A principios de los años setenta del pasado siglo estaba en pleno desarrollo la fiebre de explicaciones paralelas o alternativas , y entre ellas, se hizo muy popular la de Erich von Däniken que yo leí en ‘Recuerdos del futuro’.
La idea es que cualquier objeto que luzca un poco extraño o descomunal en el registro arqueológico se atribuye a presencia extraterrestre; un poco como la idea de Arthur Clarke en ‘El centinela’ (que formó la base de ‘2001: una odisea espacial’).
Una presencia extraterrestre de la cual sólo quedan sugerencias, indicios, algunas francamente risibles como las figuras rupestres con cascos espaciales muy a la norteamericana. Uno creería que la fiebre ya pasó, pero no sólo no ha pasado sino que ahora hay “explicaciones” de todo tipo: ángeles, espíritus, demonios, fengshui, etc.
Independientemente de las refutaciones, von Däniken sigue viviendo de esa idea, ya a sus setenta años, dando conferencias en Budapest y muchos otros lugares, y vendiendo libros, videos y demás ‘merchandise’ en su sitio de internet.
El caso es interesante porque muestra cómo una vez que alguien tiene una hipótesis omniexplicativa no hay manera de convencerlo de otra cosa. Es lo que pasa con los políticos y con los creyentes, en fin, con los dogmáticos de cualquier naturaleza.