Un rumor referido a ciertos cráneos de cristal me ha venido rondando, y por fin he visto un recuento aparentemente autorizado que, aunque no explica de dónde vienen, describe su aparición y los coloca en contexto. Su autora, Jane MacLaren Walsh es antropóloga y parece ser la mayor autoridad sobre el asunto.
Los cráneos de cristal de roca (cuarzo) comenzaron a aparecer a mediados del siglo XIX, no antes. Habla de unas tres “generaciones”, los primeros no pasaban de cuatro centímetros de altura. Los últimos llegan hasta 25 cm. En ningún caso se han encontrado en sitios arqueológicos y siempre han sido obtenidos por vías no documentadas; al menos hasta su entrada en museos; como es el caso de la imagen (abajo) del conservado en el British Museum donde es exhibido como una curiosidad.
En el artículo, Mrs. Walsh encuentra que los cráneos aparecieron relacionados con un traficante de objetos antiguos, Eugène Boban, que vivió en México y tenía una tienda dedicada a esos menesteres (no lo acusa de falsificador, pero lo presenta con las herramientas en la mano :-) )
En conclusión, los cráneos no tienen nada que ver con los aztecas u otras culturas americanas, no son antiguos, y su elaboración implica maquinaria moderna. Claro que siempre hay interpretaciones misteriosas, para el que las quiere o necesita.