Siempre me ha gustado la música triste o, cuando menos, lenta. Así que no es raro que de una u otra manera haya llegado a escuchar con gusto algún que otro fado, esa tonada que dicen representa el alma portuguesa (¿acaso porque quieren tener el monopolio de la nostalgia?).
El acercamiento principia con Madredeus, y particularmente con la voz de Teresa Salgueiro que petrifica, por ejemplo en ‘Haja o que houver’, canción de rendición donde las haya, o en ‘Maria Soliña’.
Pero siempre se llega a Amalia Rodrigues y Dulce Pontes que parece son las mayores exponentes del susodicho canto. Ambas tienen versiones de ‘Tudo isto é fado’, canción de Aníbal Nazaré donde se explica claramente qué es exactamente el fado:
Almas vencidas
Noites perdidas
Sombras bizarras
Na mouraria
Canta um rufia
Choram guitarras
Amor ciúme
Cinzas e lume
Dor e pecado
Tudo isto existe
Tudo isto é triste
Tudo isto é fado
Es lo que llamaríamos la visión ’totalitaria’ del fado.