Jamie Bartlett plantea una interesante idea en este artículo titulado El retorno a la ciudad estado aunque al final se va un poco de banda y se dedica a hacer futurismo de millonarios.
Este es el centro del asunto: las naciones-estado se basan en el control. Si no pueden controlar la información, el crimen, los negocios, las fronteras o el suministro de dinero cesarán de proveer lo que los ciudadanos les requieren. Al final las naciones-estado no son sino mitos convenidos: cedemos ciertas libertades para asegurar otras. Pero si la transacción ya no funciona y dejamos de convenir en el mito, cesa de tener poder sobre nosotros.
Quizá, sin embargo, las ciudades-estado nunca han dejado de existir. Al fin y al cabo todo país no tan grande suele tener una ciudad dominante, centralizadora y monopólica.