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2021-07-06

Credibilidad

Hay gente que considera a Herodoto un hablador, un cuentero, que a lo sumo reunió tradiciones y mitos de los lugares que visitó sin ni siquiera hacer un pequeño análisis crítico, y no hay que buscar demasiado para atestiguar tal cosa, basta leer detalles fantásticos como éste de unas grandes hormigas que excavan oro de la tierra, un relato extraído del tercer libro de las Historias donde intercala una descripción de la India (la parte sujeta al imperio persa):

Volviendo al oro en polvo que los Indios, como decíamos, llevan al rey en tan grande cantidad, explicaré el modo con que lo adquieren. […]

Hacia aquel punto no es más el país que un arenal despoblado, y en él se crían una especie de hormigas de tamaño poco menor que el de un perro y mayor que el de una zorra, de las cuales cazadas y cogidas allí se ven algunas en el palacio del rey de Persia. Al hacer estos animales su hormiguero o morada subterránea, van sacando la arena a la superficie de la tierra, como lo hacen en Grecia nuestras hormigas, a las que se parecen del todo en la figura. La arena que sacan es oro puro molido, y por ella van al desierto los Indios señalados, del modo siguiente: Unce cada uno a su carro tres camellos: […]

Apenas llegan los Indios al lugar de la presa, muy provistos de costales, los van llenando con la mayor diligencia posible, y luego tornan la vuelta por el mismo camino, en lo cual se dan tanta prisa, porque las hormigas, según dicen ellos, los rastrean por el olor, y luego que lo perciben salen a perseguirlos, y siendo, como aseguran, de ligereza tal a que no llega animal alguno, si los Indios no cogieran la delantera mientras ellas se van reuniendo, ni uno solo de los colectores de oro escapara con vida. […]

Esta, en suma, según nos lo cuentan los Persas, es la manera con que recogen los Indios tanta abundancia de oro, sin faltarles con todo otro oro, bien que en menor copia, sacado de las minas del país.

Hormigas gigantes que excavan oro … estas cosas no pueden inventarse (dice uno).

Pero, aunque uno se esté enterando ahora, hace ya casi cincuenta años que Michel Peissel, un verdadero personaje, etnógrafo y viajero que recorrió medio mundo, registró en cierta remota sección del Himalaya una costumbre quizá ya perdida del pueblo minaro que vive en el altiplano de Deosai en Pakistán, en la que todavía utilizaban o recordaban haber utilizado una marmota del Himalaya para obtener polvo de oro de la tierra que estos animales extraían para abrir sus guaridas.

Según Peissel, la confusión podría deberse a que en persa la palabra ‘marmota’ es equivalente a ‘hormiga de montaña’ (en 1984 publicó un libro al respecto titulado El oro de las hormigas).

Claro que el polvo de oro no sale puro de la tierra extraída pero es una ayuda grande. Cuentan que una avalancha evidenció la capa oscura contentiva del oro que se encuentra a poca profundidad y a donde las marmotas llegan con facilidad.

Herodoto no estuvo en la India y por supuesto esta historia le fue relatada por personas de la corte persa en el mejor de los casos. Aunque sea un cuento de oídas, no deja de impresionar cómo ha podido comprobarse o al menos asomar una explicación para un hecho tan increíble.

En general Herodoto diferencia entre las cosas que ha visto y las que le han contado y dado el tiempo que ha transcurrido desde que escribió sus Historias cada pequeño testimonio tiene un valor insustituible.

Gracias a Qammer Wazir que sí estuvo en la tierra de los gigantes podemos tener una idea de aquellos lugares:

Deosai por Wazir



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