2007-07-25

Lenguaje primigenio

Por esta nota me entero de la existencia del sitio Evolución de los lenguajes humanos formado por un grupo de lingüistas rusos y norteamericanos y cuyo propósito evidente es reconstruir un lenguaje primigenio que habría sido el único hablado por toda la humanidad en algún momento hace unos 50.000 años.

El núcleo del asunto no me es desconocido porque había leido un libro de uno de los participantes, Merritt Ruhlen, que plantea más o menos la idea.

Se trata de hipotetizar la forma de aquel supuesto lenguaje a partir de las reconstrucciones ya establecidas, por ejemplo, el proto-indoeuropeo ya tiene cierta consistencia en razón del número de estudiosos que se han dedicado a encontrar similitudes entre los lenguajes de la familia llamada indoeuropea: hindú, persa, ruso, griego, germánicos, latinos y demás.

Este trabajo también se está haciendo con otras familias más o menos bien delimitadas (cuyo esquema se puede ver aquí), el paso siguiente es simplemente continuar encontrando similitudes hasta llegar al “lenguaje original”.

Una representación gráfica de las macrofamilias lingüísticas se muestra en este mapa basado en el trabajo de Joseph Greenberg maestro de Ruhlen y uno de los más interesados en agrupar las familias de lenguajes en macrofamilias. Por supuesto, uno debe asumir que el mapa de lenguajes se refiere al estado de la distribución de la humanidad hace algo así como 1000 años.

Macrofamilias lingüísticas

Este mapa se encuentra en un sitio ruso fundado por Sergei Anatolyevich Starostin que recopila etimologías de todos los lenguajes y va in crescendo y en el que se puede hurgar hasta el cansancio sobre las posibles relaciones entre palabras de cualesquiera idiomas.

Hay un par de cosas muy llamativas a simple vista. Una, la mayoría de los lenguajes de las Américas (prehispánicos, se entiende) se consideran una sola gran familia. Otra, más indigerible aún, es que se postula la existencia de una macrofamilia (en rojo en el mapa) llamada Dene-Caucásica que incluye prácticamente a los lenguajes que no entran en otras clasificaciones como el vasco, los caucásicos, una familia alrededor del río Yenisei y el sino-tibetano, junto con la familia Na-Dené que agrupa algunas lenguas indígenas de Norteamérica.

El problema de la metodología que ya le criticaban a Greensberg y que Ruhlen ha continuado tiene a mi modo de ver dos aristas. Una, que la relación entre familias lingüísticas se hace exclusivamente en base a vocabulario y etimología; por lo que para ser creíble debe reunir una gran cantidad de coincidencias o similitudes entre los lenguajes.

Pero además, las reconstrucciones son hipotéticas -no podría ser de otra manera- así que cuando se llega al grado de relación entre macrofamilias de lenguajes que ya no se hablan en ninguna parte, la duda es grande.

El segundo aspecto tiene que ver con el apoyo de la genética. Es de suponer que si la genética traza una distribución de la humanidad bastante estructurada en el tiempo y el espacio, la lingüística puede utilizar esa información para complementar, ratificar o simplemente explicar la expansión de un grupo lingüístico ¿y viceversa?

Y el asunto es que se forman círculos de justificación lingüística-genética que terminan por no convencer, dado que ambas elucubraciones están apenas empezando (dice uno) en el estudio de la dispersión humana.

A pesar de lo dicho, esto es interesante y habrá que ver hasta dónde llega. Starostin trabajaba antes de morir en la teoría de que el japonés es un lenguaje del grupo altaico y Ruhlen está buscando argumentos genéticos actualmente para establecer que el lenguaje nepalés Kusunda pertenece a la familia indo-pacifíca (mayormente de Nueva Guinea); estas relaciones sorpresivas son un aliciente en cualquier caso.



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