Me tropecé con este artículo en una publicación australiana que hace una larguísima argumentación a favor del reconocimiento del antiguo macedonio como lengua griega.
Y no entendía muy bien contra quién iba la cosa, porque no es una presentación equilibrada; apenas si hay una mención de “la gente del FYROM”, que resultó ser un acrónimo inglés de la Antigua república yugoslava de Macedonia.
O sea que es un aporte a la pelea aparentemente intrascendente que llevan los griegos con los ex-yugoslavos de aquella república que siendo eslava insiste en llamarse como la provincia griega que vió nacer a Filipo y Alejandro.
El autor recopila cinco argumentos para convencernos de que el lenguaje macedonio era simplemente griego (aunque deja caer que hay discusiones sobre si es dórico o eólico, vaya usted a saber).
El primero es -aparte de burocrático- bastante pedestre: dice que el antiguo lenguaje macedonio tiene un código ISO que lo asigna al grupo de griego antiguo (??).
A continuación dice que las seis mil inscripciones encontradas en Macedonia están escritas en griego (antiguo), particularmente la que se ve abajo, que es una maldición ( katadesmos ) utilizada para establecer -quizá de una manera apropiada- un contrato matrimonial.
El tercer argumento es que todas las palabras macedonias conocidas tienen raíces griegas (sin ser árboles).
El siguiente es también un argumento pobre: que no se han encontrado inscripciones no griegas en Macedonia o sus alrededores.
Finalmente, dicen que el “lado contrario” no ha aportado ninguna evidencia que justifique la creencia de un lenguaje macedonio no griego.
Evidentemente se trata de una pieza política, y todo lo que parece estar en juego es el “prestigio” del nombre de Alejandro.