Anthony Johnson acaba de publicar un libro que pretende resolver (¿de una vez por todas y para siempre?) el misterio de los megalitos de Stonehenge.
Dice que el plan general para la construcción está basado en un sofisticado -para la época- conocimiento geométrico; por lo tanto, los pocos alineamientos astronómicos que se han detectado son secundarios para él.
En el libro (según el Independent) describe minuciosamente el proceso de construcción y aparentemente recrea todas las etapas, que abarcan más de mil quinientos años. El arreglo inicial son unos círculos o más bien polígonos de 56 vértices que encierran los siguientes desarrollos, con polígonos de 30 y 40 puntos.
Dice Johnson que el polígono de 56 vértices tendría cierto carácter mágico o sagrado debido a que el más grande que se puede construir con sólo una cuerda y puntos de apoyo. Algunos detalles más se encuentran en un blog publicitario que Johnson ha creado. No es de extrañar que hubiese geometría en el asunto, después de todo ¿cómo harían algo así, si no? lo que hay que ver es hasta qué punto Johnson tiene razón en atribuirle un tono sagrado al conocimiento geométrico y cómo se relaciona eso con la función del monumento, en cualquier caso es importante el trabajo de re-elaboración geométrica de las distintas etapas.