra los Amonios, lo que de cierto se sabe es, que partieron de Tebas y fueron conducidas por sus guías hasta la ciudad de Oasis , colonia habitada, según se dice, por los Samios de la Fila Escrionia, distante de Tebas siete jornadas, siempre por arenales, y situada en una región a la cual llaman los Griegos en su idioma Isla de los Bienaventurados. Hasta este paraje es fama general que llegó aquel cuerpo de ejército; pero lo que después le sucedió, ninguno lo sabe, excepto los Amonios o los que de ellos lo oyeron: lo cierto es que dicha tropa ni llegó a los Amonios, ni dio atrás la vuelta desde Oasis. Cuentan los Amonios que, salidos de allí los soldados, fueron avanzando hacia su país por los arenales: llegando ya a la mitad del camino que hay entre su ciudad y la referida Oasis, prepararon allí su comida, la cual tomada, se levantó luego un viento Noto tan vehemente e impetuoso, que levantando la arena y remolinándola en varios montones, los sepultó vivos a todos aquella tempestad, con que el ejército desapareció: así es al menos como nos lo refieren los Amonios.
Y así nació la leyenda/tradición del ejército perdido de Cambises aunque basta leer a Heródoto para notar que insiste en eso dicen y si creemos a los Amonios ; así que desde el mismo inicio había dudas al respecto.
Se puede componer una larga lista con toda la gente que ha buscado el sitio donde se supone enterrado todavía el numeroso ejército, las más recientes, por ejemplo, en el año 2000 notificado al Consejo de Antigüedades de Egipto, sin resultado; en 2009, un desacreditado descubrimiento que incluía dagas y puntas de flecha de la época de marras.
Otro grupo -probablemente mayoritario- supone que toda la historia herodotiana es un cuento/mito.
El último en anotarse es Olaf Kaper de la Universidad de Leiden, quien ha excavado en el oasis de Dakhla a unos 350 km. al oeste de la antigua Tebas y encontró -según él- los nombres completos de un poco conocido faraón Petubastis III, quien era el líder del oasis y aparentemente comenzó una rebelión contra los persas.
Con eso y los pocos indicios que existen sobre Petubastis, Kaper proclama con bastante arrogancia que ha resuelto el misterio: el ejército no habría desaparecido sino que fue vencido por Petubastis, y fue Darío (sucesor de Cambises) quien inventó lo de la tormenta de arena para ocultar la derrota (hay alguna diferencia entre ’el ejército se perdió’ y ’el ejército perdió’). Que es una interesante idea, sin embargo quedan algunas discrepancias que pueden ser debidas a mala información de Heródoto, pero discrepancias al fin.
Una, que Petubastis gobernó entre 522 y 520 a.C. mientras Cambises murió justamente en 522. No sería entonces Cambises quien envió el ejército, o bien lo envió y murió después. Por cierto que en la muerte de Cambises hay mucho por descubrir (nada raro si los asesinatos de ayer mismo quedan sin resolver…), pues se la atribuyen a diversas personas -incluido él mismo-, pero el primer sospechoso es precisamente Darío, el supuesto inventor de la arenosa tempestad.
Otra. Si el ejército persa dominó primero el delta del Nilo, y no fue sino con gran trabajo que llegaron a Tebas, y si querían acabar con el oráculo de Amón en Siwa… ¿no es extraño que se hayan decidido a ir por la ruta más larga y complicada? De nuevo, puede ser que no era esa la misión, sino que iban a acabar con la rebelión de Petubastis en Dakhla… la cuestión es: ¿Hay suficientes elementos para creer la versión de Kaper en lugar de la de Heródoto de toda la vida?