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2006-01-30

De Gedeón a David (y Goliat)

Cuando me suscribí a Biblica no intuía la cantidad de ratos divertidos que iba a derivar de allí. Pero así ha sido, efectivamente. El último fascículo (número 4, vol. 86, 2005) incluye varios trabajos que atraen mi atención.

Leo uno titulado “¿Dónde debería buscarse la Ofra de Gedeón?”, que casualmente trae a colación de nuevo a aquella ciudadela llamada ahora Ramat Rahel (la tumba de Raquel) y que se supone sea Efrata (escribí hace un tiempo sobre la idea de que allí debe haber un hipódromo, según otro articulista).

El autor de esta hipótesis, porque no es más, es Łukasz Niesiołowski-Spanò, evidentemente polaco y erudito (aunque sólo fuese por el esfuerzo de escribir correctamente su nombre). Comienza por establecer la idea tradicional, basada en primer término como bien dice en unas líneas del libro de los Jueces en las que se habla de un altar erigido por Gedeón en Ofra donde también se asigna -aparentemente- pertenencia de este " juez " a la tribu de Manasés, y por tanto a una cierta porción de tierra en Palestina y, en segundo término, en la búsqueda de topónimos que suenen similar o puedan hacerse derivar de las letras hebreas correspondientes.

No le es difícil mostrar que la idea de ‘persistencia toponímica’ no es muy confiable. A continuación, resume la idea de Ernest Axel Knauf, que es muy ingeniosa por cierto, y que basa su localización en la etimología árabe de Jinsâfût, que significaría -alargando la filología hasta la reconstrucción hipotética- “jardín del juez” o “jardín del juicio”.

La idea de Niesiolowski-Spanò comienza por cuestionar el asunto de que Gedeón perteneciese a la tribu de Manasés, aún en contra de lo que se lee en el libro de los Jueces. Apoyándose en otros estudios, dice que tal a-tribu-ción ;-) es una glosa no original del texto. Luego, considera la similitud entre Ofra y Efrata, con las distintas transcripciones en hebreo y griego y las apariciones de ambas palabras en otros libros de la biblia, para más o menos demostrar que pudiera tratarse de la misma localidad.

Luego de unas divagaciones de envergadura, propone que el actual Ramat Rahel sería el sitio fuerte de Gedeón en sus peleas con los madianitas. Lo mejor comienza cuando Lucas (ya en confianza) trata de explicar por qué se perdió de tal manera el rastro de la sede política de Gedeón para lo cual apela a la “conspiración” -por llamarla de alguna manera- que atribuye a los aduladores de David la escritura o reescritura de la mayor parte de los libros bíblicos.

En este contexto, la tradición real (Gedeón no quiso ser rey, supuestamente) y otras características de este juez fueron asimiladas por la creciente leyenda del rey David. A pesar de las dudas que surgen de esta lectura -no poco suscitadas por la incomprensión de tanta referencia cruzada- el último argumento luce muy creíble, y es que parece que los áulicos chupamedias de David no trepidaron en asignarle acciones que eran de otros, reforzando así la idea davidcentrista y belénica del reino de Judá y de la ciudad de Belén, que está tan cerca de Efrata que podrían ser la misma.

Para ejemplo: quien mató a Goliat fue un secuaz de David llamado Eljanán como se lee claramente en Samuel 2, 21,19:

Hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Entonces Eljanán hijo de Jaare-oreguim, de Belén, mató a Goliat el geteo, el asta de cuya lanza era como un rodillo de telar.



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