Jorge Gómez invita a leer un trabajo de Francisco Calero en el que queda demostrado -según Calero- que el autor hasta ayer anónimo del Lazarillo de Tormes es Luis Vives.
Calero expone más de 100 argumentos a favor de la autoría de Vives, que divide en siete categorías, cada una de ellas compuesta por entre 2 y 33 elementos “probatorios”. Su trabajo se basa principalmente en comparar el texto del Lazarillo con otras obras de Vives, las cuales -sin embargo- han sido atribuidas a Vives por el propio Calero…
Las categorías de los argumentos son Temática, Problemas, Forma Literaria, Concordancia de Pensamientos y Frases, Sintaxis, Léxico y Estilo. Revisados de uno en uno, son totalmente inconvincentes. Por ejemplo el uso de la expresión “de espacio”, la encuentra en todas las obras mencionadas, pero eso no me parece importante porque se repite abundantemente en el Quijote también; quiero decir, es una expresión de la época y no es rara precisamente.
Igualmente cuando se apoya en el hecho -aparentemente comprobado- de que el autor del Lazarillo no conocía ni Toledo ni Salamanca; psss… tampoco yo ni millones de chinos y tailandeses.
Hay otros elementos un poco más persuasivos, particularmente en la categoría sintaxis , aunque es de suponer que ese modo de escribir era el común de los tiempos. En el aparte del léxico, dice cosas como “Elevada frecuencia del verbo holgar. Cinco veces aparece el verbo holgar en el Lazarillo”… ¿cinco elevado?
En suma la demostración de Calero es una agregación de pruebas circunstanciales, cuyo peso probatorio sólo se deduce de la suma, y no tanto del valor de cada prueba (cosa que él mismo reconoce). A mi modo de ver uno de los argumentos que más relacionan a Vives con el Lazarillo es que fue publicado en Amberes en 1553 (según una cita que hace Calero) donde vivía o vivió Vives y donde tuvo éxito ‘Till Ulenspiegel’ un libro jocoso que seguramente influyó en la concepción del Lazarillo.
Actualización (2019): recupero el artículo de Calero: Luis Vives fue el autor del Lazarillo de Tormes Espéculo, n. 32 (UCM), donde concluye:
La fuerza probatoria de mi demostración se origina no sólo de todos y cada uno de los argumentos empleados en los distintos apartados, sino además de la confluencia o conjunción de los mismos. Si ciento quince argumentos son aplicados documentalmente a Vives, podemos hablar de seguridad al adjudicarle la autoría del Lazarillo. Quiero subrayar documentalmente porque los textos contenidos en las obras utilizadas son documentos, que pueden ser utilizados como cualesquiera otros e incluso con más garantías de veracidad, como, por ejemplo, las declaraciones ante la Inquisición, obtenidas muchas veces con torturas. Respondo así a los que, en los dos años transcurridos desde la publicación de mis tesis, me han dicho de una u otra forma “mientras no aparezca un documento no habrá seguridad”. Son muchísimos los documentos que hacen confluir en Vives.