Washington Irving visitó Andalucía hacia 1828 y se ocupó de investigar las historias de la guerra de Granada y escribir algunos libros que recopilan lo que aprendió de ellas. En “Crónica de la conquista de Granada” relata con su estilo (supuestamente basado en Fray Antonio Agápida) muchos eventos de aquella guerra entre cristianos y moros.
Al inicio, cuenta cómo Juan De Vera fue enviado en 1478 a reclamar los tributos que Granada debía pagar a los (todavía no llamados) Reyes Católicos. Muley Aben Hacén, emir de Granada recibió al enviado y luego de escuchar su petición, le respondió, memorablemente:
Decíd a vuestros soberanos que los reyes de Granada que pagaban tributo a la Corona de Castilla, murieron. Nuestra casa de moneda ahora no se ocupa de su acuñación, pues, en su lugar fabrica hojas de cimitarras y puntas de lanzas…
Juan De Vera se retiró “con digna y ceremoniosa gravedad”. El emir le envió como regalo una cimitarra de acero de Damasco “empuñadura de ágata enriquecida con piedras preciosas y guarnición de oro”. Al recibirla, dijo al mensajero:
Su Majestad me ha obsequiado una afilada arma. Confío en que tenga una oportunidad para demostrarle que yo sé cómo debo usar su real presente.
Eran diplomáticos… al menos en el mito que perdura en la obra de Irving.