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2010-09-01

Historia fabulada

Acabo de leer La Biblia Desenterrada del año 2001 (hay también un documental de cuatro capítulos del 2006) de Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman.

El planteamiento general parece ser el de poner al día la denominada arqueología bíblica , contrastando las famosas escrituras con los hallazgos arqueológicos y las fuentes externas; cosa que ya se había hecho (me cuentan) pero por alguna razón las conclusiones de ese contraste no llegan al público general (esto es, a uno).

Este libro ha tenido mucho éxito, veremos si el conocimiento general deja de ser tan dogmático como las “autoridades” han querido. Según cuentan los autores, en Israel se hizo en los años 50 una prospección arqueológica superficial de todo el territorio, metro por metro, con lo cual detectaron cada posible lugar que requiriese alguna excavación; además con los datos recogidos se compuso una cronología de ocupación de la cual se deducen las etapas de poblamiento de la región.

Por esta razón, así como por una interpretación crítica de los libros bíblicos concluyen que el reino de Judá siempre era el más pobre y menos poblado de los territorios considerados tradicionalmente como israelitas, las tierras altas de Palestina.

Sin embargo, sería la gente de Judá (alguna gente en todo caso) y Jerusalén la que compondría la versión final de la Biblia que ha llegado hasta hoy. He tratado de emular esa conclusión mediante una forma pedestre, ya que no dispongo de otros datos tomé una compilación de sitios mencionados en la Biblia (hecha por OpenBible.info, en formato KML); allí aparece localizado cada lugar bíblico una sola vez, y aún así, se puede apreciar la mayor concentración en el que era territorio de Judá y alrededores de Jerusalén, y algo menos en el correspondiente al reino “del Norte” o Israel. Estoy seguro que si se esto se repite representando el número de menciones bíblicas de cada lugar, quedaría aún más retratado el lugar de origen de los libros bíblicos.

Densidad toponímica

No se trata solamente de ubicación, sino de intención política. Finkelstein y Silberman (FyS) encuentran que la reescritura de viejos textos, anales de los reinados y tradiciones orales que es la Biblia (y particularmente los libros “históricos”: Reyes, Crónicas, Deuteronomio) ocurrió específicamente durante el reino de Josías (siglo VII a.C. el rey más justo y bueno que haya existido según los autores del cuento bíblico) cuando se “descubrió” en el templo -durante una remodelación- el libro de la ley , que según creen los eruditos era el Deuteronomio.

Las opiniones están no muy divididas entre quienes piensan que realmente se descubrió el libro (quizá escrito durante el reino de Ezequías) y quienes creen que lo redactaron los acólitos de Josías e hicieron la comedia de “encontrarlo”.

De los famosísimos reyes David y Salomón y su supuesto imperio no queda ninguna traza ni arqueológica ni de otra clase fuera de la Biblia. Es muy llamativo sin embargo que de los reyes que sí quedan testimonios abundantes tanto en vestigios como en referencias externas (mayormente egipcias y asirias, pero también arameas) son Omri y Ajab, padre e hijo, que fueron reyes del Israel del norte y son tratados -como todos los reyes de Israel (no Judá)- como pecadores, malévolos, etc.

Quizá por ello FyS dejan caer si el fabuloso reinado de Salomón no corresponde más bien al de Omri, en la versión compilada de ambas historias que es la que vemos en el libro de los Reyes. Porque está muy claro (al menos para FyS y montones de otros estudiosos) que la Biblia fue compuesta en el siglo VII a.C durante el reinado de Josías, por parte de un grupo de gente, probablemente sacerdotes, de un partido exclusivista que se ha dado en llamar ‘deuteronomista’ porque en el Deuteronomio principalmente dejó expresada su visión de un solo dios, un solo rey y un solo templo.

