Este artículo del Asia Times utiliza la argucia del misterio peliculero: antiguos papeles enterrados mantenidos en secreto por gente poderosa que podrían sacudir las bases de la sociedad planetaria, narrado con saltos en el tiempo y sugerencias de conspiración, etc.
Ciertamente el cuento es atractivo; se trata de unos fajos de papel encontrados en una tumba bajo la Gran Mezquita de la capital de Yemen en los primeros años setenta del siglo recién pasado, fragmentos del Corán y otras escrituras islámicas del siglo VIII, aparentemente los más antiguos existentes. Desde entonces han sido limpiados y clasificados en la Casa de los Manuscritos pero sólo se ha permitido acceso a dos estudiosos de esos que llaman “occidentales”: Gerd-R. Puin y H.C. Graf von Bothmer.
El asunto es que hace unos años (en 1999) Puin hizo unas declaraciones en las que manifestaba que los papeles tenían ciertas discrepancias (diversos deletreos, orden de los versículos) con la versión oficial del Corán y hablar de variaciones en el Corán por pequeñas que sean produce dos efectos inmediatos y de sentido opuesto:
- Los anti-islamistas se lanzan a proclamar que a fin de cuentas el Corán es un libro tan humano como cualquier otro y por lo tanto, tiene una historia, tiene versiones, y al ser una obra humana los fundamentos del Islam -la revelación- estarían viciados en su mismo origen.
En esta muestra, por ejemplo, dicen que el descubrimiento de los fragmentos yemeníes puede ser MUCHO más importante que el de los rollos del Mar Muerto pero lo que realmente quiere decir es que esta sería una manera de minar la fe de los creyentes (Alá no lo permita).
- Los verdaderos creyentes recalcan que no hay manera de consegurir variaciones en el Corán ya que fue dictado por el ángel Gabriel directamente a Mahoma en el transcurso de 23 años. Un ejemplo, cita del libro de Muhammad Mustafâ al-A’zamî’s:
Nunca se descubrirá un Corán, total o parcial, que difiera del texto consensual que circula por todo el mundo. Si difiere entonces no puede ser considerado como Corán, porque una de las condiciones principales para aceptar algo como tal es que esté conforme al texto utilizado en el “mushaf” de Otmán.
(Mushaf es un volumen específico, en este caso el compilado por iniciativa del califa Otmán que concretó el texto definitivo del Corán)
El artículo de marras parece estar basado principalmente en otro publicado en 1999 que se encuentra reproducido en multitud de sitios de Internet, escrito por Toby Lester. Este es una recopilación de los puntos de vista menos afectos -y principalmente, de no musulmanes- a la tesis del Corán revelado, que es equivalente o paralela a la visión fundamentalista cristiana, expresada en el siglo XIX por John William Burgon y citada por Lester:
¡La Biblia no es otra cosa que la voz de Él en su Trono! Cada libro, cada capítulo, cada verso, cada palabra, cada sílaba… cada letra de ella es la palabra directa del Altísimo.
Lo cual no impide que uno de los campos más prolíficos de los estudios filológicos sea el de la corrección o perfeccionamiento del texto bíblico. Cosa que será más difícil que ocurra con el Corán, además de otras razones porque su origen está bastante bien documentado y su redacción definitiva fue fijada por Otmán.
Al final, tanto Puin como algunos otros que escribieron versiones alternativas del origen del Islam se han retractado y los papeles -cuidados y a salvo de miradas infieles- parecen autenticar la versión oficial del Libro.
Hay varios aprendizajes en esto, el primero es que no se puede argumentar con un dogmático, algo que no por muy sabido está de más repetir. Luego, hay una cantidad de detalles en la historia de la revelación de Mahoma que son desconocidos para quienes no formamos parte del más de un millardo de personas que sí están familiarizados con ella.
Por ejemplo, yo pensaba que Gabriel había dictado el Corán en un solo momento, y resulta que comenzó en una ocasión, hubo un lapso de tres años sin comunicación con el Profeta y luego, fue en forma diaria -mañana y noche- por veinte años. Realmente, no sé cuál de las dos cosas es más increíble.
Otra cosa que también desconocía es que la tradición mantiene que Mahoma era analfabeto y los escribas que lo acompañaban eran quienes escribían el texto; pero Mahoma también lo confrontaba con el propio arcángel.
Finalmente, a diferencia del enfoque cristiano normal que compara a Mahoma y Cristo, dice Lester que la Enciclopedia de Islam (1981) expresa que en la creencia cristiana, la analogía más cercana al papel del Corán en la creencia musulmana no es la Biblia, sino Cristo.