En un artículo del ‘Scotsman’ recuentan la historia que dió origen -según los escoceses- al famosísimo libro de Daniel Defoe. Resulta que un japonés llamado Daisuke Takahashi (no hacía falta mencionar la nacionalidad con ese nombre) fue cautivado por la lectura de ‘Robinson Crusoe’; después se enteró -como yo- que el personaje de la novela estuvo inspirado por un navegante escocés -cómo no- de nombre Alexander Selkirk, que fue abandonado en la isla de Más-a-tierra a unos 600 Km. de la costa chilena.
Pues Takahashi ha realizado una expedición arqueológica en la isla y según dicen (y se mostrará en algún documental de National Geographic, que paga los gastos) encontró trazas del campamento de Selkirk/Crusoe: restos de fogatas, huecos posiblemente utilizados para poner postes y, más contundente, unos fragmentos de bronce que con mucha probabilidad pertenecieron al marinero.
Este es un caso ‘a lo Schliemann’; una lectura juvenil que promueve la búsqueda de personajes de ficción, con resultado. Actualmente la isla está habitada por 600 personas y el gobierno chileno, como suelen hacer por estos lares, le ha cambiado el nombre a la isla por el del personaje de ficción, cuando el que tenía es más que adecuado.