Dicen (y está muy bien contado aquí) que cuando Alejandro llegó a Corinto todo el mundo iba a verlo, pero el filósofo Diógenes de Sínope que vivía allí en un tonel, según es fama, no mostró ningún interés en eso, así que el propio Alejandro se dirigió a visitarlo; se acercó y plantándose delante del filósofo, pues quería ser generoso, le dijo que le pidiera lo que quisiera.
Diógenes simplemente le dijo “no me tapes el sol”.
Sospecho que esta historia es la fuente de otra que Facundo Cabral ha contado muchas veces y que refiere cómo su madre se encontró en cierta ocasión con un presidente de su país y éste le ofreció cualquier cosa que estuviese a su alcance para ayudarla. Ella, dice Cabral, le respondió: " Con que no me joda, ¡es suficiente! “; frase contundente y nítida como ninguna.
Ojalá cada uno de nosotros tuviera una respuesta similar -aunque no fuese tan ingeniosa- cuando un poderoso se acerca. Probablemente el poder se construye justamente por la aceptación complaciente de algún beneficio pasajero y fútil.