Por todas partes está apareciendo la contundente noticia: una aplicación de inteligencia artificial conocida como el modelo Markov ha logrado descubrir que los signos de los innumerables sellos -como el de arriba (via)- y tabletas encontrados en las excavaciones de la ciudades (Mohenjodaro, Harappa, Dholovira, etc.) de la cultura del valle del Indo (o Indo-Sarasvati) ¡son un lenguaje!
Lo han podido hacer al comparar muestras de la “escritura” con varios tipos de secuencias lingüísticas y no lingüísticas: 20.000 frases del inglés compilado por la Universidad de Brown; 100 himnos sánscritos del libro 1 del Rig Veda; una antología de poemas en tamil; 400 composiciones en sumerio; el primer millón de nucleótidos del cromosoma humano 2; toda la secuencia de aminoácidos de la Escherichia Coli y 28,594 líneas de FORTRAN, aquel lenguaje de programación que se escribía a partir de la columna 7… :-)
Me parece evidente que la intención del grupo de investigadores (mayormente de procedencia india -Bharat-) era encontrar de una vez alguna relación con cualquiera de los lenguajes; pero el escuálido resultado es que determinaron cuantitativamente que los signos del valle del Indo son más parecidos a un lenguaje que a las otras secuencias.
La historia del desciframiento de la escritura de la civilización del valle del Indo, fechada entre 2600 y 1900 a.C. es bastante larga y compleja. Por una parte están los convencidos de que aquella cultura tenía escritura y que sólo es cuestión de conseguir alguna ‘piedra de Rosetta’ para lograr descifrarla y por otra algunos que niegan la posibilidad de que los signos en cuestión constituyan una escritura propiamente dicha.
Principal entre estos últimos es el trabajo publicado (PDF) en 2004 por Steve Farmer que junta argumentos muy convincentes. Para empezar, ninguna de las inscripciones disponibles (más de 400.000) tiene más de 50 símbolos, la mayoría son de 5 o menos.
Luego, los signos no se repiten de una manera consecuente con otros sistemas de escritura; serían más bien símbolos religiosos o políticos, ideográficos cuando más, que no representan una verdadera escritura.
El problema es que las agendas políticas de grupos interesados tienden a falsear incluso las transcripciones de los signos, haciendo confusa la discusión. Por ejemplo, en 1996, Natwar Jha publicó un libro proclamando que el lenguaje era indi antiguo y los signos correspondían con conceptos védicos, cosa que nadie -serio- cree. A pesar de Farmer, me queda la impresión de que pudiera tratarse de algun tipo de escritura por dos razones: una, los signos se presentan en múltiples ocasiones si bien con poca frecuencia relativa, y dos, Yuri Knorozov que editó (¡también!) una compilación de las inscripciones, dijo que se trataba de una escritura logosilábica con posible substrato dravídico.
Y si Knorozov lo dijo es algo que se debe tomar en consideración. Lo cierto del caso es que lo mejor que puede pasar es que se mantenga indescifrable, lo que dará pie -como ha venido siendo- a miles de teorías divertidas y fascinantes.