La misma Biblia narra cómo la gente seguía rindiendo culto a sus ídolos en los “lugares altos” y en casa, a pesar del supuesto pacto que Dios había hecho siglos antes con el “pueblo elegido”. La visión monoteísta fue impuesta sobre la población solamente después del retorno de los exiliados de Babilonia tras la destrucción completa de Jerusalén (siglo VI a.C) y probablemente escrita en su versión definitiva por Esdrás (Ezra) el escriba.

En el exilio el Libro se convirtió en la única referencia nacional, a falta de rey, país y templo. Porque esa idea de conquista y unión de los dos reinos (Israel y Judá) es más bien un plan de Josías, que pretendía justificar así su derecho al territorio del norte que había sido despoblado y destruido por los asirios en 720 a.C. (la fecha de la “desaparición de las 10 tribus”). El plan no se realizó porque a Josías lo mató el faraón Neco en circunstancias no muy claras.

Además, los asirios terminaron por destruir Jerusalén y deportar a una buena parte de población (ricos, artesanos, músicos, etc. como habían hecho con Israel). Largo tramo del libro se va en desconstruir la historia de los patriarcas y la conquista militar de Canaán. Prácticamente no le quedan dudas a FyS de que los futuros israelitas eran habitantes originarios de Canaán cuya única seña de identidad arqueológica con relación al resto de la población es la inexistencia de huesos de cerdo; una carencia que sólo se explicaría por algún tipo de compromiso o costumbre.

También, se esmeran en demostrar que las descripciones expuestas en los libros se corresponden con la realidad del siglo VII a.C y no antes. Ejemplos: la existencia de camellos domesticados, el tráfico de bienes con Arabia, la mención de los filisteos (que habrían llegado alrededor del siglo XII a.C. pero las poblaciones mencionadas eran importantes entre los siglos VII y VII a.C.); la mención de Bosra como capital de Edom que sólo llegó a formarse como ciudad en el período asirio.

Así que cuando cae el reino del norte ante Asiria, mucha gente se refugió en Judá, su población llegó a crecer más de diez veces, al mismo tiempo se da una ampliación de la alfabetización (FyS: “La autoridad de un texto escrito tuvo, por primera vez, el efecto del que carecían las epopeyas o las baladas recitadas”) y aparece una burocracia estatal en Judá y es en ese contexto que el partido deuteronomista reúne prácticamente todo lo que se sabía o suponía de la historia del territorio de Palestina (la historia de Noé, por ejemplo, es copia o versión de una más antigua sumeria; las historias de Abraham y Jacob serían recuerdos del poblamiento de la región) para crear esta “historia” que ha tenido tanto éxito y republicación y ahora se conoce como ‘judeocristiana’.

Otro aspecto interesante y que coincide con las lecturas críticas de muchos estudiosos es la influencia de Asiria en todo el asunto (la “Alianza” de Dios con el pueblo, por ejemplo es prácticamente una copia de los tratados de vasallaje asirios), sin embargo, apenas si hay menciones de los asirios en la historia bíblica y nunca se le da la importancia que realmente tuvieron: si Asiria destruía a Israel era porque sus reyes eran “malos”, etc.

A primera vista el planteamiento de FyS parece iconoclasta y reduce considerablemente la veracidad histórica de los libros bíblicos; pero no sé hasta qué punto se corresponde con una visión neo-israelita que busca justificar la presencia en suelo palestino de los israelíes porque “son habitantes originarios”.

En cualquier caso se trata de un libro iluminador que debería ser leído por un montón de dogmáticos que todavía hay por ahí.


Actualización, marzo 2022:

He puesto los datos de Open Bible en un mapa interactivo, pero esta vez solamente los correspondientes a los libros “históricos” de la Biblia: Jueces, Samuel 1 y 2, Reyes 1 y 2, y Crónicas 1 y 2; cada uno de ellos en diferentes capas para apreciar las diferencias que hubiese (se puede alternar la visibilidad de las capas en el icono de “ver capas de datos”).

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