Con la aparición de este artículo de Rob Lee (et al.), donde se establece que las inscripciones atribuidas al pueblo de los Picts son una forma de escritura, se me ocurren un par de cosas: una, que el desconocimiento de estos habitantes de Escocia es mucho más amplio de lo que suponía y dos, que si los resultados del trabajo de Lee son efectivamente como dice, casi toda imagen antigua se entenderá ahora como un tipo de escritura aún no descifrado.
Los picts , dicen, era una confederación de tribus que habitaba en la parte oriental de la actual Escocia y que enfrentaron a los romanos desde el siglo I. Hay noticias contradictorias sobre esta gente, cuentan que su nombre se deriva de que pintaban o tatuaban sus cuerpos y supuestamente ya Julio César los describe como pintados (pictii) de azul.
La ramificación de presunciones es impresionante si buscamos saber qué idioma hablaban: desde un origen pre-indoeuropeo; o germánico, o escandinavo; o britano, britón, británico (si es que hay alguna diferencia en eso); o celta antiguo o no; etc. hasta que en algún momento (que nunca puede faltar) se le encontró emparentado con el vasco, la historia del estudio de su lenguaje es en sí una epopeya.
La confusión quizá tenga su origen en la obra de Beda el venerable (muerto en 735) , quien menciona como lenguajes de Gran Bretaña en su época a estos cuatro: “British, Pictish, Scottish, English”. Sin embargo, los topónimos de sus antiguas comarcas y el sentido común parecen definirlo como un pariente de las lenguas celtas o gálicas de las islas británicas.
En el siglo X desaparecen como pueblo autónomo al integrarse al conjunto de escoceses (según este sitio por la traición de un rey). Como sea, no dejaron ninguna cosa escrita, y sólo quedan una cierta cantidad de piedras grabadas que contienen símbolos “pictish”.
Las han dividido en dos tipos; unas bastas con símbolos grabados, como la de la izquierda en la imagen, que se suponen más antiguas; y las labradas, generalmente con cruces como la de la parte derecha de la imagen, (la cruz está en el lado oculto). En total alcanzan a poco menos de 300 ejemplares.
Así que los autores del artículo se encuentran con este contexto, un conjunto de piedras caracterizadas por poseer de uno a ocho símbolos, la mayoría sólo dos, y buscan determinar si se trata de algún tipo de escritura, esto es, símbolos relacionados con el lenguaje y no marcas o escudos patronímicos (semasiografía, que llaman) que es lo primero que uno pensaría.
Así que aplican la vieja teoría de la información de Shannon a varios paquetes de signos escritos (un
trabajo algo parecido al que fue publicado el año pasado sobre los sellos del valle del
Indo): textos ingleses, textos chinos (poesía y prosa), la declaración universal de los derechos
humanos, inscripciones antiguas de las islas británicas, textos monumentales egipcios, listas escritas
en Lineal B, genealogías de barones ingleses, escudos heráldicos ingleses, e incluso un grupo de textos
de entre 15 y 1000 caracteres formados al azar con unos 100 signos.
El meollo del asunto según lo entiendo es que en toda esa cantidad de textos y símbolos no textuales revisan la probabilidad de que un signo sea seguido por otro, un digrama y según el resultado encontrado en cada conjunto conocido llegan a establecer unos valores de repetición probable que distinguen entre lo que son digramas lexigráficos (relativos al lenguaje) y los que no.
Es así que llegan a la conclusión, muy ajustada a su procedimiento, de que las inscripciones son escritura propiamente dicha y por lo tanto se justificaría emprender un esfuerzo descifratorio. Sin conocer el lenguaje, ni tener otra fuente. Algo difícil, pero no faltará quien lo intente.