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2003-12-01

Morales

Estamos sometidos a dos principios subrepticios, inconscientes, pero efectivos, que impiden el desarrollo de una moral pública medianamente compartida. Se trata de una ‘moral binaria’ y una ‘moral doble’.

Hay una moral binaria, no gradada ni matizada, que se aplica más o menos así: todo corrupto (venial, leve, sutil, evidente, etc.) es corrupto. Por lo tanto si tu como profesor eres p.e. “permisivo” con un estudiante, no tienes derecho a criticar que yo haya p.e. desaparecido los ahorros de 200.000 familias. Ambos somos corruptos. Todo se reduce a dos posibilidades: santo o pecador. Y como todos somos pecadores…

¿Cuál es tu problema conmigo? yo soy corrupto, ¿acaso tu no? Cuando el señor aquel dijo ‘quien esté libre de pecado’ se refería (según mi escaso entendimiento) a que ninguno puede ejecutar el castigo (‘que tire la primera piedra’); no así, a que todos son igualmente pecadores. En todo caso, de aquí a la sociedad de cómplices, no hay más que una frase.

La moral doble es “geométrica”, o como decía el poeta Cabral “es cuestión de geografía”. Cuando los adecos ciertos políticos usaban autobuses oficiales para llevar sus acólitos a manifestaciones políticas eran “malos”, eso era ‘corrupción’. Cuando los neoadecos actuales gobierneros usan los autobuses oficiales para llevar sus acólitos a manifestaciones políticas, eso es “bueno”, es ‘una contribución’.

Por lo tanto, se trata de un efecto de la posición en que se encuentra el observador y no, como uno quizás podría pensar, de una categoría absoluta. Y como todo es relativo….



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