Ese gran cuentista que era Heródoto, al describir la región lidia dice “no ofrece a la descripción muchas maravillas, como otros países, a no ser las pepitas de oro que bajan del Tmolo”. Sin embargo, le atribuye la primera acuñación de moneda y cuenta que los lidios inventaron los juegos durante una larga hambruna como una manera para evitar comer. A pesar de todo el hambre seguía agobiándolos, así que el rey Atis dividió la población en dos partes, una que se quedaría y otra que debería salir del país (hay cosas que no cambian tanto). Los obligados emigrantes estaban bajo el mando de Tirreno, hijo de Atis, ocuparon la región de los umbrios en Italia central, y tomaron el nombre de su jefe, tirrenos.
Esa es la breve explicación que atribuye el origen de la civilización etrusca o tirrena a aquella emigración de Anatolia en los años de cataplún, hace ya casi 3000.
Ahora un grupo de investigadores prácticamente le da la razón a Heródoto, después de analizar el ADN mitocondrial (vía materna) de más de 300 sujetos de tres zonas de la Toscana (el ámbito etrusco por antonomasia) y compararlo con 55 poblaciones del área euroasiática.
Dicen que en el pequeño pueblo de Murlo el haplogrupo (sea lo que eso sea) del oriente próximo llega hasta 17,5%, mucho más alto que en el resto de las zonas donde no pasa de 5%, y denota según sus autores una entrada genética del Medio Oriente consistente “con el origen lidio de los etruscos”.
Lo que no queda claro es el asunto de la lengua, porque según todas las fuentes los lidios hablaban alguna variante de indoeuropeo, pero los estudiosos creen que el etrusco no sólo no era indoeuropeo sino que no le han encontrado familia entre las lenguas del mundo. Ya veremos.
Mientras tanto, una búsqueda virtual de la cuna etrusca me ha permitido enterarme que la vieja capital de Lidia, Sardis (actual Sart), es un sitio turístico de cierta importancia, no lejos del lago Giges y en una planicie que conduce directamente hacia Esmirna (Izmir) a unos noventa kilómetros (¡qué simpático sería recorrer toda la costa jonia y el interior de Anatolia!).
Por otro lado, que el pueblo de Murlo es lo más etrusco que se conserva es según parece muy sabido, incluso hay un tipo fisonómico etrusco que abunda en esta aldea. Para terminar de volverme un ocho, resulta que el alfabeto etrusco, que es similar al griego desarrolló un signo con forma de 8 para la f que sólo se repite en el alfabeto lidio…
Hay entonces unos cuantos argumentos a favor del origen lidio de los etruscos y los estudios siguen dándole la razón a Heródoto, que en algún tiempo hasta fue mal visto por inventor.
Actualización julio 2009:
En flagrante contradicción con el artículo científico que comenté hace dos años, aparece otro (vía) en el que sus quince autores hicieron análisis de ADN mitocondrial y comparativo de restos etruscos, 27 esqueletos medievales y habitantes actuales de la zona etrusca, la Toscana, para llegar a la conclusión de que los toscanos no son descendientes de los etruscos; al menos por vía materna.
Dicen que hay continuidad genética entre las muestras medievales y las actuales pero no así con las más antiguas. El modelo que explicaría de forma sencilla esta situación es que hubo algún cambio importante en la población, antes del año 1000, pero cuál podría ser es algo que no mencionan.
A este paso, vamos a tener que confiar en los estudios científicos igual que en los rumores. Dos estudios con similar ADN mitocondrial, separados por dos años, sobre la misma población, dan resultados tan disímiles como los que se pueden obtener de suposiciones alegres e infundadas.
Actualización septiembre 2021:
La ciencia no se detiene. Un nuevo estudio realizado sobre 82 esqueletos antiguos encontrados en la península itálica (ver imagen, tomada del artículo) asociados con Etruria, de los cuales 48 están datados entre 800 a.C. y 1 a.C.
Los autores encuentran un cambio poblacional importante asociado seguramente con las conquistas romanas, y mencionan que hay continuidad genética en los individuos fechados después del siglo I.
Este estudio más o menos ratifica el anterior (arriba, de 2009), pero deja abierta la posibilidad de alguna migración proveniente del Mediterráneo oriental, así que quedamos más o menos igual. La curiosidad del lenguaje etrusco sigue sin explicación (comentan los posibles vínculos con el rético y la familia tirsénica) y aparentemente la constitución genética de los habitantes de Etruria no es disímil de sus vecinos.