Uno tiene la idea de que Rusia es mayormente llana y al revisar la cuenca del Volga (la tierra rusa por excelencia) esa idea se corrobora escandalosamente.
El río Volga nace apenas a 270 metros de altitud sobre el nivel del mar y recorre más de 3200 kilómetros hasta su desembocadura en el Mar Caspio, a 28 metros bajo el nivel del mar. Si puede haber una definición de planicie en forma de río, es esa.
Cuando Prokudin-gorsky -en 1910- anduvo fotografiando por esos lares pasó por Stáritsa, una pequeña ciudad a poco menos de 200 kilómetros del nacimiento del Volga, fundada en 1300, y gracias a fotografías como esta -abajo- podemos ver que conservaba mucho del esplendor que alcanzó en el siglo XV cuando la gobernaba Vladimir, cuyo destino a manos del zar -su primo Iván- contribuyó al merecido apodo de ‘El Terrible’.
Fue Vladimir quien construyó la Abadía de la Asunción que está en la orilla izquierda del río, así como la Catedral de Boris y Gleb que según cuentan era hermana de la moscovita San Basilio. Pero fue reemplazada a principios del siglo XIX por un edificio neoclásico desde cuya torre fue tomada la foto anterior por Prokudin-Gorskii.
Esperando ver en moderno color la estupenda vista busco una toma reciente del sector y veo dos
cosas: una, que el estado general del pueblo es de decadencia, todos los edificios antiguos
están o lucen abandonados. Otra, que Nikitin_Sergey (http://www.panoramio.com/user/1980240) estuvo
por allí apenas el año pasado y tomó la siguiente foto, no desde la torre de la catedral más
probablemente desde el puente que une las dos partes de la ciudad y con algo de acercamiento;
pero se puede ver el mismo sector aunque en invierno y observar los cambios de apenas 100 años.