De vez en cuando hay que repasar la situación de las líneas de Nazca, ese famoso conjunto de geoglifos realizados con mínima tecnología que abarca casi 2000 km. en el desierto que es la costa peruana, de los que se conoce cómo y cuándo fueron realizados pero no por qué. Un resumen de las varias teorías que han ido apareciendo se puede leer aquí: calendario astronómico, sitio de culto, pistas de carreras, etc. sin olvidar las pistas de aterrizaje para extraterrestres extraviados.
A esto se añade la relativamente nueva idea de David Johnson, quien postula una asociación directa entre los geoglifos, particularmente los trapezoidales y alargados y los acuíferos subterráneos.
En esta presentación muestra unos mapas que ilustran esa relación. Todo muy convincente hasta que nos enteramos de que los acuíferos fueron detectados por vía de esa forma de adivinación que vemos en televisión (y que es muy anglosajona) que consiste en encontrar agua utilizando una varita, en este caso metálica, según propio testimonio de Johnson. A pesar de esa suspicacia, la idea es interesante porque realmente si alguna preocupación podrían tener los habitantes de Nazca (y Palpa y otras regiones cercanas) era dónde conseguir agua.
De hecho, Johnson consiguió fondos y reunió un equipo de arqueólogos y geólogos que hizo un extensivo estudio (1996-99 aprox.) en busca de una corroboración estadística. Según Johnson el resultado de este trabajo de varios años corrobora totalmente su teoría; pero el arqueólogo, Donald Proulx que acompañó a Johnson dice que no se encontró una asociación estadísticamente significativa, pero aún así acredita a Johnson por el esfuerzo empeñado y por el descubrimiento de nuevos geoglifos.
Otro adelanto importante es el levantamiento fotogramétrico de la zona, que además de imágenes incluye una descripción y datación de los geoglifos. Cada vez más lamento que cuando estuve en Nazca tomar una fotografía era algo que se pensaba mucho y como resultado sólo tomé (y he restaurado digitalmente) una decena, como ésta de abajo.
Esas líneas paralelas sólo se pueden ver desde una pequeña elevación no lejos de la carretera (que se ve al fondo); claro que las más evidentes y cercanas son producto del conocido salvajismo del turismo y el desconocimiento que ya en aquellos años aquejaba a esta región.